El Gobierno ha movido ficha con la destitución de Paz Esteban como directora del CNI. Y lo ha hecho con premura, para atajar cuanto antes la crisis con ERC por el espionaje del Centro Nacional de Inteligencia a 18 cargos independentistas, realizado con autorización judicial. Pedro Sánchez no quería entregar la cabeza de su ministra de Defensa, Margarita Robles, pero no le ha importado conceder la de la jefa de los espías. Con ella sobre la bandeja encara ahora una próxima reunión con el president de la Generalitat, Pere Aragonès, que figura entre los investigados por los servicios de inteligencia, confiado en que esta cita sirva para sellar la reconciliación definitiva.

Moncloa piensa que ha hecho todo lo que podía hacer. Buscó la salida de que la propia Paz Esteban compareciera en la comisión de secretos oficiales, a costa de obligar al Poder Legislativo a un cambio en la composición de este órgano. E incluso publicitó que el propio jefe del Ejecutivo y Margarita Robles también han sido espiados, en su caso, por un agente "externo". El hecho de que el CNI no haya impedido este espionaje, con un mayor cuidado del móvil del presidente, ha proporcionado al Gobierno la concesión de un nuevo gesto a ERC.

Desde hace días Paz Esteban estaba sentenciada. Y la duda es si su relevo se habría producido si no coincidiera con las escuchas a los independentistas. La conclusión es que no. El propio Ejecutivo vincula ambas circunstancias. "El Gobierno ha hecho lo que tocaba", señalan fuentes gubernamentales. En Moncloa admiten sin ambages su confianza en que el cese de la directora del CNI, aprobado por el Consejo de Ministros, ayude a "reconducir la situación".

"Somos optimistas", apuntaban, aunque en estos momentos no hay certezas de que sea así. El Ejecutivo quiere creer que ERC ha levantado un poco el pie del acelerador, que la entrevista de Oriol Junqueras este mismo martes en EL PAÍS, donde manifestaba que "estamos aquí para ayudar si se asumen responsabilidades" y esquivaba pedir explícitamente la dimisión de Robles, que sí reclamó Aragonès, era una señal. Pero fuentes conocedoras subrayan también un mantra que, a veces, se olvida en Moncloa: "Con ellos nunca se sabe".

Paz Esteban, directora del CNI, en el Congreso de los Diputados. JOSÉ LUIS ROCA

Todo queda ahora al albur de la respuesta que dé ERC o lo que Aragonès traslade a Sánchez en su próximo encuentro. En el Gobierno piensan que los republicanos no tienen incentivos para romper, que hacerlo sería dar la razón a Junts del error que suponía el acercamiento a Sánchez y el planteamiento de mesa de diálogo. Pero lo cierto es que no saben por dónde respirará ahora ERC. Se guardan la baza de la desclasificación de la documentación en las que el CNI se basó para investigar al president, una decisión que no se descarta, pero que, igual, dependiendo de cuáles sean las razones, no le interesa al Govern. 

Sánchez decidirá en función de la presión que ejerzan. Es justo lo que ha hecho con la sustitución de Paz Esteban. A pesar de la oposición de Robles, el presidente impuso el cese. La ministra logró al menos aupar a una persona de su absoluta confianza, Esperanza Casteleiro, con una trayectoria de casi 40 años en el CNI, que fue su primera jefa de gabinete en el Ministerio y que actualmente ocupaba el cargo de secretaria de Estado de Defensa. El presidente no ha querido esperar porque su anhelo es cerrar cuanto antes la crisis con ERC y pasar a la siguiente fase, que es la campaña de las elecciones andaluzas, que se celebran el 19 de junio.

Estas eran las cábalas que hacían en las últimas horas en el Ejecutivo: o el relevo de la directora del CNI se hacía ya o había que esperar a después de esta cita. Lo importante era alejarlo al máximo de las elecciones, aunque en el PP, que ve al Gobierno en pleno proceso de desmoronamiento, consideran que el mal ya está hecho. "Se presentan ante el electorado andaluz con una nueva cesión a los independentistas", subrayan. 

En cualquier caso fue a Robles a quien le correspondió pasar el trago. Ella lo contó en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Despidió con honores a Paz Esteban, alabó sin cesar el trabajo del Centro Nacional de Inteligencia y repitió también una y otra vez que la nueva directora es su mano derecha. Porque el Gobierno no sólo le hablaba a ERC, también lo hacía al CNI. Robles sabía que la estaban escuchando y por eso no abundó en las razones del cese.

Lo disfrazó incluso de "sustitución" en lugar de "destitución" pero llegó a admitir que "hay cosas mejorables", en referencia a que 'la casa, como se conoce internamente al centro, tardó más de un año en saber que un agente "externo" atacó los teléfonos del presidente y de ella misma. Todo el Gobierno es consciente de que se ha usado al CNI para pagar un peaje a ERC. "Estamos tranquilos, pero no está siendo fácil", asumía ayer uno de los ministros.