El Ministerio de Hacienda sigue embastando los Presupuestos de 2023 para presentarlos a finales de septiembre o primeros de octubre, en función de cuánto cueste cerrar un acuerdo interno con los socios de Gobierno. Las negociaciones con Unidas Podemos prosiguen aunque por ahora con muy pocos avances.

Mientras, el Gobierno ya ha mantenido contactos con dos de sus principales apoyos parlamentarios, el PNV y ERC, y sabe que ambos están abiertos a mantener conversaciones. No significa que den un "cheque en blanco", explican desde el Ejecutivo, porque "nunca lo hacen. Pero su disposición ofrece garantías para creer que las cuentas de 2023 contará con votos suficientes, una vez que logre el pacto previo con Unidas Podemos. 

ERC vuelve a estar en el centro de la ecuación, después de que Moncloa logró taponar la profunda herida que supuso conocer que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) había espiado a cargos independentistas. En el Ejecutivo llegaron a calcular que tendrían que aprobar los presupuestos sin ERC, con el apoyo activo de EH Bildu y los partidos pequeños, que el pasado abril ya les valió para sacar adelante la bonificación de la gasolina. Pero, primero la defenestración de la directora del CNI, Paz Esteban, y después, la reunión de Pedro Sánchez y Pere Aragonès, consiguieron recomponer la interlocución. 

Ahora la desestabilización viene directamente de Cataluña, con la amenaza de Junts de abandonar el Govern. Un peligro que no todo el mundo acaba de ver. En Moncloa se muestran muy cautos y expresan su "respeto a los debates internos que tenga cualquier gobierno". "La relación con la Generalitat es buena", aseguran. "Hay una colaboración leal en el día a día y esperamos que así siga siendo". 

Esta es la lectura puramente institucional pero a nivel político el análisis no ofrece muchas diferencias. No hay temor a que esto empañe la estrecha convivencia con ERC, a pesar de que precisamente, el apoyo que esta formación da al Gobierno y su intento de resolver la crisis catalana con una mesa de diálogo entre el Estado y la Generalitat, son objeto de continuas críticas por parte de Junts. 

"No afecta" al Govern  

"Son asuntos distintos, no influye", en la comunicación que se produce en Madrid, explican desde el PSC. "No afecta", corroboran fuentes del Ejecutivo, que sí reconocen que "la situación catalana es inestable e impredecible". Aunque, añaden, "creemos que la apuesta de ERC por un diálogo fluido con el Gobierno es firme". 

Pero el equilibrio para el Gobierno no es fácil. El partido que se podría ver más beneficiado por la salida de Junts del Govern es el PSC, cuyo respaldo sería vital para que Aragonès pudiera aprobar los próximos Presupuestos. O tal vez no, porque en términos electorales, lo que más conviene a los socialistas catalanes es la pelea constante en el seno del independentismo. Si algo no cambia en Cataluña es la mala relación entre ERC y Junts, que sigue provocando inestabilidad, apuntaban hace tiempo en la Moncloa. En el Ejecutivo son muy conscientes de que en un futuro no muy lejano, si alguien puede obtener réditos de esa pugna, es Salvador Illa

En todo caso, también en Madrid, todo son conjeturas sobre qué decisión tomará finalmente Junts, que vive su propia pelea interna entre quienes todavía forman parte del naufragio de Convergència y los grupúsculos del independentismo de base. Una fuente de esta formación apunta a que a ocho meses de las elecciones municipales la presión de los alcaldes y del candidato 'in pectore' a la Alcaldía de Barcelona, Xavier Trias, será máxima para que Junts no deje el Govern. Pero en el Gobierno, ninguno de los dos socios de coalición se atreve a hacer pronósticos. "Nada es descartable", afirma un dirigente socialista. En caso de hacerlo, apunta otro, "no creo que fuese antes del debate de política general" de finales de mes. 

Desestabilización

Fuentes de ERC sostienen que ahora "a nadie le interesa la desestabilización de Cataluña" pero admiten que la actitud de Junts contra Aragonès, su perenne reivindicación de que solo ellos son los "auténticos independentistas" y sus críticas a la mesa de diálogo "sin ofrecer ninguna alternativa", lo que hace es "regalarle votos a Illa". 

La salida de Junts de la Generalitat dejaría a Aragonès a merced del PSC y eso, simplificando la situación, podría ayudar a la Moncloa a reducir su dependencia de ERC. Ambos gobiernos estarían necesitados del otro partido. Esto para Pedro Sánchez podría ser idílico. Pero otras fuentes del Ejecutivo aportan una visión menos entusiasta. ERC, sostienen, gestiona mal las situaciones de crisis y resulta impredecible. "Si la prensa independentista le presiona puede optar por mandar a paseo al PSOE". 

La amenaza de escisión del Govern llega en mal momento, cuando la negociación de los Presupuestos encara unas semanas vitales, aunque el Ejecutivo siga contando con el respaldo de ERC. Con el pacto con Unidas Podemos para alumbrar las cuentas de 2023 aún sin cerrar y dos leyes muy importantes -la de Vivienda y la ley Mordaza-, vitales para los socios parlamentarios del Gobierno, pendientes también de acuerdo.