Diez horas de reunión, un gesto, un receso y un acuerdo. Estos cuatro elementos han logrado que el estado de ánimo de los diputados del PSOE haya dado un vuelco en siete días. De sentir desconcierto político a encontrarse otra vez con la batuta de la legislatura. De la desazón a la ilusión. El presidente del Gobierno logró la mutación el pasado viernes en Bruselas. A partir de entonces, todo han sido buenas noticias para la bancada socialista. 2022 ya se ve mejor.

Ese ánimo renovado se visibilizará y se escuchará este miércoles en el Congreso, en donde tendrá lugar el debate sobre el último Consejo Europeo y sobre una cuestión espinosa, aunque parece olvidada ya: la crisis provocada con el Sáhara Occidental tras decidir el Gobierno que apoyará el plan de autonomía ofrecido por Marruecos. Esta decisión provocó la soledad del PSOE en el Congreso hasta un punto nunca experimentado antes, durante la presente legislatura. No sólo se revolvieron los tres principales partidos del centroderecha, de la derecha y de la extrema derecha, sino también los aliados parlamentarios: ERC, EH Bildu, Más País, Compromís, y sobre todo, Unidas Podemos. Todos denunciaron el viraje de Sánchez y de su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.

José Manuel Albares en la comisión de Exteriores sobre el Sahara. JOSÉ LUIS ROCA

Esto lo padecieron en el Congreso. Fuera, la situación no resultó más halagüeña. Los paros en el transporte produjeron imágenes y estampas que el PSOE llevaba tiempo temiendo, desde que Vladímir Putin inició la invasión a Ucrania. Lineales de supermercados vacíos, escenas violentas entre transportistas, quejas de los empresarios, ciudadanos molestos. Además, la factura de la luz en niveles muy altos y las torretas de las gasolinas mostrando precios del combustible en máximos históricos.

El mal ambiente dentro del Congreso y el estado de indignación de fuera formaron un cóctel emocional muy enrarecido, y los diputados socialistas lo digirieron mal. Entre ellos y ellas lo comentaron. En el almuerzo, en reuniones y en conversaciones de pasillo. Ahora comentan que la sensación es otra. Cinco fuentes de la bancada socialista relatan a este medio el vuelco anímico.

Sin noticias del presidente, pero sí de Zapatero

El Congreso será el escenario, este miércoles, de las primeras explicaciones de Sánchez, explicaciones de calado, sobre el viraje histórico con el Sáhara Occidental. "Nos hacía falta", coinciden las fuentes a las que ha preguntado El Periódico de España. Albares se encargó la semana pasada de un primer repertorio de aclaraciones, tanto en el Senado como en el Congreso, en la Comisión de Asuntos Exteriores. La movilización del argumentario no satisfizo a los socios parlamentarios y generó dudas en muchos diputados socialistas.

El portavoz socialista en el Congreso, Héctor Gómez, en rueda de prensa. EP

Sabían que el presidente se explayaría unos días más tarde, el 30 de marzo, este miércoles, y a eso apelaron en sus conversaciones privadas. Paciencia era un término común. El problema es que la paciencia no casa bien en contextos convulsos, como el de la semana pasada.

Otros diputados se mostraron más comprensivos, bien por lo que leyeron en medios de comunicación, bien por su coincidencia con exmandatarios socialistas en eventos de partido. Por ejemplo, en Huesca, en un acto organizado por la federación de la provincia el 19 de marzo, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero pronunció una conferencia que resultó tranquilizadora para los asistentes, entre ellos la ministra de Educación, Pilar Alegría.

Sabedores de que el giro con el Sáhara era un asunto sensible para militantes y cuadros orgánicos, el PSOE oscense emitió un comunicado de prensa tras el acto en el que incluyeron afirmaciones del expresidente, afirmaciones como esta: "Desde 2008, nuestro país apoya el proyecto de autonomía presentado como base para el proceso de negociación entre Marruecos y el Frente Polisario, y el Gobierno de Mariano Rajoy no cambió la posición". O ésta: Sánchez "ha reafirmado una posición inteligente y decidida que no determina el resultado final a un conflicto que dura ya medio siglo". O ésta otra: "España y los intereses de nuestro país exigen una buena relación con Marruecos".

El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, durante su intervención en la segunda jornada del Congreso Federal del PSOE. EFE

Ministros "quemados"

Un ministro y un diputado socialistas sufrieron en sus carnes el malestar de la oposición. El jefe del grupo parlamentario, Héctor Gómez, vivió una reunión de la Junta de Portavoces tremendamente tensa, el martes pasado. A raíz de la aceptación de un cambio de pregunta de EH Bildu, a formular en la sesión de control, el representante del PNV, Aitor Esteban, pidió cambiar el orden del día del pleno de la semana para incluir la comparecencia de Sánchez sobre el giro con el Sáhara. El PSOE se negó y se crispó la reunión. La oposición entera reclamó la asistencia del presidente con urgencia, pero no lo consiguió. Horas después, el ministro de Asuntos Exteriores se esforzó en esquivar las críticas de los grupos. Tanto Gómez como Albares se encontraron completamente solos.

El control al Gobierno del día siguiente puso imágenes y palabras al descontento y a la indignación. En la bancada socialista reconocieron que fue un mal día. "La preocupación fue creciendo", asegura una diputada. "Unidas Podemos dejó de ir a las votaciones de algunas comisiones, los transportistas parados y en los medios escenas de desabastecimiento; la mayoría parlamentaria parecía resquebrajarse", recuerda para ilustrar esa preocupación.

Al listado de problemas cabría añadir la gira del presidente por diversos países europeos y el consiguiente silencio. El Gobierno y el Partido Socialista se blindaron la semana pasada, en el plano comunicativo interno, a la espera de los avances del líder. "Esa ausencia de liderazgo y explicaciones no ayudó a mejorar el ambiente". En conversación con este medio, una de las fuentes apunta que incluso, entre los compañeros, se llegó a verbalizar un temor más: que el ministro Albares y la titular de Transportes, Raquel Sánchez, salieran "quemados".

La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, abandona la sesión de control al Gobierno en el pleno de este martes en el Senado. EFE

El punto de inflexión

Llegó el viernes, el día del Consejo Europeo dedicado a la gestión de la crisis energética. Sánchez había dado a entender, en los minutos previos, que más que un desacoplamiento del gas en el sistema eléctrico, había que esperar un acuerdo sobre la "excepción ibérica". España y Portugal forman "una isla energética" debido a un menor grado de interconexión con las redes e infraestructuras del resto del continente.

El argumento sirvió, pero tuvo que sortear obstáculos. Una filtración engañosa sobre que Sánchez estaría dispuesto a vetar los acuerdos enfadó al presidente, que se levantó airado de la mesa y se marchó de la Cumbre. Tras el receso, el acuerdo se encarriló. La Comisión Europea, tras diez horas de Consejo, aceptó la posición de España y Portugal.

En próximas semanas, un precio de referencia que limite la tarifa del gas propiciará una bajada de los precios. El PSOE tiró de redes sociales para pregonar el éxito de su líder, al que siguieron una serie de acontecimientos relacionados con el decreto contra la crisis derivada de la guerra de Ucrania.

Decreto aprobado este martes en el Consejo de Ministros y que será convalidado próximamente en el Congreso, pues ni PP, ni ERC, ni Cs, ni PNV, ni EH Bildu, ni Más País han dicho que se vayan a oponer. Las medidas energéticas, fiscales y sociales, aunque con "peros" por su supuesta falta de ambición, han sido bien recibidas. Ha ayudado la labor de comunicación hecha por el Ministerio de Presidencia y Relaciones con las Cortes, aunque llegaran tarde los contactos, a juicio de un diputado de la oposición de izquierdas.

Nadia Calviño.

Este lunes empezó "mejor" que el anterior, señala un cargo socialista. Los acuerdos con los transportistas, la normalización del abastecimiento alimentario, el éxito de Bruselas y un decreto con un amplio consenso garantizado han obrado la mutación anímica en el PSOE. La política se mueve por impulsos emocionales.

"Ahora el presidente se ha vuelto a poner a la cabeza de las respuestas a la crisis", enfatiza una fuente socialista. "Su liderazgo ha quedado más que demostrado", proclama otra.

Sin embargo, sigue pendiente el Sáhara. La preocupación e incredulidad sobre ello ha mutado también. El problema está latente, problema en cuanto a comunicación, pero parece más ligero, quizá por la velocidad a la que discurren los acontecimientos. "Va todo tan rápido que ya estamos en otra cosa", reflexiona otra fuente socialista.