En política, y más ante unas elecciones, es capital la gestión de expectativas. Pedro Sánchez lo sabe bien por sus vidas pasadas. Cuando en 2015 y 2016 las encuestas desahuciaban al PSOE y dibujaban un sorpaso de Podemos, un mal resultado, pero mejor de lo esperado, lo salvó. Parcialmente, sí, hasta que su propio partido lo defenestró (pero eso ya es otra historia). Ahora, echado el telón de la campaña de las autonómicas de Castilla y León, Ferraz y la cúpula regional creen que han acertado con la estrategia: un viaje a las urnas de "menos a más", sin desviarse de la temática principal —los problemas de la comunidad—, optando por la prudencia y fiando todo al mensaje del "cambio" después de 35 años de gobiernos del PP. Y a un candidato, Luis Tudanca, "honrado", con un perfil sin grandes aristas y que conoce a fondo la tierra. Los socialistas sacan pecho del recorrido y lo oponen a un PP que vendió hace semanas la opción de una mayoría absoluta muy cercana y que, según todos los sondeos, se ha ido desinflando. Un fallo en la gestión de expectativas, en definitiva, que puede herir más aún —eso espera Ferraz— a Pablo Casado.

Tudanca ganó los comicios de 2019 (35 procuradores, un 34,84%) y en el PSOE esperan repetir como primera fuerza en Castilla y León. Un objetivo que ven al alcance de la mano, ya que creen que están prácticamente empatados con los populares con un 29-30% de las papeletas. Reeditar la victoria sería un triunfo en una comunidad eminentemente conservadora, pero la clave estará en la suma de PP y Vox. Si derecha y ultraderecha no llegan a la mayoría absoluta, el PSOE está convencido de que podrá tejer una alianza plural a izquierda y derecha que tumbe a Alfonso Fernández Mañueco y desaloje al PP. Dirigentes de peso en el partido creen que el Gobierno está más cerca que nunca, porque el PP está "muy desmovilizado" y el tirón de los de Santiago Abascal es menor al que pintan los sondeos. En Ferraz se agarran a la cautela: "Nuestra primera meta es ganar en votos, estamos muy igualados, después ya se verá".

Con un resultado que se prevé apretado, y una participación que podría rondar, calculan en la dirección federal, el 60-63% (fue del 70,71% en 2019), la balanza puede inclinarse por muy pocos votos. De ahí que los socialistas se hayan empleado a fondo en los últimos días para intentar repetir primeros en la mayoría de provincias —vencieron en todas menos Ávila y Salamanca— y para hacerse con los restos. Con el último escaño en disputa en cada una de las nueve provincias, porque eso puede dar la vuelta a los resultados. Ahora mismo, estiman, baila el último diputado de Soria, Valladolid, Segovia y Burgos. Eso explica que el presidente se sumara de imprevisto el jueves al mitin en Burgos, y el desembarco diario de dirigentes federales y ministros en todo el territorio, y el refuerzo en esos cuatro puntos.

"Vamos a darles una lección que no olvidarán. El cambio está aquí, al llegar. El domingo empieza todo", subraya Tudanca. Los socialistas ven factible vencer en votos, no tanto en escaños

Los socialistas se han crecido con la campaña. "A nosotros, la sonrisa se nos ha hecho más ancha y a ellos, el enfado", ironizaba Tudanca en el mitin de cierre en Valladolid, junto al alcalde de la capital, Óscar Puente, y Pedro Sánchez, en un lugar fetiche para el hoy presidente, la Cúpula del Milenio, que llenó contra pronóstico en el arranque de su campaña contra Susana Díaz, a la que batió en primarias. "Ya no duda nadie el cambio a la vuelta de la esquina", clamó el regidor. "Vamos a darles una lección que no olvidarán. El cambio está aquí, al llegar. El domingo empieza todo, van a pasar grandes cosas en Castilla y León. Vamos a aprovechar esta oportunidad", agregó el candidato.

La "buena política"

El presidente remó, por su parte, a favor del voto útil, en consonancia con los 'trackings' internos que preconizan una concentración de la izquierda en torno a Tudanca: “Si no queremos que se repita la historia, que los cuarteles generales de la derecha en Madrid impidan el cambio [el pacto entre PP y Cs frustró en 2019 un Gobierno socialista], no podemos repartir el voto, sino concentrarlo en el único partido que puede liderar y llevar a cambio ese cambio, que es el PSOE y Luis Tudanca". 

Pero Sánchez no podía resistirse a uno de los eventos que ha jalonado esta campaña: la votación de la reforma laboral. Este viernes se conoció el informe demoledor de los letrados del Congreso, que descarta el error informático al que se agarró el PP para intentar anular el triunfo del Gobierno. Los servicios jurídicos de la Cámara cerraron "la puerta a la maquinación" y a la acusación de "pucherazo", presumió Sánchez, quien de nuevo instó a los suyos a reivindicar la "buena política". Eso le llevó a burlarse de la campaña de Casado y Mañueco, que ha explotado hasta la saciedad la polémica de la carne y se ha concentrado en el campo.

Sánchez se burla de la campaña de Casado, el 'book' de fotos ante secaderos de jamones, vacas, ovejas o terneras: "¡La política es lo que hace el Gobierno del PSOE, y es algo muy serio!"

"La política no es hacerse un book de fotos, no es hablar en un secadero de jamones, fotografiarse delante de ovejas, de vacas, de terneros —gritó Sánchez ante un enardecido auditorio —. La política es subir el salario mínimo, revalorizar las pensiones, aprobar el ingreso mínimo vital, una ley de muerte digna, una ley de Formación Profesional, es descentralizar instituciones. ¡La política es algo muy serio, y es lo que hace el Gobierno del PSOE y no el PP!".

En Ferraz y en la federación regional se subraya que "nunca" el PSOE había vivido una campaña con su gente "tan ilusionada y enchufada", con el partido "unido, como una piña", a diferencia del PP, "muy movilizado". La campaña ha ido "de menos a más" y también la activación de sus bases —del PSOE se dice que es una formación diésel—, y ha servido, creen, para concentrar el voto útil. "Hemos visto los actos llenos, las carpas llenas, la gente nos pedía papeletas, y eso no nos pasaba nunca", relataban en el equipo de Sánchez este viernes, visiblemente satisfechos. Unas 1.500 personas se concentraban en la Cúpula del Milenio.

Los socialistas ven que la oportunidad es clara hoy, en 2022, por un 13-F convocado por "intereses ajenos" a los castellanoleoneses, por la losa de las tres décadas y media en la Junta, por una campaña, la del PP, que tachan de errática y equivocada. Y Mañueco, recuerdan, no es Ayuso, ni Castilla y León es Madrid. Los secretarios provinciales y la cúpula federal remarcan que ven movilización de los suyos y de Vox, y que Cs puede incluso salvar los muebles manteniendo el escaño de Paco Igea, que puede llegar a ser decisivo. Significativamente, Tudanca no ha atacado al candidato naranja, precisamente por si a partir del domingo PP y Vox no suman y la formación de Inés Arrimadas puede ser clave para arrebatar el Ejecutivo a Mañueco.

Un "dos por uno"

Tudanca, Sánchez y todos los oradores en este viaje al 13-F han insistido en el mensaje del "cambio" tras 35 años de gobiernos del PP y han azuzado el miedo a la suma de PP y Vox. Día a día. "Solo hay dos caminos y hay que movilizar, participar. No tenemos mejor instrumento para cambiar las cosas que el voto", llamó Tudanca. Para Tudanca, hay que "poner pie en pared y parar a la derecha y a la ultraderecha”, "acabar con la derecha que es la responsable de los problemas de esta tierra”. El alcalde de Valladolid instó a los votantes a hacer un "dos por uno", a castigar a Mañueco y Casado, a rechazar el ardid de los populares, que convocaron unas elecciones "sin razón, con pretextos y dando la patada al socio" de Cs. Comicios que se han convertido más bien en una "prueba de resistencia de materiales" del PP, en su examen final en un momento, completó Sánchez, de "agotamiento" de su proyecto.

Los morados, eso sí, llegan al final de la campaña como la empezaron: esgrimiendo el bulo que se construyó en torno a las palabras de Alberto Garzón y a las macrogranjas. La polémica metió de lleno al candidato de Unidas Podemos, Pablo Fernández, que espera revalidar los dos escaños de Podemos y el que obtuvo IU en 2019. Está por ver si la alianza de ambas formaciones —se presentan juntas por primera vez en este territorio— no les resta apoyos, como ocurrió en 2016 cuando Pablo Iglesias y Garzón formaron Unidas Podemos. 

Los morados acaban la campaña esgrimiendo el bulo que se construyó en torno a las palabras de Garzón y las macrogranjas. La polémica metió de lleno al candidato, Pablo Fernández

La práctica ausencia de Yolanda Díaz en Castilla y León (solo acudió un día, este jueves) puede tener un doble efecto. La vicepresidenta segunda se ha mantenido al margen de las elecciones, pese a ser la primera cita electoral que encara como líder de Unidas Podemos, lo que podría penalizar a los morados. No obstante, tenía excusa. La ministra de Trabajo ha tenido una agenda endiablada. Primero, la reforma laboral; después, subir el salario mínimo hasta los 1.000 euros. En UP creen que esto jugará a su favor el próximo domingo.

Además, los morados han endurecido en las últimas semanas su discurso contra el PSOE, reprochándole el apoyo de Cs a la reforma laboral y marcando línea dura en lo relativo a la reforma fiscal. "No valen los sí pero no del PSOE, las medias tintas, y las piernas temblorosas del PSOE", avisó Ione Belarra este viernes en Valladolid, antes de acusarles de "incumplir el acuerdo de gobierno". "Si queréis garantías de que hay un Gobierno nítidamente de izquierdas sin experimentos con la derecha lo único que se puede votar es Unidas Podemos", sentenció.

La izquierda, en cualquier caso, no es la que se la juega este 13-F. Es la derecha, y en función de su desempeño se valorará el resultado del resto de fuerzas. El PSOE no oculta su ánimo, está convencido de que acaba bien el camino, de que moviliza a los suyos un escenario que se perciba de empate. En Ferraz prefieren recordar el precedente de Catalunya, justo hace un año, y no el de Madrid el 4-M. Contra Ayuso, todo fue mal. Ahora, estiman la victoria no parece lejana. Las urnas dirán si hay equilibrio de fuerzas o fue solo un espejismo.