Como el Gobierno y el PP no hacen más que repetir argumentos para defender su versión sobre qué motivó la ruptura de las negociaciones sobre un nuevo poder judicial, y ya la cosa cansa, urgen nuevos motivos que duelan al adversario. El Partido Popular ha encontrado uno gracias a Carles Puigdemont, quién lo iba a decir. El expresidente de la Generalitat dijo el pasado fin de semana que alguien del PSOE había ido a verle y este martes Cuca Gamarra le ha preguntado al presidente en el Congreso “quién es el nuevo señor X del PSOE”.

En la sesión de control al Gobierno celebrada en la Cámara, la secretaria general y portavoz del PP insistió: “Quién ha ido a negociar el Código Penal a la medida de los líderes golpistas? ¿Desde cuándo las leyes se redactan en la sede de ERC?”.

Esto hila muy bien con la primera andanada de argumentarios políticos cocinados en Génova tras decidir su líder, Alberto Núñez Feijóo, que no acordaría con Sánchez la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) casi cuatro años después. El PP salió en tromba a decir que el presidente del Gobierno “no es de fiar” porque antepone pactos con formaciones independentistas antes que acuerdos con el principal partido del Estado junto al propio PSOE. 

Gamarra a Sánchez: "Tiene la oportunidad de renunciar aquí y ahora a la modificación del delito de sedición de bajar las penas"

Gamarra a Sánchez: "Tiene la oportunidad de renunciar aquí y ahora a la modificación del delito de sedición de bajar las penas" Agencia ATLAS / Foto: EP

Cuando Puigdemont publicó en su perfil de Twitter un comunicado sobre esa posible reforma del delito de sedición, deslizó una afirmación controvertida. Desvelo que dirigentes socialistas habían ido a verle a Bélgica a ofrecerle “un buen trato” al respecto. “Interlocutores” del PSOE que le dieron una expectativa sobre la modificación del Código Penal. Y añadió esto: “Seguro que Pedro Sánchez sabe de qué hablo”.

El expresident, huido de la justicia española en Waterloo (Bélgica), no dio más detalles, aunque amagó con revelar aspectos de esos contactos dentro de unos días. Ha sido suficiente para el PP, quien este miércoles ha puesto en escena, en el hemiciclo del Congreso, este giro a su estrategia argumental contra el líder del PSOE. No sólo Gamarra atacó por este flanco, sino todos los demás diputados y diputadas del PP con pregunta. A cada ministro/a le decían: “¿Ha sido usted quien ha ido a Waterloo a negociar con Puigdemont?” Nadie ha contestado, claro.

Tampoco Sánchez, obviamente. El presidente del Gobierno ha desplegado la batería argumental que ha cocinado Moncloa tras la decisión de Feijóo. La maquinaría socialista de comunicación está poniendo todo su empeño en describir a Feijóo como alguien que no es de fiar ni “para jugar al parchís”, así como un líder débil, zarandeado por los poderes económicos y mediáticos instalados en la derecha. 

En lo que consiste la retahíla de mensajes del Ejecutivo, del PSOE especialmente, es en acusar al PP de “ir repartiendo carnés de españolidad” a pesar de que cuando gobernaron, de la mano de Mariano Rajoy, nunca estuvo la relación con Cataluña tan tensa y tan cerca de la ruptura. También consiste en reprobar su compromiso con la Constitución cuando son los primeros, los populares, en vulnerarla, y ahí está la huida del acuerdo sobre el Consejo General del Poder Judicial. Ambas consignas las ha repetido el presidente. 

Sánchez ha proseguido. Otro pilar del edificio del argumentario socialista pasa por enumerar, digamos, los bandazos de las políticas del PP desde que Feijóo llegó a su presidencia. Por ejemplo, avanzó nada más llegar su apuesta por una bajada de impuestos, pero renegó de ella en cuanto vieron lo que le sucedía a la ya ex primera ministra británica Liz Truss. Está lo del “timo ibérico” como alusión despectiva a la “excepción ibérica” energética, modelo que la Comisión Europea ve bien. Y está el voto en contra al decreto que incluyó la gratuidad de gran parte del transporte público. Y el impuesto a las grandes energéticas, que en Génova han criticado.

Todo esto tiene un corolario, según Sánchez: que para el PP el único gobierno legítimo es aquél que formen ellos/as y que para el PP sólo vale el cumplimiento de la Constitución a “su conveniencia”. Por tanto, “basta ya y cumplan la Constitución”, ha proclamado.

Guerra de datos

En cada duelo dialéctico de Gamarra con Sánchez un leitmotiv resuena, pues Génova también un modelo de comunicación que reitera sin descanso: el presidente “no tiene palabra”. Esa supuesta visita de un dirigente socialista a Puigdemont es una muestra más. Muestra que sigue a la que el PP lleva aireando desde hace días: mientras le dijeron que no habría reforma del delito de sedición, a ERC dijeron que sí habría reforma. 

Esto ha tenido un corolario en el Congreso: “Feijóo tiene palabra, principios y conciencia; usted –Sánchez– no, ésa es la diferencia”. Y además: el presidente del Gobierno está supeditado a lo que quieran los partidos independentistas, no a lo que necesiten los españoles, porque elige “populismo y radicalismo” antes que “interés general y moderación”.

El resto de los cinco minutos de pelea política Sánchez-Gamarra ha versado sobre los datos económicos. Aquí sí que hay una enorme diferencia de percepción. 

Para el Partido Popular, los datos indican que “el paro está subiendo, que los españoles no pueden pagar las facturas y que las hipotecas se han vuelto insostenibles”. Para Gamarra, al Gobierno sólo le interesa el Gobierno.

Para el Gobierno, hay más de 20 millones de afiliados a la Seguridad Social, la economía española crecerá este año por encima del 4% y los datos recientes de inflación certifican “la eficacia y validez” de las medidas del Ejecutivo para contenerla y luego reducirla. Para Sánchez, queda demostrado que su gabinete “protege a la mayoría social”.