Junts per Catalunya da por liquidada la mesa de diálogo y se propone retomar el procés, en una suerte de segunda vuelta, este mismo 2022, el 1 de octubre, cuando se cumplen cinco años del referéndum con el fin de "levantar" la declaración de independencia de 2017. La nueva hoja de ruta, aprobada este domingo, se aferra a la confrontación y enmienda el plan de Esquerra, especialmente, su adhesión al deshielo entre gobiernos.

Con contundencia, mucha, la presidenta del partido Laura Borràs y el secretario general, Jordi Turull, han puesto el colofón al cónclave con una retahíla de reproches a sus socios en el Govern. "La independencia no nos la regalará nadie, no caerá del cielo y tampoco saldrá de una mesa de diálogo en la que no estamos porque es la mejor forma de defender una negociación real el día que la pueda haber", ha espetado Borràs, asegurando que el diálogo "anestesia" al movimiento independentista. "Hemos aprobado una gran enmienda a la totalidad a los que dicen que la independencia es imposible, a los que dicen que ya la harán otros en 20 años y a los que nos dicen que la independencia vendrá de Madrid", ha rematado, bajo la atenta mirada de la portavoz republicana, Marta Vilalta, invitada al cierre de la sesión.

Pocos minutos antes, Turull ya había desbrozado la fórmula posconvergente para retomar el pulso: "No hay que esperar a ser más para hacer, sino empezar a hacer para ser más", ha dejado caer, en alusión al ensanchamiento de las bases que promueve retóricamente ERC.

El secretario general ha sostenido que la independencia es una "exigencia" que requiere de un gran consenso pero ha dibujado a Junts como punta de lanza ante la desmovilización que, a su juicio, provoca la mesa de diálogo. "Nos han espiado, han inventado pruebas para dañar a líderes, han maquinado para alterar resultados, han inhabilitado a electos que molestaban por una consulta o por una pancarta, hay 4.200 represaliados, es un no parar", ha insistido.

Así ha pedido aquellos "que tienen miedo o están cansados", en alusión a sus socios pero sin mencionarlos, "que no camuflen la desmovilización bajo discursos de posibilismo" y ha acusado al Gobierno del PSOE de ser "unos trileros".