En menos de dos meses unas elecciones autonómicas en un territorio tan singular como Castilla y León pueden contribuir a resolver algunas de las incógnitas de los dos próximos años en la política española. ¿Cuánto desgaste acumula la marca PSOE desde su llegada al Gobierno? ¿Cuál es la fortaleza real del PP? ¿Hay un crecimiento relevante de Vox? ¿Desaparecerá por completo Ciudadanos? ¿Pedirá el partido de ultraderecha formar parte de los gobiernos regionales? ¿Será el comienzo del éxito de las formaciones de la España vaciada?

Casi todas las preguntas que están sobre la mesa podrían tener una primera respuesta el próximo 13 de febrero. Alfonso Fernández Mañueco ha puesto en juego el balón y, aunque hace falta aún algo de paciencia para conocer el desenlace, la dirección nacional del PP tiene ya las primeras estimaciones sobre su equipo. Fuentes del PP aseguran a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario perteneciente al mismo grupo editorial que este medio, que sus sondeos apuntan a que Mañueco se encuentra a tres escaños de lograr una mayoría absoluta.

El Parlamento de Castilla y León está compuesto por 81 procuradores, lo que significa que debería llegar a 41. En estos momentos, según otras fuentes del partido consultadas, el PP se sitúa en una horquilla de entre 38 y 40 parlamentarios. Con esta base demoscópica los populares se han lanzado a la cita con las urnas. Una apuesta que puede suponer el fin de Ciudadanos y el fortalecimiento en la región de Vox, que ahora sólo cuenta con un escaño.

Mañueco ha soslayado el debate abierto en Andalucía, sobre la presentación de listas conjuntas de PP y Cs, para zamparse de un bocado a la formación de Inés Arrimadas. Él lo tiene más fácil que el presidente andaluz, Juanma Moreno, por el porcentaje de acceso a la Cámara autonómica. En la andaluza sólo es necesario un 3% en cada provincia mientras que en Castilla y León asciende al 5%. Según los sondeos del PP, Ciudadanos podría conservar un diputado por Valladolid pero ni uno más de los 12 que obtuvo en las elecciones de 2019.

Cs sería aniquilado por el PP y sustituido parcialmente por Vox, que escalaría de un procurador hasta entre 7 y 8. A esta proyección de los populares se suma que, según sostienen en la dirección de la formación de ultraderecha, Vox siempre tiene voto oculto y los expertos no aciertan a la hora de estimar su resultado. Será precisamente el balance final lo que decante su participación en futuros gobiernos regionales.

Esta formación no quiere aclarar si ahora exigirá al PP entrar en los nuevos Ejecutivos autonómicos o en el Gobierno de España, después de las elecciones generales. Sobre todo porque se resiste a jugar el papel de comparsa de los populares y porque cree que tiene margen de crecimiento entre el electorado de Casado. Pero su reclamación dependerá también de cuál sea su peso en la ecuación.

Pablo Casado. EPE

No obstante en Castilla y León, un territorio conservador, que podría identificarse con algunos aspectos de su ideario (nacionalismo español, mundo de la caza), Vox se enfrenta a un PP que ha gobernado la región históricamente, con una organización muy capilarizada y el fenómeno reciente de los partidos de reivindicación tipo Teruel Existe que pueden ser relevantes el 13F. En las Cortes regionales ya hay dos fuerzas de este tipo -Por Ávila y Unión del Pueblo Leonés- y ahora se suma Soria Ya, que forma parte de la coordinadora de la España vaciada. Esta plataforma aglutina a fuerzas territoriales de esta índole y está por ver de qué manera concurrirá a las autonómicas en Castilla y León y a las próximas generales. que es el verdadero objetivo.

La erosión del PSOE

Este tipo de formaciones resta votos tanto al PP como al PSOE, incluso si se disparan pondrían en cuestión el crecimiento de Vox. Las elecciones en Castilla y León pueden ser un inmejorable oportunidad para medir hasta que punto hay un sentimiento de orfandad en la ciudadanía del mundo rural. Y también para testar el momento político de Pablo Casado y de Pedro Sánchez. El líder del PP se volcará en las elecciones en su tierra -nacido en Palencia, fue diputado por Ávila antes de presentarse como número uno por Madrid- y, de hecho, Génova ha empujado para lanzar a Mañueco a la arena, ante la tesitura de no poder sacar adelante los presupuestos y la posibilidad de una nueva moción de censura contra él a partir de marzo.

Sánchez, por supuesto, también. Tras el batacazo en Madrid, que fue ya una batalla muy nacional, a vueltas sobre cómo se debía encarar la prolongación de la pandemia, con más o menos restricciones, Castilla y León podría servir para valorar el estado de la marca PSOE. En 2019 fue el partido más votado en una región de hegemonía popular y logró 35 procuradores. Su líder, Luis Tudanca, se ha consolidado al frente del partido pero podría afectarle la erosión que acumula el Gobierno. Por la tensión diaria de la coalición con Unidas Podemos y los pactos con ERC y EH Bildu, aunque Moncloa sostiene que lo que realmente motivó su bajada en las encuestas fue el confinamiento.

Ahora los sondeos que maneja el PP le otorgan entre 30 y 31 parlamentariosUnidas Podemos conservaría sus dos escaños. Este retroceso cuadra con una circunstancia que las dos partidos del Ejecutivo de coalición tienen muy clara: la desmovilización del electorado de izquierdas frente a una gran movilización de la derecha. El lanzamiento de Yolanda Díaz como futura candidata del espacio de la izquierda del PSOE y la reinvención de Sánchez como un dirigente más cercano con una agenda social muy definida son la respuesta a esta doble circunstancia.