La votación de la reforma laboral fue un antes y un después en el Congreso, pero también dentro del PP. La equivocación del diputado popular por Cáceres, Alberto Casero, permitió al Gobierno evitar el que pudo ser el mayor fracaso político de la legislatura. Pero también hizo retumbar las voces críticas internas, que vieron un punto de inflexión en el partido: el problema, decían, no era la metedura de pata puntual, sino la sensación de que la estrategia de la formación se desmoronaba, “y que todo iba a peor”

Esta semana, el Congreso volvió a vivir una votación clave con el decreto anticrisis a raíz de la crisis de Ucrania, la primera pilotada por Alberto Núñez Feijóo.

Lo hizo desde Galicia mientras la incertidumbre se iba apoderando del grupo parlamentario popular. Los diputados no conocieron hasta bien entrada la mañana lo que debían votar. En el partido creen que el nuevo líder jugó bien sus cartas, poniendo en un aprieto a Pedro Sánchez con la propuesta económica. Pero el hermetismo que caracteriza a la dirección actual impregnó la bancada del Congreso, que especuló hasta el último momento. 

La entrada de EH Bildu en la ecuación despejó las dudas: en el PP no compartiría posición con la izquierda abertzale el mismo día en el que el PSOE les daba entrada en la comisión de secretos oficiales. 

El Congreso aprueba por la mínima el decreto anticrisis con los votos en contra de ERC y PP

El Congreso aprueba por la mínima el decreto anticrisis con los votos en contra de ERC y PP Vídeo: AGENCIA ATLAS Foto: Agencias

Pero Feijóo sí ordenó al principal negociador, Juan Bravo, que tratara de arrancar algún compromiso a la ministra de Hacienda (aunque fuera menos concreto) para valorar la abstención. Sobre todo, consciente de que esa posición ahuyentaría a los socios habituales del Gobierno. Una estrategia que ha puesto en marcha antes Ciudadanos con sus 9 diputados, pero que adquiere una relevancia absoluta en manos del principal partido de la oposición. 

Sánchez nunca valoró realmente pactar con el PP, pero sí consideraba que podría producirse una abstención gratis. En el Ejecutivo descolocó que Feijóo se instalara en el bloque del no a pesar de que el decreto contuviera medidas tan importantes como la rebaja del precio de la gasolina. En todo caso, con el arranque del debate, los diputados populares solo recibían una instrucción: “Cuidado con la votación. Controlad a los compañeros de al lado para asegurar que nadie se equivoca”.

El error de la reforma laboral dejó secuelas en el grupo popular y la obsesión de la dirección pasaba por insistir a los diputados en que nadie podía cometer una equivocación similar teniendo en cuenta lo justa que iba la votación. El presidente del Gobierno incluso suspendió un viaje a Moldavia y Polonia por el mismo motivo.

Durante los días previos, senadores y diputados especulaban con el sentido del voto, desvelando que existía un debate interno espontáneo. Algunos consideraban difícil renunciar a la abstención, precisamente por lo difícil que podía resultar explicar el rechazo a la bajada en el precio de los combustibles. Otros, en cambio, en el grupo del Congreso, insistían en que “la jugada del Gobierno” se repetía por enésima vez y se inclinaban por un voto contrario a no ser que Sánchez mostrara algún interés de verdad por acercarse al PP. La decisión del no fue aplaudida por la mayoría.

Cuca Gamarra desde su escaño en el Congreso. DAVID CASTRO

Pero los días previos sí generaron cierta tensión. Feijóo no quería desvelar el sentido del voto hasta el jueves para agotar todas las balas de esa estrategia y reflejar la voluntad de su partido de intentar un acuerdo. Durante varios días la abstención estuvo encima de la mesa, aunque el fin de semana pasado los principales dirigentes empezaban a barajar el voto en contra si no se concretaban avances. Como publicó este diario, existían más motivos de peso que les hacían dudar.

Primero, porque consideraban que el plan es “del todo insuficiente” para aliviar a los hogares de la crisis inflacionista. Pero también insistían en otros conceptos incluidos en el decreto que les hacen dudar, como las medidas relativas a los alquileres (“implican una inseguridad jurídica importante”, dicen), la cuestión de los despidos en materia laboral o el hecho de que finalmente no haya nada concreto sobre la excepción ibérica a la energía que Sánchez consiguió en Europa y que sigue pendiente de la autorización comunitaria.

Incluso los miembros de la cúpula implicados en la negociación aseguraron que la decisión sobre el voto era del presidente y que hasta poco antes no la conocieron.