El pasado jueves, en el Congreso, Ciudadanos apoyó las tres iniciativas del PSOE que se votaron: la toma en consideración de una proposición de ley para que los funcionarios de prisiones sean reconocidos como agentes de la autoridad a efectos legales, una PNL para que el éxodo conocido como "la desbandá" en la carretera de Málaga a Almería tenga un lugar en la memoria democrática del país y la continuidad del trámite de la modificación de la ley de pensiones. ¿Significa que la formación de Pedro Sánchez y la de Inés Arrimadas son aliados parlamentarios? Pues no.

El detalle sirve para ilustrar una tendencia que Ciudadanos está siguiendo desde hace tiempo de forma discreta: dejar claro que no son una oposición de decir a todo "no". Como resume una fuente de esta formación, la apuesta es transmitir que representan un espacio de moderación y centro. "Es la esencia de los liberales", apostilla.

¿Puede Ciudadanos apoyar una ley socialista? Puede. ¿Puede Ciudadanos salir a la calle con el PP y Vox para defender los intereses de sindicatos policiales o de una asociación de víctimas del terrorismo? Puede. ¿Puede un partido ir a la socialdemocracia un día y al liberalismo otro? Puede. Eso dicen las fuentes del partido con las que ha hablado EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario perteneciente al grupo editorial Prensa Ibérica, al igual que este medio.

La reforma laboral

En un Congreso de bloques izquierda-derecha, nueve diputados se han propuesto romper la polarización siempre y cuando aparezca una ley o una iniciativa que no trastoque su filosofía. En el partido son conscientes de que alinearse con el Gobierno, en una norma determinada, les expondrá a la ofensiva de populares y de Vox. La resistencia no es una opción; es el método.

La negociación del nuevo modelo laboral puso a los diputados de Cs delante de un espejo. El retrato que vieron les gustó. Frente a la entonces formación de Pablo Casado (sigue siendo líder, pero meramente decorativo) y la de Santiago Abascal, que rechazaron el decreto desde el momento en que lo aprobó el Consejo de Ministros, los liberales encontraron una ventana de utilidad que no podían desaprovechar. Utilidad es, de hecho, la palabra que han incrustado en el ideario para salir adelante y superar los problemas que les acechan, que no son pocos.

La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, se comprometió ante la CEOE a respaldar el decreto de la reforma laboral tal y como salió de la mesa de diálogo social y del Consejo de Ministros. Los cargos del partido sondearon a empresarios, sindicatos y a contactos del PSOE. Cambiar el texto abocaría al decreto a una zona peligrosa. Decidieron estar en el sector del "sí" desde el principio y jugar una carta: expresar su disposición en público, sacar a los independentistas de la ecuación y presionar, así, a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Mientras tanto, fuera de los focos, en silencio, el PSOE comenzó a construir el bloque parlamentario que avalaría la reforma laboral. Estaba Cs.

Castilla y León como punto de inflexión

El modelo del mercado de trabajo que contiene el decreto es mejor que el que se iba a derogar. Ciudadanos efectuó esta lectura. Más allá de los componentes de derecho y relaciones laborales, brilló con luz propia el grado de consenso que había alrededor. No entendieron los dirigentes de Cs la terquedad del PP en salirse del acuerdo.

Una fuente de la formación, por aquellos días de primeros de febrero, en conversación con este medio, hizo la siguiente reflexión. Tras preguntarle si temían que apoyar una medida estrella del Gobierno de PSOE y Unidas Podemos les perjudicara en las elecciones de Castilla y León, contestó: "Al contrario. ¿Cómo nos puede perjudicar el apoyo a una ley que favorece la contratación indefinida y que al mismo tiempo protege intereses legítimos de los empresarios? Lo que perjudica es oponerse a la ley porque sí, como hace el PP".

El resultado electoral fue durísimo para Ciudadanos, pues sólo retuvo el escaño de su candidato, Francisco Igea. Sin embargo, fue también un revés para el PP. Tanto que unos días después se generó una crisis interna sin parangón que se llevó por delante a Teodoro García Egea y al propio Pablo Casado. El hoy presidente en funciones, Alfonso Fernández Mañueco, adelantó los comicios para borrar a Cs del mapa de la comunidad y asentarse en la mayoría absoluta. Quiso hacer lo mismo que Isabel Díaz Ayuso el 4 de mayo de 2021 en Madrid. No lo logró.

A la espera del día que elija Juanma Moreno para celebrar elecciones en Andalucía, donde los liberales, si se convierten en intrascendentes o desaparecen del Parlamento, pondrán un pie en el abismo, los nueve diputados de Ciudadanos se han erigido en el bastión de la formación y de sus expectativas electorales. Saben, pues lo reconocen las fuentes del grupo parlamentario, que la repercusión nacional de sus logros en las Cortes Generales animará o desanimará las opciones de la marca en las autonomías y en las ciudades.

Aprovechar la tormenta

La irrupción de Alberto Núñez Feijóo es, a priori, una pésima noticia para Ciudadanos. La lógica indica que un candidato que ha hecho de la moderación y de la política sin aspavientos sus señas de identidad ha de hundir el optimismo de los liberales. Pero en el partido de Arrimadas no se arredran. "Unas elecciones generales no son unas elecciones gallegas y Galicia no es como el resto del país", apunta un dirigente, quien pronostica así una serie de adversidades para el dirigente gallego.

Parece que no hay estrategia definida para atacar al presidente de la Xunta, o no la quieren desvelar las fuentes. Acaso prevén que el nuevo líder del PP busque pactar el CGPJ con Pedro Sánchez nada más instalarse en Génova, lo que, si es el caso, les permitirá desplegar una batería argumental en la que están cómodos: "el pasteleo" institucional del bipartidismo.

Mientras diseñan la hoja de ruta para resistir al previsible auge de Feijóo, los nueve diputados, incluida Inés Arrimadas (actualmente de baja por maternidad), buscarán beneficiarse de los conatos de inestabilidad que presagian varias formaciones. Porque el bloque de la investidura no actúa ahora con el mismo brío que cuando aprobó los presupuestos de 2021 y de 2022. ERC y EH Bildu no son socios parlamentarios garantizados; no paran de decirlo sus representantes.

En Cs intuyen, además, según palabras de las fuentes consultadas, que al PSOE le interesará alejarse de los pactos con los independentistas a medida que se acerque el ciclo electoral.

Si es así, ahí estarán los nueve. "El Gobierno sabe que con nosotros y el PNV, y con partidos pequeños, tiene una vía alternativa de consenso", afirma uno de los nueve diputados. Se vio con las últimas prórrogas del primer estado de alarma y se vio con la reforma laboral, en la que precisamente la salida de los nacionalistas vascos estrechó sobremanera el margen.

Ahora bien, como remarcan las fuentes del grupo, no cabe confundir esta apuesta por ser útiles en la agenda legislativa con la adopción de un tono complaciente con el Gobierno. Ni mucho menos, puntualizan.

El rumbo que ha tomado la política nacional a raíz de la guerra de Ucrania, de nuevo hacia una crisis económica y social, pone a prueba este funambulismo por el que quiere transitar Ciudadanos. A la vez que usan los frentes de ataque a la coalición (denostar a Unidas Podemos y exponer la inconsistencia socialista), tratan de mostrarse como potencial aliado. Así, Edmundo Bal, cuando fue llamado en la nueva ronda de reuniones del Ejecutivo para pergeñar el plan nacional ante la crisis derivada de la guerra de Ucrania, entregó a Félix Bolaños un documento con sus propuestas.

Cs demostrará su apuesta por ser "bisagra" con votos en el Congreso en los que pesará la utilidad antes que la ideología, con propuestas sociales (una ley para enfermos de ELA, hace poco aceptada a trámite), con discursos pegados a la rutina de las clases medias y las clases bajas (salud mental, rentas, educación de los hijos, Formación Profesional) y con actitud de escucha ante el PSOE. Pero todo ello sin dejar de avasallar al "sanchismo".

El reto es ambicioso. Colarse por esas rendijas de la mayoría parlamentaria sin que se resientan las perspectivas electorales es complicadísimo. Pero lo van a intentar. Las encuestas, adversas por ahora, irán examinando la estrategia. La prueba final, la de la supervivencia, en las urnas. Hasta entonces, perseverancia, propuestas sociales, sentido común y moderación.