Un frente internacional que el Gobierno daba ya por cerrado se reabrió este miércoles de manera inesperada. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, propuso "hacer una pausa" en las relaciones con España, que, dijo, "nos va a convenir a los mexicanos y a los españoles". "Vamos a darnos un tiempo" y que se retomen, llegó a plantear, cuando él ya no esté en la presidencia. "No es buena la relación", mantuvo, y "a mí me gustaría hasta que nos tardáramos en que se normalizara".

Una reflexión que López Obrador realizó, al hilo de unas críticas previas a las empresas españolas, a las que asimiló con las empresas de EEUU. Según él "los que antes eran los dueños de México". "Era un contubernio allá arriba", una "promiscuidad económica y política en la cúpula de los gobiernos" que ha durado "tres sexenios". "México llevaba la peor parte, nos saqueaban", defendió, en referencia a España, durante su habitual conferencia de prensa matutina.

Pero el presidente mexicano no supo explicar después en qué consiste esta pausa. "Vamos a darnos tiempo para respetarnos y que no nos vean como tierra de conquista". "Si queremos tener relaciones con todos los pueblos del mundo pero no queremos que nos roben", prosiguió. "Los españoles no quieren que lleguen de ningún país a robarles, tampoco queremos nosotros".

Carga contra Iberdrola y Repsol

Eso no impidió que pusiera nombres y apellidos al saqueo. A la petrolera Repsol la relacionó con el ex presidente mexicano, Felipe Calderón. A la eléctrica Iberdrola con Vicente Fox. Pemex (Petrolera Mexicana) pagaba a "precios elevadísimos", más los viajes, hoteles, sostuvo. Contratos que no se cumplían, que no se licitaban, según López Obrador. Sus críticas alcanzaron también a la constructora OHL, que vincula a la época de Enrique Peña Nieto, e incluso a los medios de comunicación, a quienes acusó de "no hacer reportajes de todo esto".

Su diatriba causó un gran asombro en Ejecutivo español, que en ningún caso esperaba esta salida de tono. Al contrario, la crisis institucional auspiciada por López Obrador, con el hostigamiento a las empresas españolas y con la carta que en marzo de 2019 envió al Rey exigiendo disculpas públicas por la conquista, empezaba a reconducirse. Inicialmente el Ministerio de Exteriores optó por no hacer declaraciones para no "añadir más gasolina". Pero José Manuel Albares, que se encontraba en Lyon, acabó por realizar un pronunciamiento en el que mostró la "sorpresa" del Gobierno por las palabras de López Obrador, aunque trató también de rebajar su alcance.

Albares pide aclaraciones

El ministro defendió que se habían hecho en un "contexto informal", a preguntas de un periodista y no suponen una "posición oficial". En todo caso, su departamento estaba tratando de verificar qué significaban. "Más allá de declaraciones verbales súbitas o palabras puntuales", añadió, "la relación entre España y México es estratégica". "El Gobierno no ha hecho nada que puedan justificar estas manifestaciones", reiteró. "Lejos de una pausa lo que existe es un incremento de las relaciones empresariales".

Pese a los intentos de minimizar este asunto, Albares sí avisó de que "el Gobierno defenderá los intereses de España ante cualquier circunstancia y ante cualquier país". Y recordó a López Obrador que esta nueva posición contradecía sus últimas manifestaciones y las de su secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, que agradeció personalmente a Albares a través de las redes sociales, "sus buenos oficios y simpatías por México".

Este derrape verbal del presidente mexicano se produce justo cuando el Ejecutivo pensaba que había logrado superar la tensión diplomática de estos últimos tres años, después de la concesión definitiva del plácet al nuevo embajador de México en nuestro país, Quirino Ordaz, tras meses de espera, el pasado 28 de enero. El propio López Obrador dio por hecho a mediados de ese mes que la propuesta de Ordaz sería aceptada y señaló que las relaciones con nuestro país estaban "bien".

"La relaciones se van a reforzar"

Como refuerzo a lo que parecía la apertura de una nueva etapa ministro de Exteriores dijo recientemente en la comisión de Asuntos Iberoamericanos del Senado, que "hay interés de abrir una nueva página" y que "en los próximos meses las relaciones se van a reforzar". Es "un socio estratégico para España al que nos une una rica agenda de intereses compartidos y profundos lazos", subrayó.

La extrañeza sobre la reacción de López Obrador es aún mayor porque no había ningún motivo para que abordara el estado de las relaciones con España. A punto de reunirse este miércoles con el enviado especial del Gobierno de Joe Biden en materia de cambio climático, John Kerry, una pregunta sobre unas valoraciones del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, contra la reforma eléctrica de López Obrador, desató la tormenta sobre España. Salazar aseguró que "promueve tecnologías sucias, obsoletas y caras".

"Desviar la atención"

La respuesta del presidente mexicano al periodista fue que quieren "energía limpia para hacer negocios sucios". Aquí, "ya no se permite robar, a robar a otra parte". "No se permite la corrupción". "Nos ven como si fuéramos una colonia", indicó sobre EEUU y sus empresas, a quien también aludió como "los dueños de México". Esto fue justo lo que le permitió enlazar con la situación de las empresas españolas y con la relación diplomática con España.

No obstante fuentes conocedoras de la política mexicana consideran que lo que ha hecho López Obrador, más que cargar contra España, es que ha intentado "desviar la atención" de sus problemas internos. Acuciado por la polémica en torno a su hijo mayor, que ha vivido en una mansión en Houston (Texas), que era propiedad de un ejecutivo de una empresa petrolera que tiene contratos vigentes con Pemex , estas críticas contra EEUU y España también se interpretan como un modo de salir de una "agenda negativa". Es algo que, explican, hace habitualmente para contentar a sus seguidores.

Iberdrola, Repsol y OHL, centro de los ataques

La creciente escalada verbal de López Obrador contra España ha tenido como objetivo permanente también algunas de las empresas españolas presentes en el país. El presidente mexicano ha vinculado algunas de las grandes compañías españolas con tratos de favor y presuntos casos de corrupción durante los mandatos presidenciales de sus antecesores. 


López Obrador ha ligado a grandes empresas españoles con “una nueva conquista”, con un “saqueo” del país y las ha acusado de actuar como “dueños de México”, ligando estos supuestos comportamientos con la permisividad o complicidad de anteriores presidentes como Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón o Vicente Fox. La petrolera Repsol, la eléctrica Iberdrola y la constructora OHLA, son objetivos habituales de los ataques verbales del mandatario.


México ha sido uno de los mercados estratégicos para la expansión internacional de muchas empresas españolas. Según los registros del Instituto de Comercio Exterior (Icex), son más de 850 las compañías nacionales presentes en el país americano con inversiones acumuladas cercanas a los 50.000 millones de euros.


Entre las grandes compañías españolas con presencia en el país se encuentran los grandes bancos Santander, BBVA, Sabadell o Liberbank, las petroleras Repsol y Cepsa, las eléctricas Iberdrola, Naturgy o Acciona Energía, la operadora Telefónica, la aseguradora Mapfre, las constructoras ACS, FCC u OHL, además de grandes grupos turísticos como Meliá, NH Hotels, Riu, Barceló, Hotusa, Palladium, Room Mate o la aerolínea Iberia.