Después de meses sin coincidir y con episodios públicos de desencuentros entre ellos (bloqueos de WhatsApp incluidos), Teodoro García Egea e Isabel Díaz Ayuso volvieron a reencontrarse ante las cámaras este lunes en Madrid. Llegaron caminando juntos a un desayuno protagonizado por la presidenta madrileña en el Hotel Ritz y al que también acudía el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. Precisamente, en plena precampaña electoral (los castellanoleoneses están llamados a votar el 13 de febrero) el PP arranca el nuevo año político con una imagen impensable hace meses.

Durante su intervención, Ayuso aseguró que “Pablo Casado será quien lidere el cambio político en España”, insistiendo en que su única labor será “estar al lado de Casado” en “el cambio imparable” que llega con el nuevo ciclo electoral. Reconoció que en los últimos meses “hemos dado algunos titulares” por culpa de la crisis interna, pero también insistió en que ahora están “centrados en encabezar un proyecto muy importante y en ser la alternativa política en España”. Evitó citar expresamente a García Egea, pero sí agradeció la presencia de la dirección nacional con ella en la mañana de este lunes, confirmando la distensión.

Desde que se confirmó el adelanto electoral en esa comunidad, el líder del PP dio orden a la formación de "volcarse" de lleno con la cita, aparcar cualquier crisis interna y centrar todos los esfuerzos en el resultado de Mañueco. El objetivo es acercarse a la mayoría absoluta, como consiguió Ayuso en Madrid, para gobernar en solitario.

Al desayuno, además de Egea, asistió la plana mayor de la dirección del PP (Ana Pastor, Javier Maroto, Cuca Gamarra, Ana Beltrán, Antonio González Terol y Jaime Olano) con la excepción de Casado (a la espera de que una nueva PCR confirme su negativo en coronavirus) y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, también portavoz nacional, que disculpó su ausencia por motivos de salud.

Un pulso largo y profundo

La cuestión es que el pulso que Génova y la Puerta del Sol mantienen desde hace meses es demasiado profundo. Precisamente por eso son muchas las ocasiones en las que se ha frustrado cualquier acercamiento. En los congresos regionales del PP, como Andalucía y Castilla La-Mancha, el secretario general del PP y la presidenta madrileña evitaron coincidir a toda costa. Ha sido frecuente ver a García Egea inaugurar estos cónclaves internos y marcharse antes de que llegara Ayuso. Algo similar viene ocurriendo con el propio Casado.

Por eso, la presentación del libro de Mariano Rajoy el pasado 2 de diciembre levantó tantas expectativas. Era el primer reencuentro público entre el líder nacional del PP y la dirigente autonómica tras meses. Un momento lleno de tensión que tuvo como árbitro al expresidente del Gobierno. Casado y Ayuso posaron ante las cámaras sin esconder su incomodidad. El problema de fondo en este conflicto sigue siendo el poder del PP de Madrid.

La presidenta madrileña manifestó hace meses que quería presidir el partido en la región contra el criterio de Génova, partidario de dividir las responsabilidades institucionales y orgánicas. Ayuso, como el resto de presidentes autonómicos del PP, aspira a controlar también el partido en Madrid. Luego el problema derivó en un asunto de calendario, con la presidenta exigiendo adelantar su cónclave cuanto antes, y la dirección nacional descartando ese supuesto: será a finales del primer semestre del año como estaba previsto.

Pero la crisis fue derivando en recados públicos, mensajes incómodos e incluso acusaciones importantes entre compañeros de filas, manifestando también la enemistad que existe entre García Egea y Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de la presidenta.