El presidente valenciano, Ximo Puig salía de un acto de la patronal valenciana cuando tuvo que contestar por primera vez sobre la imputación de su vicepresidenta, Mónica Oltra. "En absoluto" afecta a la estabilidad del Gobierno de coalición, dijo, después de pedir tiempo para leer el auto y manifestar respeto a la justicia y sus procedimientos.

Pocas horas después, era difícil mantener ya que la resolución judicial no tenga consecuencias sobre la alianza de izquierdas. Solo la intención de Mónica Oltra de no dar explicaciones hasta sentarse esta mañana en la tribuna habitual de las comparecencias posteriores a las reuniones semanales del Ejecutivo levantaba tensiones en Presidencia. Para la vicepresidenta, ese formato es una manera de minimizar lo sucedido y no salirse del plano de la normalidad. Para el entorno de Puig, supone arrastrar toda la institución en su defensa en lugar de dejar al Consell al margen de un caso judicial por la actuación de Oltra (y la de cargos y funcionarios de la conselleria que dirige) tras la denuncia de una menor de haber sufrido abusos sexuales por parte del entonces marido de la vicepresidenta.

La medida de la importancia de los hechos en la periferia es aún su repercusión en Madrid. Y la de este jueves fue alta: presencia en los sumarios de los noticiarios de televisión y radio, apertura de webs de los grandes diarios y reacciones de dirigentes políticos estatales. La traducción es desgaste elevado del gobierno del 'Botànic'. Esa es la lectura que se extendía ayer en los pasillos del Palau de la Generalitat. Y que contrasta con la firme defensa de Oltra, sin fisuras, que Compromís se aprestó a ofrecer y con la comprensión del tercer socio del Ejecutivo, Unides Podem.

Ese esquema, unido a la mirada del PP, posada más en Puig que en Oltra, sitúa la presión sobre el president de la Generalitat. Él tiene la facultad de destituir a la número dos de su gobierno, pero las repercusiones de una decisión así son difíciles de vislumbrar ahora. La pregunta no es solo si Puig es capaz de fulminar a la vicepresidenta del Consell por su situación judicial, sino si es viable una reedición (por tercera vez) del gobierno de coalición tras apartar a la líder de Compromís.

No obstante, Puig no tiene descartada esa posibilidad. "Todos los escenarios están abiertos", manifestaba este jueves ante la pregunta uno de los colaboradores más cercanos del jefe del Consell. "Puede que no sea hoy, pero no es algo implanteable", añadía.

En el punto de mira aparece un concepto: incoherencia. Tiene que ver con la actitud contundente que Oltra (y Compromís y toda la izquierda valenciana) ha mostrado en el pasado ante los casos de corrupción en la derecha y los problemas de esta con la justicia. Compromís intenta hacer valer que es una cuestión meramente administrativa, de expedientes abiertos o sin tramitar, pero los serios escritos de Fiscalía y del TSJ han deslizado el foco del caso hacia el encubrimiento (presunto) de un caso de abusos a menor para favorecer al entonces marido de Oltra o beneficiarla políticamente a ella.

La vicepresidenta puede optar por un perfil público bajo al menos hasta su declaración, pero la tensión mediática se trasladará en supuesto aún más sobre Puig. El horizonte además no es de una resolución rápida, sino que se entiende que tras declarar Oltra se pedirán nuevas comparecencias. Un tercer Botànic se antoja hoy más difícil, ya sea por el desgaste del Consell o por las consecuencias de un cese unilateral.