Un fenómeno que entremezcla lo psicológico y lo político, y que podría allanar el camino de Alfonso Fernández Mañueco para revalidarse en el Gobierno de Castilla y León. El presidente autonómico parte con ventaja en el adelanto electoral que convocó por sorpesa para el 13 de febrero. El líder del PP, que aspira a una mayoría absoluta, podría verse impulsado por el efecto rally 'round the flag, un fenómeno que tiende a unir a los ciudadanos en torno al líder en contextos de crisis.

Desde que empezó la pandemia, todos los Gobiernos autonómicos que han ido a las urnas han conseguido revalidar su mandato y han salido con una posición fortalecida. En GaliciaPaís Vasco y Madrid los presidentes regionales aumentaron su ventaja sobre sus opositores, mientras que en Cataluña se revalidó la coalición de ERC y Junts pese al cambio de equilibrios y la irrupción del PSC a costa de Ciudadanos.

Este efecto fue acuñado en 1970 por el politólogo John Mueller, y define la reacción de los ciudadanos a ciertas situaciones de incertidumbre o crisis, en las que se puede culpar a un enemigo externo, y en el que se hace más necesario que nunca un timón firme en torno al que cerrar filas. El término tiene sus referencias en el mundo automovilístico. En las carreras de coches, cuando uno de ellos sufría un accidente, entraba en escena un vehículo con una bandera amarilla, el safety car, y durante ese tiempo se paralizaba la competición, y el resto de aspirantes no podían avanzar. 

“Lo que decía este politólogo es que cuando hay un acontecimiento de gran magnitud, se suspende esta competición electoralista y todos se reúnen en torno al líder, y esto es verdad que funciona”, explica José Pablo Ferrándiz, socio fundador y director de Elemental Research.

Del 11S al sorpasso fallido de Podemos

Este fenómeno ha probado su eficacia a lo largo de distintos episodios históricos en contexto de crisis internacional. Uno de los casos más destacados es el que protagonizó el presidente estadounidense George Bush con los atentados del 11S, un episodio que se presenta como ejemplo paradigmático de este efecto.

Un día antes de los atentados de las torres gemelas, el 10 de septiembre de 2001, Bush contaba con el respaldo del 51% de la población; cinco días más tarde, después de los ataques terroristas, este apoyo aumentó hasta el 86%. El calibre de la crisis internacional que sumió al país llevó a que esta ola de apoyos al presidente frente al enemigo exterior siguiera aumentando durante semanas. El 22 de septiembre, una vez declarada la guerra por parte del presidente estadounidense, éste recabó un 90% de valoraciones positivas. 

En España, este fenómeno podría haber influido en las elecciones de 2016: Podemos acariciaba el sorpasso al PSOE, pero tres días antes de los comicios tuvo lugar, de manera absolutamente inesperada, la victoria del ‘sí’ en el referéndum sobre el Brexit. Un giro en la política internacional que podría haber perjudicado al partido morado, como interpreta Ferrándiz: “Este episodio introdujo en la política española la incertidumbre sobre las consecuencias, y quien tenía decidido votar a nuevos partidos decidió no hacerlo y optó por la opción conservadora de los partidos tradicionales”.

 

El 11M, caso contrario

El sociólogo, sin embargo, introduce matices determinantes en este fenómeno, y añade que sólo “funciona siempre que la gestión sea percibida como hecha para el interés general”. Esto explicaría, por ejemplo, que este efecto no tuviera lugar en el caso de las elecciones de 2014, que tuvieron lugar después de los atentados del 11M

“Después de los atentados de Atocha, si la gestión hubiera sido la adecuada, lo normal es que se hubiera suspendido la competición electoral y el PP hubiera ganado las elecciones. El problema fue que la gestión no se percibió como buena, y se percibió a un Gobierno intentando alargar una mentira hasta las elecciones”, destaca el experto, en referencia a la reacción del Ejecutivo de José María Aznar en las que apuntaba a ETA como responsable de la masacre. 

“En momentos de crisis, la gente se vuelve más conservadora, no quiere más cambios y prefiere malo conocido que bueno por conocer”, detalla Ferrándiz, que desliza que “este efecto existe y puede estar vinculado a efectos de pandemia”. Aunque este fenómeno sucede en episodios de especial trascendencia, algo que “podría haber sido, y lo fue, en un primer momento de la pandemia”, Ferrándiz pone en duda que sus consecuencias sigan vigentes un año y medio después del estallido de la crisis sanitaria.

“La situación se ha alargado tanto, que es dudoso que este efecto pueda mantenerse tanto en el tiempo, sobre todo cuando se implican otros gobiernos [autonómicos] con la cobernanza. Cuanto más se alarga la crisis sanitaria y entran en juego más elementos, es más difícil saber cómo incide”.

 

En este sentido, apunta a que la rotunda victoria de Isabel Díaz Ayuso pudo verse influida de alguna forma por este fenómeno, aunque el resultado final respondía a factores coyunturales: “En el caso de Madrid funcionó bien, la gente percibía que Ayuso no había gestionado del todo mal de la crisis con la apertura de bares, porque la economía tenía más peso en la decisión de los votantes que la salud”, detalla.

El hecho de que todos los gobiernos regionales se hayan revalidado en las cuatro últimas elecciones autonómicas -a excepción de Cataluña, donde se mantuvo la coalición pero el presidente cambió de color-, responde más bien, según Ferrándiz, al llamado “ incumbence effect, por el que el dirigente que ya está en el Gobierno parte con ventaja comparativa respecto al resto de candidatos, con “una serie de ventajas asociadas al cargo, como son la mayor visibilidad mediática, además del acceso a recurso y fuentes de financiación que le permite el hecho de estar en el Gobierno”. En este punto, el sociólogo atribuye más el sentido de la votación en el eje cambio-continuidad: “Si la gestión no ha sido negativa, no hay incentivos para el cambio”.

"Insuficiente"

La consultora política Verónica Fumanal también enfría la relación de los últimos resultados autonómicos con este efecto, y los considera “insuficientes” para establecer una causalidad: “Si ese fenómeno fuera tan determinante podría explicar todos los procesos electorales de los últimos dos años, como las elecciones de EEUU o las de Chile, donde ha habido importantes cambios".

"No digo que no sea importante, pero no es determinante y no se explica como el principal factor de las elecciones”, continúa, advirtiendo de que la volatilidad del electorado hace que “el voto se guíe cada vez más por elementos coyunturales”. “En Estados Unidos, salió Donald Trump y de allí precisamente proviene la expresión de ‘en medio de una guerra no se cambia al comandante en jefe, porque es el lugar donde más se ha estudiado este fenómeno de rally ‘round the flag”. 

En este sentido, advierte de que la pandemia, después de un año y medio, “no parece ya una cosa excepcional, porque nos estamos acostumbrando a ella”, y es por ello que “hay otras lógicas que imperan” a este fenómeno social, como el peso de la economía o la polarización política.

Advierte, eso sí de que en Castilla y León existen unas lógicas conservadoras, con “una fidelidad de voto muy alta, porque la población está más envejecida y es más rural”, lo que se traduce en un comportamiento electoral más conservador, con dificultades para cambiar el sentido del voto. Lejos del 'efecto bandera', Fumanal atribuye la previsible victoria de Mañueco, más que a un efecto politológico, a otros elementos circunstanciales, como la desaparición de Ciudadanos. “Se va a dar la circunstancia de que su principal competidor, que partió en dos el electorado conservador, va a quedar muy debilitado y todo el voto se va a ir a una opción política”.