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Conducta polémica

Caso Dalmases: El "abuso de poder", la invisible gota malaya que topa con un muro social y judicial

Expertas en psicología y en derecho penal señalan la dificultad para identificar las violencias psicológicas y que estas sean punibles

El diputado Francesc de Dalmases con Laura Borràs, a las puertas del Parlament. EP

¿Qué es el "abuso de poder" que denuncian haber padecido algunas afectadas por la conducta del diputado de JuntsFrancesc de Dalmases? ¿Qué consecuencias tiene sobre quien lo sufre? ¿Qué es punible o qué no lo es a pesar de poder ser reprobable? EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, del grupo Prensa Ibérica, ha contactado con tres expertas para poner en contexto los testimonios publicados y responder a las principales dudas que pueden derivarse de unos casos que, avisan, topan muy a menudo con "falta de formación" de la propia sociedad y también de los juzgados.

La psicóloga experta en violencias machistas Alba Alfageme explica que, de partida, hay que dejar claro que el abuso de poder "no es una forma de relacionarse", ya que "históricamente se ha confundido con el carácter fuerte" especialmente de los hombres y eso ha hecho que tuviera una aceptación social elevada. "El abuso de poder tiene un objetivo, se utiliza el poder en beneficio propio y es muy perverso porque la persona que se encuentra en situación de desigualdad acaba convertida en un puro instrumento", sostiene. Esa autoridad, apunta, no es casual que la mayoría de veces sea perpetrada por hombres, puesto que el sistema ya parte de una situación de desigualdad entre hombres y mujeres, y puede agravarse cuando, además, hay un poder añadido por el cargo que se ostenta.

El poder del entorno

"El abuso de poder se va construyendo. Generalmente no se ejerce de forma indiscriminada, sino que se buscan dianas, grietas de vulnerabilidad de la otra persona, e insisten como una gota malaya. Por eso acaba afectando psicológicamente, porque juega con el poder y con el miedo", argumenta Alfageme, que añade que quien tiene esa actitud y ve cómo consigue su objetivo acaba "estableciendo un patrón de conducta" y "atravesando líneas rojas" porque acaba formando parte de su forma de proceder diariamente. La psicóloga señala como clave la "connivencia" del entorno, de "las personas que lo ven y no hacen nada" para frenar esa conducta. "Si cuando se ejerce en espacios públicos es avalado, cuando se traslada al espacio privado y no hay repercusión esa conducta aún se afianza más", asegura.

También se produce a menudo que, cuando es la persona afectada la que comparte la situación vivida, topa con la falta de acompañamiento porque su entorno "busca justificaciones" y entiende que se trata de una percepción, de una lectura subjetiva de los hechos. "Es más fácil justificar los hechos que reconocer un abuso de poder y confrontarlo, porque eso interpela a todos y supone que tienes que reaccionar y no quedarte de brazos cruzados", concluye.

El Código Penal

En la vertiente punitiva, la abogada penalista Paula Narbona explica que "no es fácil encajar el abuso de poder dentro del Código Penal" porque no está regulado como tal. En todo caso, apunta, hay que ceñirse a posibles delitos específicos como el acoso, las coacciones o el trato degradante, recogidos en los artículos 172 y 173, que pueden tener como agravante que se cometan mientras se ejerce un cargo público. En el ámbito laboral, afirma la abogada, la mayoría de casos de acoso se acaba abordando desde la legislación laboral y no con el código penal. "El acoso requiere que la conducta sobre una persona provoque que ésta tenga que autoprotegerse y afectación en su día a día", define. La abogada penalista Júlia Humet, en la misma línea, argumenta que hay conductas que" pueden ser punibles que no tienen entidad de delito" y que sí lo pueden ser actitudes que comporten un "maltrato psicológico" "acoso".

Cuando se trata de relaciones en los que hay una desigualdad manifiesta entra las partes y una merma de la autoestima de la afectada, Narbona considera que debe enmarcarse en el terreno de las violencias machistas, donde además de las físicas están también las psicológicas. "Este es el inicio de las violencias, que empiezan siempre por episodios leves para ir ganando terreno sobre la víctima para engancharlas y hacerles daño a nivel emocional", sostiene. Destaca que quien lo padece le cuesta mucho tiempo ser consciente de lo que vive. "Al principio es muy sutil, va ganando terreno poco a poco mientras te haces pequeña y te piensas que eres tu la exagerada", añade. Y es que, de hecho, la mayoría de casos de violencia psicológica, si se denuncian, acaban cerrándose por falta de detalles de todo el proceso. "Es importante tener el relato completo del proceso para entender la superioridad que se ejerce y no solo una conducta de forma separada que las víctimas suelen compartir cuando ya no pueden más", asegura Narbona.

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