El presidente del PP lo dejó claro a sus diputados y senadores en la reunión de este viernes en la Cámara Alta, la primera que tuvo con los parlamentarios desde que está al frente del partido en la institución en la que pretende confrontar con Pedro Sánchez por primera vez el 7 de junio. “Valoraré más una enmienda a los Presupuestos Generales que un tuit ingenioso”. La frase resume la política de comunicación del nuevo PP, centrada en los mensajes y alejada de "la ansiedad por las reacciones rápidas", como señala un dirigente de peso, o la excesiva importancia de la imagen. La opuesta a la que planteaba la anterior dirección.

Esa es la premisa del núcleo duro que rodea a Alberto Núñez Feijóo, primero en Galicia y ahora en Génova. La estrategia pasa por abandonar la idea de que el líder debe pronunciarse ante cada cosa que suceda y en todos los debates que plantee el Gobierno, incluidos los que en el PP tildan de “cortinas de humo” que buscan tapar debates importantes y que consideran que antes ocupaban demasiado tiempo y espacio dentro de la formación.

Ejemplos recientes no faltan. Ocurrió con el caso Pegasus, en el que los populares evitaron entrar en el marco de los independentistas y del propio Ejecutivo, manteniendo el plano económico en primera línea y pidiendo explicaciones exclusivamente sobre la intervención del teléfono del presidente del Gobierno y los motivos del cese de la directora del CNI

Y volvió a pasar este jueves en el Congreso, durante la comparecencia de Sánchez sobre ese caso, que utilizó en gran medida para atacar al PP por casos de corrupción del pasado y que sólo encontraron una breve respuesta de Cuca Gamarra mencionando los ERE de Andalucía. “No vamos a dejar que los insultos queden impunes. Pero tampoco vamos a abandonar nuestro mensaje político, ni que sea el Gobierno quien nos marque de qué hablamos y de qué no”, aseguran fuentes de la dirección nacional.

En este contexto se establece la hoja de ruta de Feijóo que, sobre todo, implica dejar de mirar de reojo a sus rivales, especialmente por la derecha. En el partido reconocen que “los tiempos” del presidente se reflejan sobre todo en la agenda política. “Se acabó decidir el sentido del voto en las iniciativas del Gobierno, considerando también lo que harán Vox y otros partidos. La apuesta ahora es otra y no vamos a dejarnos influir”, zanjan distintos diputados consultados por este diario.

Feijóo trasladó a sus parlamentarios lo que lleva pidiendo en el comité de dirección varias semanas a sus portavoces en Congreso, Senado y Parlamento Europeo: recuperar la labor de oposición más seriaevitar entrar en refriegas y debates estériles, y contribuir “a dignificar el parlamentarismo español”, como dijo textualmente el viernes. 

“No creo en los circos parlamentarios”, advirtió a sus filas. “Lo mínimo que se le puede pedir a un diputado o a un senador es educación. Os pido que uséis el tono que la mayoría de ciudadanos utiliza en sus casas. No competir con los zascas y las palabras gruesas”, repitió en lo que más de un parlamentario entendió como un recado directo.

Feijóo reúne a su Comité Ejecutivo en Génova.

La premisa va unida a la falta de prisas por reaccionar en redes sociales o en cuidar tanto la imagen del día a día. El “marketing político” del que hicieron bandera los nuevos partidos como Ciudadanos y Podemos (también la última dirección nacional del PP) y del que Feijóo renegaba siendo presidente de la Xunta. En muchas ocasiones, con Pablo Casado al frente del partido, el dirigente gallego no dudó en cargar contra “la política tuitera” centrada en imágenes o frases cortas. En el equipo de Feijóo reconocen que lo más importante para el nuevo presidente es el mensaje y no dar la espalda a los debates que realmente interesan a la ciudadanía.

La sensación del PP es que el Gobierno ha entrado en una desconexión con la realidad que lleva tiempo pasándole factura. Por eso, Feijóo está decidido a armar toda su oposición en la propuesta económica popular, en mitad de la crisis inflacionista que no ve su fin (el Ejecutivo confía mucho en el segundo semestre del año, pero sin certezas) y con el argumento de que PSOE y Unidas Podemos no pueden gestionar la coyuntura actual y la que está por venir. Incluso con la llegada de los fondos europeos el PP tiene sus reservas.

A esta situación se suma la crisis permanente entre el propio Gobierno y con sus socios parlamentarios, con discusiones públicas en cada ley importante que sale del Consejo de Ministros, y votaciones parlamentarias en la que la geometría variable está más presente que nunca. “La mejor oposición es la que hace el propio Gobierno”, insistió Feijóo a los suyos en la reunión conjunta de las Cámaras, apuntalando la idea de que deben dejar que el foco de los problemas permanezca puesto en Moncloa, y recalcando que el abuso de reacciones o la hiperactuación desde la oposición no forma parte de la hoja de ruta establecida.