Con los terceros Presupuestos de la legislatura encarrilados, tras el anuncio de ERC de que no presentará la enmienda a la totalidad con el que amagado en los últimos días, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tuvo este viernes desde Bruselas un gesto con esta formación y avaló la reforma del Código Penal para reducir las penas del delito de sedición, que los republicanos le demandan y que fue que el utilizado por el Tribunal Supremo para imponer las principales condenas en la sentencia del procès.

"Saben cuál es mi posición y es pertinente decirlo aquí en Bruselas, el año 2017 nos dejó algunas lecciones de deberes y tareas que tiene pendiente la democracia (española) desde hace mucho tiempo" , señaló. Por que "tenemos un Código Penal que en algunos delitos no es homologable" a otros países europeos y lo dicen así "los propios penalistas".

Pero, esto añadió, "no puede ser un ejercicio de teoría". "Ese compromiso se tiene que fraguar y materializar en las Cortes Generales y para eso necesitamos apoyo parlamentario". "Hay que ver si los tenemos", aunque, "a día de hoy no lo parece".

Pese a ello, Sánchez se ha cuidado mucho de cerrar la puerta. Al contrario. "El Gobierno mantiene su compromiso de que, si existe una mayoría parlamentaria para la reforma, se cumplirá con unas de las promesas de la investidura". Una, añadió, que es personalmente "mía".

No obstante, el presidente sí reclamó que este asunto no se mezcle con el debate de los Presupuestos, una petición que en las últimas semanas también se ha realizado desde el Ministerio de Hacienda. Hace unas semanas, cuando ERC empezó a apuntar a reclamar con más claridad que el Gobierno impulsará este cambio legal si quería contar con su voto, la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, ya aseguró que "se puede explorar" aunque puso también el acento en que se requiere una mayoría suficiente.

Aragonès necesita al PSC

Es cierto que no se va más allá y que tampoco Sánchez se ha salido este viernes de ese guion. Pero eso no mitiga la importancia del gesto político que el presidente quiso tener con ERC. Justo además cuando su dependencia de esta formación -cuyo respaldo fue vital para lograr la investidura- puede ser menor porque se produce una reciprocidad que no ha existido nunca. La ruptura del Govern deja a Pere Aragonès en manos del PSC para salvar el bloqueo de Junts.

Aunque el president de la Generalitat ha apelado primero al apoyo de sus antiguos socios del gobierno para lograr aprobar las cuentas del próximo año, en las últimas votaciones en el Parlament se ha comprobado que Junts no tiene ninguna intención de dar un mínimo de oxígeno a ERC. Y sin él, la única salvación es Salvador Illa. Fuentes del Gobierno reconocen que la situación ahora en el Congreso puede ser más ventajosa y que la influencia que ERC ha tenido hasta ahora se relativiza.

En medio de caos político en el que está sumido Reino Unido, tras la renuncia de su primera ministra, Liz Truss, tras solo 44 días en el cargo, y con Italia en manos de los partidos de ultraderecha, sin que sean capaces siquiera de ponerse acuerdo para repartirse el gobierno, el jefe del Ejecutivo aprovechó su intervención tras la finalización del Consejo Europeo para presumir de la "estabilidad" política en España. El Gobierno, sostuvo, la está proporcionando en un momento de "extraordinaria incertidumbre". Y, además, "estamos planteando propuestas" de "modernización de la economía" y de "protección de la clase media".