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Jordi Sànchez se juega su liderazgo

Las múltiples incógnitas del decisivo congreso de Junts per Catalunya

Carles Puigdemont acumula tensiones internas entre dirigentes, entre propuestas, entre tácticas y entre estrategias

Laura Borràs y Jordi Sànchez.

Junts per Catalunya es un partido en una encrucijada. Dos años después de su nacimiento, el nuevo partido creado por el expresident. Carles Puigdemont acumula tensiones internas entre dirigentes, entre propuestas, entre tácticas y entre estrategias. Y el congreso de este año, aún sin fecha concreta, puede propiciar dos escenarios: o un pacto entre familias que mantenga la navegación o un combate a campo abierto de final incierto.

Estas son las principales incógnitas que deberían despejarse en este futuro cónclave.

El liderazgo

Cada vez son más las bases territoriales que hablan abiertamente de que el excandidato a president y exconseller convergente Jordi Turull debe sustituir a Jordi Sànchez al frente del partido. Sànchez ha acumulado malestares internos por su estilo de gobernanza y porque es visto como demasiado tibio en el flanco independentista. Turull se deja querer y sostiene que no quiere una guerra. Y Sànchez es consciente de todo ello y guarda sus cartas. El pacto sería la solución lógica si viviéramos tiempos convergentes. Pero Sànchez es un político hábil, lleva meses trabajando en el territorio para forjar candidaturas municipales y mantiene hilo directo con Puigdemont.

La otra figura clave es Laura Borràs, la presidenta del Parlament y candidata en las últimas elecciones. Pero su liderazgo pende de un hilo porque la justicia está a punto de abrirle juicio por malversación, entre otros delitos. Sànchez y Borràs son como el agua y el aceite, y su divorcio es evidente en el estilo de hacer política y en sus contenidos.

Por su parte, Puigdemont mantiene una carta fundamental: la de amenazar con una espantada, como ha hecho ya en el pasado, si no se cumplen sus designios. El expresident ya ha admitido ante los miembros del Consell per la República que, para dedicarse a este organismo que él lidera desde Waterloo, podría dejar la presidencia de Junts, que, hoy por hoy, no le otorga ningún peso extra en las decisiones orgánicas -de las que se aleja-, pero sí como líder de una línea política basada en volver a preparar un conflicto con el Estado para lograr la independencia.

La estrategia

El mínimo común denominador de las diferentes familias es que Junts debe defender la independencia de Cataluña mediante un conflicto como el de 2017. Pero a partir de ahí, la definición de esta estrategia está por hacer, admiten muchos. Además, algunos -los vinculados al Govern- piden hacer compatible este combate con la 'realpolitik' de un Govern que juega dentro de los márgenes de la ley. Otros, en cambio, preferirían poner fecha al asalto a la independencia y romperían amarras con el gran rival, ERC. Se trata de personalidades como Borràs, quien, sin embargo, ha topado con la realidad en el 'caso Juvillà'. "No puedes defender el frentismo y no afrontar la realidad", resume un exmiembro de la Administración.

En esta indefinición, Sànchez intenta convertir a Junts en un partido ordenado que compita con ERC en la centralidad del tablero político, y dispuesto a pactar con quien sea y a negociar políticamente en Madrid. Otros, en cambio, mantienen el discurso del 'no' a cualquier pacto con los socialistas pese a que, de nuevo, la realidad constata que Junts y PSC gobiernan juntos la Diputación de Barcelona, y que ambos partidos están en sintonía en asuntos no menores como la ampliación del aeropuerto de Barcelona y la candidatura olímpica.

La dirección

La actual ejecutiva de Junts no es operativa, según admiten varios de sus integrantes. Ni se toman decisiones ejecutivas, ni las que parecen tomadas generan apoyos unánimes. Se está reclamando un núcleo dirigente más ejecutivo y cohesionado. Pero, según afirma un conocedor de la formación, la actual existencia de distintas familias hace previsible que esta nueva dirección sea un Frankenstein, en el que se integren figuras políticas relevantes con gran personalidad en ámbitos como el Parlament, el Govern, las Cortes o las distintas comarcas en las que el partido se está desplegando. No será una convivencia fácil si esta amalgama no se coordina. Los recelos, hoy, son la norma de las reuniones y ha hecho falta un cónclave a puerta cerrada de dos días en Cardona, nada fácil, para intentar superarlos. Además, el partido deberá forjar su despliegue territorial a las puertas de las elecciones municipales.

El Govern

Tampoco los consellers de Junts en el Govern viven una cohesión y un liderazgo ejemplares. Quien debería encargarse de ello, el vicepresidente Jordi Puigneró, no ejerce como tal, según afirman en privado algunos de los implicados. Puigneró tuvo durante meses la etiqueta de posible sucesor de Puigdemont y posible candidato a president, pero mes a mes ha ido desapareciendo de la brega política, centrándose únicamente en su gestión en el ámbito de la tecnología.

Ello ha hecho que la figura del 'conseller' de Economia, Jaume Giró, sobresalga cada vez más como una síntesis entre la combatividad -verbal- contra el Estado y la gestión pretendidamente eficaz del día a día de un Govern en periodo de pandemia y crisis. Los integrantes de Junts en el Govern serán los menos proclives, por razones obvias, a secundar a las voces que periódicamente reclaman divorciarse de Esquerra porque, según estas fuentes, los de Oriol Junqueras han abandonado la confrontación con el Estado. Los 'consellers' alegan que, en tiempos de zozobra social, demostrar una gobernabilidad eficiente es esencial para que el partido esté en la centralidad y pueda competir con ERC.

Las elecciones municipales

El congreso puede abordar un problema grave de Junts: la falta de implantación en los ayuntamientos. Tras desgaarse del PDECat y abandonar, teóricamente, la posconvergencia, Junts carece de peso en los consistorios. En el área metropolitana de Barcelona, su poder es prácticamente nulo en relación a su principal rival, ERC. Ello genera dos visiones: la de quienes creen que no se debe renunciar a la bandera de la confrontación con el Estado, pese a que ello reste votos metropolitanos, y la de quienes sostienen que se debe hablar, sobre todo, de políticas municipales y del día a día para tratar de implantarse en estos ayuntamientos.

El secretario general, Jordi Sànchez, junto al de organización, David Saldoni, exconvergente, confían en el plan para fagocitar alcaldes del PDECat para salvar los muebles en las municipales de 2023. Para ello, el congreso debería cerrarse sin división y con una implantación visible en todo el territorio. "Somos un partido todavía débil", admiten algunos.

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