Los que lo conocieron en sus años universitarios en la Universidad del Cairo, en la década de los sesenta y setenta, hablaban de él como un joven reservado, tímido y muy conservador. Hijo de una familia acomodada de médicos y académicos egipcios, en sus primeros años de estudios, Ayman al Zawahiri siguió los pasos de sus padres: los estudios de Medicina.

Pero pronto, tras terminar la universidad, el hombre dejó la práctica y se sumó al incipiente movimiento yihadista egipcio, influenciado profundamente por las tesis y textos del teórico rigorista también egipcio Sayid Qutb.

A partir de ahí, el yihadista extendería su lucha por todo Oriente Próximo. En los 80, entre Pakistán Afganistán, luchando contra los soviéticos, conoció a un saudí carismático, rigorista y, como él, casualidades de la vida, de familia rica. Se trataba de Osama Bin Laden. De esa unión nacería una incipiente Al Qaeda: la primera organización yihadista global.

Mano derecha de Bin Laden

Al Zawahiri fue primero el médico personal y asesor de Bin Laden; y el músculo ideológico del grupo. Tras la muerte del saudí en 2011 —en una operación estadounidense en Pakistán—, fue el egipcio el que fue aclamado como nuevo líder del grupo.

Hasta este agosto, cuando Al Zawahiri ha sido asesinado por un ataque aéreo de un dron estadounidense en la casa donde estaba escondido, en Kabul. Según Washington, el médico llegó a Afganistán a principios de año, pocos meses después de la victoria talibán, anterior grupo aliado de Al Qaeda en los ochenta y noventa.

Un líder flojo

Durante su reinado en Al Qaeda desde 2011 hasta 2022, Al Zawahiri, considerado poco carismático en comparación a su antecesor, vio como su organización se desmembraba y perdía cada vez más adeptos. Lejos quedaban los años en los que el grupo era el más temido del mundo.

En 2014, su filial iraquí rompió con la matriz de Al Qaeda para crear el Estado Islámico (EI), bajo su líder, Abu Bakr Al Bagdadi. El EI ganó la batalla del “marketing” internacional a su antiguo aliado: el nuevo proyecto yihadista era mucho más radical y joven que el “viejo” Al Qaeda y su capacidad de acción y de atentados, mucho mayor.

En Siria, otro foco del yihadismo global por la guerra civil, ocurrió lo mismo pero al revés. Hayat Tahrir al Sham (HTS), la filial de Al Qaeda en este país, rompió con Al Zawahiri para mostrarse como más moderada y tolerante. HTS sigue siendo, en la actualidad, una organización intolerante y yihadista, pero rechaza las acciones terroristas y la expansión territorial fuera de las fronteras de Siria. Al Zawahiri, abandonado por ambos lados, dejó de ser el centro.