El positivo en coronavirus del candidato de CiudadanosFrancisco Igea, ha obligado al partido a replantearse una campaña que ya era de por sí complicada en su continua lucha por sobrevivir. Los líderes nacionales se movilizan y estarán en Castilla y León la próxima semana, mientras que la exconsejera de Sanidad, Verónica Casado, que gestionó la crisis sanitaria en la Junta en estos dos años, toma las riendas como protagonista. El partido naranja cuenta con que las tres dosis de la vacuna eviten el empeoramiento del candidato y que en la segunda parte de la campaña pueda volver a la calle.

El objetivo prioritario es pelear los debates. El primero está previsto para el próximo lunes. Ciudadanos intentará retrasarlo teniendo en cuenta, según explican a este diario, que el pacto con el resto de partidos incluye la no sustitución de los candidatos en caso de infección. La otra posibilidad es que se mantenga e intervenga de forma telemática.

En la formación reconocen que los dos debates autonómicos, que se deberían celebrar el 31 de enero y el 9 de febrero (este segundo muy cerca de la cita con las urnas) pueden ser decisivos para su resultado. Más aún teniendo en cuenta que serán a tres (PP, Ciudadanos y PSOE) después de que la Junta Electoral confirmara que Unidas Podemos y Vox quedan excluidos por no tener grupo parlamentario propio. La atención estará centrada en solo tres candidatos y el cara a cara de Alfonso Fernández Mañueco e Igea después de la ruptura precipitada del gobierno está llamado a ser el plato fuerte.

Contra todo pronóstico y después de haberse enfrentado en unas primarias contra Inés Arrimadas, el mayor activo de la formación naranja para estas elecciones es precisamente el propio Igea. De ahí, que su positivo haya supuesto un vuelco. Según el CIS preelectoral de esta semana, su índice de conocimiento entre la población alcanza el 88%, solo por detrás del presidente de la Junta. Igea, además de vicepresidente durante más de dos años y medio, ha ejercido como portavoz del gobierno autonómico y se ha construido un personaje político propio, más allá de las siglas del partido, con la transparencia como característica más reconocible —y no agradable para todo el mundo—.

A eso se suma un contexto nacional favorable, con Ciudadanos en el centro del debate de la reforma laboral por haber confirmado su voto afirmativo al texto pactado entre el Gobierno y los agentes sociales. Después de un tiempo en la irrelevancia, la reforma que se votará la próxima semana en el Congreso ha permitido el resurgir del partido de Arrimadas, que puede tener un papel crucial.

El “relato”

La moción de censura en Murcia desarmó por completo a la formación y sirvió de acicate a Ayuso, que supo ver una oportunidad histórica para recuperar el gobierno en solitario que el PP perdió en 2019. La credibilidad de Ciudadanos quedó muy tocada y el partido fue incapaz de remontar en la campaña a pesar de cambiar el candidato, que también había sido vicepresidente del gobierno madrileño. Ahora, dicen en la cúpula naranja, todo es distinto.

El adelanto de Mañueco pilló por sorpresa a Igea, hasta el punto de que dos días antes estaba pidiendo en una entrevista publicada en El Periódico de España estudiar la posibilidad de una candidatura conjunta en el futuro. El presidente castellanoleonés sostiene que podía producirse una traición a la murciana por las dificultades que encontraba para aprobar los Presupuestos del próximo año. Sin embargo, unos mensajes probaron cómo el consejero de Hacienda del PP estaba al tanto de las conversaciones que Ciudadanos mantenía con Por Ávila, el procurador que les faltaba para llegar a un acuerdo.

En la dirección nacional sostienen que el PP “quiso repetir la jugada de Madrid” con dos objetivos: acercarse a la mayoría absoluta y matar políticamente a Ciudadanos. Y, ahora, a dos semanas de las elecciones, auguran que no conseguirán ninguno de los dos. Todas las encuestas garantizan a los naranjas al menos un escaño: el de Igea por Valladolid. La más optimista ha sido la del CIS, que arroja una horquilla de los dos a los cinco procuradores, lo que permitiría que tuvieran incluso un grupo propio en las Cortes.

"Si es uno, es uno. Pero entrar"

Las encuestas internas que maneja la formación naranja sitúan el escenario más positivo en un máximo de tres procuradores que, sin embargo, tras la desaparición de Madrid, pueden convertirse en un éxito electoral. “Nosotros ahora apostamos a seguir teniendo representación. Si es uno, es uno. Pero necesitamos que Ciudadanos resista y siga existiendo”. Es una estrategia de salvar los muebles, pero que puede ser decisiva para la desaparición total del partido o la supervivencia como formación más pequeña.

Tras el desastre electoral de las generales de noviembre de 2019 Arrimadas tomó el mando de un partido completamente roto. A diferencia de Albert Rivera, cuya pretensión llegó a ser ocupar el espacio del primer partido del centro derecha en España en sustitución del PP, la nueva líder cambió la estrategia recuperando la idea original de una formación bisagra capaz de pactar a izquierda y derecha para convertir sus escaños en decisivos, aunque fueran en número mucho menor. “No se trata de tener muchos diputados, sino de que sean la llave”, repetían como un mantra en la nueva dirección. La moción en Murcia frustró esos planes y obligó a Arrimadas a alejarse por completo de acuerdos con el Gobierno.

El resultado que puedan obtener el 13 de febrero sigue muy abierto. En las tripas del CIS (la única encuesta que tiene más de 7.000 entrevistas en la región) algunos datos lo avalan. Uno es que el 52% de los encuestados asegura estar dudando entre dos partidos políticos. En el caso de los que dicen haber votado a Ciudadanos en 2012 ese porcentaje es incluso mayor. Y un 20% dice no estar seguro entre tres formaciones. 

A eso se suma otra pregunta en la que los encuestados expresan, pensando en las últimas citas electorales que se han ido celebrando, si tuvieron muchas dudas. Con diferencia, los que más lo hicieron fueron los que se decantaron por la papeleta naranja. El 58,3% de sus votantes aseguran que “dudaron entre dos o más partidos”, cuando en el resto de formaciones, esos electores dudosos están en el entorno del 35%. El partido naranja es también el que menos fidelidad tiene en este momento en Castilla y León: sólo el 19,7% que votaron a Igea hace tres años saben ya que lo volverán a hacer.