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Análisis

¿Entrará Vox en el Gobierno de Andalucía? 5 claves para responder esta pregunta

El PP andaluz no es como el PP de Madrid o de Castilla y León, por lo que no puede darse por hecha una coalición con Vox

¿Entrará Vox en el Gobierno de Andalucía? 5 claves para responder esta pregunta. EPC

Estos días se acumulan las comparaciones entre las elecciones andaluzas y otros comicios recientes. Todas buscan dar respuesta a la gran pregunta que titula este artículo. Aunque las hipótesis varíen en matices, todos los analistas parten de una misma premisa: que el PP y Vox sumarán una mayoría holgada y que el PP, a su vez, descarta llegar a acuerdos con partidos a su izquierda.

Para arrojar luz sobre estas cuestiones, como ya viene siendo habitual hemos puesto en marcha el mercado de predicción Predi. Apoyándose en un método similar a la bolsa, Predi es capaz de estimar además del reparto de escaños para cada partido, cuál será el Gobierno andaluz más probable. Esto supone una ventaja comparativa a con otros métodos de estimación como las encuestas: Predi tiene en cuenta el historial de pactos, las señales coalicionales de los líderes andaluces y las expectativas de voto y, con todo eso, elabora predicciones precisas sobre quiénes gobernarán la Junta.

La composición de un Gobierno es el resultado de un equilibrio de fuerza y estrategia. La fuerza son los votos, o los escaños, y la estrategia, un maremágnum de cesiones, confianza y expectativas. A continuación se esbozan cinco claves para comprender lo que puede ocurrir el 19 de junio, fecha de los comicios, y los días posteriores.

Andalucía no es Castilla y León…

Algunos comentaristas señalan estos días que lo más probable es que pase en Andalucía lo que ocurrió en Castilla y León. Esto es, que al PP no le quede otra opción que gobernar con Vox. Según esta narrativa, una vez instalada una nueva forma de relacionarse, la coalición, sería injustificable dar marcha atrás si ambos partidos se necesitan. A este tipo de argumentos se le escapan dos puntos importantes. Primero, que el PP de Andalucía constituye el vértice más moderado del partido. Los de Juanma Moreno han defendido a capa y espada su modelo de gobierno centrista, con Ciudadanos o sin él. Esta estrategia es razonable para un partido, el PP andaluz, que pretende consolidarse en lo que hasta hace apenas cuatro años era un feudo socialista. En pocas palabras, sociológicamente, Andalucía no es Castilla y León. 

El segundo punto es que la fuerza del PP en Andalucía es superior a la de Castilla y León. Moreno es hoy uno de los barones autonómicos con una valoración más alta. Esta reputación le otorga un poder de negociación amplio, reforzado además por el renovado liderazgo del PP nacional. El elemento que mejor representa la solvencia con la que afronta las elecciones el PP es el hecho de que no haya a estas alturas un gobierno imaginable que no cuente con la participación de los populares. Según los datos más recientes de Predi, apenas existe un 8% de probabilidades de que el siguiente gobierno no lo lidere el actual presidente de la Junta. 

Según los mismos datos, la coalición PP-Vox es el gobierno más probable (54%), pero la opción de un Gobierno monocolor del PP con el apoyo externo de Vox le sigue como la segunda más probable (32%). El resto de opciones son altamente improbables, como la de un Gobierno pactado con el PSOE (3% en total) o un Gobierno con Cs (1%).

... Pero tampoco es Madrid

Otros evocan a Isabel Díaz Ayuso. Esgrimen que si el PP andaluz saca músculo como lo hizo el PP madrileño, podrá obligar a Vox a apoyar un Gobierno monocolor de Moreno. Lo cierto es que la fuerza relativa del PP andaluz dista mucho de la cosechada por el PP de Ayuso hace apenas un año. Según los datos de Predi, el PP andaluz conseguiría el 41% de los escaños (45), once puntos por debajo del 52% de escaños que consiguió el PP de Madrid. La diferencia entre un caso y otro se ve de manera más clara cuando medimos el pulso intrabloque de la derecha. Los populares madrileños consiguieron mantener a Vox por debajo del 10% de votos. El porcentaje de los ultraderechistas andaluces, según los datos de Predi, estará más cerca del 15-17%.

Sin la holgura del PP de Madrid, pero tampoco la debilidad del PP castellanoleonés, el PP de Moreno se sitúa a medio camino. Esta posición de equilibrio es interesante porque servirá de termómetro para los populares de cara a futuro. Si terminan dándose los resultados esperados, dos preguntas abundarán las tertulias: si el PP se niega a cederles la vicepresidencia, ¿estará Vox dispuesto a forzar una repetición de elecciones en una comunidad gobernada por un PP bien valorado por sus votantes? El reverso de esta pregunta es: ¿será capaz el PP de tensionar una repetición de elecciones a riesgo de mostrarse como incapaces de formar gobierno y dar así alas a las formaciones de centroizquierda? Todavía queda toda una campaña electoral y las expectativas entorno a estas preguntas pueden mover los votos y por lo tanto la fuerza con la que se enfrenten los partidos a estas cuestiones.

La izquierda desmoralizada

La izquierda ha vivido elecciones complicadas en los últimos tiempos. Las dos más recientes lo atestiguan. En Madrid, solo Más Madrid logró sacar un resultado moralizante. En Castilla y León, donde la constelación de partidos de la España Vaciada colmaba expectativas, ni eso porque se quedaron fuera de las Cortes. 

Los dos partidos estatales de izquierda, PSOE y Unidas Podemos, se enfrentan a estas elecciones con el sinsabor de las elecciones anteriores y una estela de desgaste de gobierno. Al PSOE de Andalucía se le suma la pena del pasado que sigue pagando. En el caso de Unidas Podemos, o su proyecto superador en el sur —Por Andalucía—, los conflictos entre las formaciones que lo integran, además de los rifirrafes con los escindidos de Adelante Andalucía

Sea por un motivo u otro, la izquierda tiene tres retos en esta campaña. Primero, combatir la desmovilización de un electorado. Los votantes necesitan un motivo para votar. Ya sea por un proyecto ilusionante, capaz de gobernar, o en negativo: contra un gobierno que es imperativo reemplazar. Segundo, parar las fugas del centroizquierda al centroderecha. Los votantes socialistas más estratégicos pueden plantearse votar al PP para evitar que así necesite a Vox y gobiernen los ultraderechistas. La izquierda tendrá que explicar cuál es la utilidad de su voto. Tercero, ni PSOE, ni mucho menos Por Andalucía, tienen candidatos extremadamente conocidos. Juan Espadas e Inma Nieto harán bien en plantear una estrategia que dirija la atención a sus candidaturas, a sus temas, que les dibuje en el imaginario electoral de los votantes más despistados.

Un mensaje para España y para Europa

Andalucía suele inaugurar las nuevas fases del sistema de partidos español. Por cuestiones de 'timing', fueron elecciones andaluzas las primeras en medir la fuerza de Podemos tras las europeas en 2015 y de Vox en 2018. Lo que ocurra tras el 19 de junio de 2022 tendrá una lectura fundamental de cómo llegan los partidos al ciclo electoral de 2023, con elecciones municipales y autonómicas en la primera mitad del año y elecciones generales, previsiblemente, en la segunda mitad. Todo ello como antesala de las elecciones europeas de 2024. 

La pregunta que muchos se hacen es cuál es el abanico de gobiernos alternativos que propondrá como posibles el PP en su aterrizaje en el 2023. Si en Andalucía se forma una nueva coalición con Vox, el PP puede volver a perder a los votantes moderados que ha atraído desde la caída de Ciudadanos y Pablo Casado. Por el contrario, si escenifica un desprecio contra Vox puede reabrir sus fugas a la derecha. Por último, con el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo en escena vuelve a hacerse una pregunta descartada en los últimos años: ¿es imaginable un acuerdo de gobierno entre PP y PSOE? Aunque parezca un escenario todavía improbable (3% según Predi), Andalucía es uno de los laboratorios con menos incentivos adversos para un proyecto de ese tipo, con PP y PSOE situados en posiciones centradas, Cs prácticamente desaparecido (1 escaño según Predi) y Vox tomando una dirección especialmente radical. Dependerá de cuán amplio sea el menú que Feijóo quiera ofrecer a sus electores de cara a los siguientes comicios.

La lucha por el titular del 19 de junio

Aun es pronto para hablar de titulares post-electorales. No obstante, los partidos ya piensan en ellos. PP y Vox pelearán la batalla de las expectativas. Ambos prevén mejorar resultados pero, ¿conseguirá Moreno sumar más que los partidos de izquierda en conjunto? ¿Superará Vox su cima electoral del 18% en Castilla y León? Estos números, aunque de cara a las sumas parlamentarias a menudo signifiquen poco, sirven de revulsivo para las negociaciones de gobierno y futuros comicios. 

Además de PP y Vox, PSOE y Por Andalucía lucharán por salvar los muebles. El PSOE por resistir con unos resultados parecidos a los del 2018 y Por Andalucía por no caer por debajo del 10% de votos. Por el titular también pelearán los de Teresa Rodríguez que esperan poder sacar al menos un par de diputados y los de Ciudadanos que luchan por conseguir al menos un representante. A ello hay que sumarle posibles aunque improbables sorpresas como la entrada de partidos provinciales que siguen la estela de la España Vaciada como Por Huelva o Jaén Merece Más.

Este lunes, los representantes de los seis principales partidos se enfrentarán en el primer debate. Será un momento clave para ver cómo se hacen notar los candidatos menos conocidos, sobre todo en la izquierda. También se podrá comprobar cuál es el trato entre los más probables aliados de gobierno, los líderes de PP y Vox. Por último, los debates serán una oportunidad especialmente inigualable para los candidatos con menos expectativas de voto: es el único escenario en el que tienen tanto tiempo y presencia como el resto de candidatos. Manténganse atentos a Predi y los cambios que experimenten las expectativas tras el debate.

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