Marruecos ya no esconde su malestar con España por la falta de gestos sobre el Sáhara Occidental. Después de unos meses en que se han mantenido las formas, con un primer atisbo de restablecimiento de relaciones diplomáticas tras el anuncio del rey de que quería abrir una "etapa inédita" y una rectificación posterior del propio Mohamed VI en la que dijo esperar de sus socios "posturas más atrevidas y claras", en referencia, por supuesto, al Sáhara, distintos medios marroquíes han comenzado una campaña contra el Gobierno español y contra Alemania.

Con los dos países la comunicación está suspendida después de que Rabat llamara a sus respectivas embajadoras a consultas. Ninguna ha regresado aún. Y en ambos casos, al margen de que se esgriman otras razones, la causa principal de las desavenencias es que ni Alemania ni España han avalado el cambio de postura de EEUU, cuyo anterior presidente, Donald Trump, el 10 de diciembre de 2020, reconoció la marroquinidad del Sáhara.

Ahora, una visita del embajador alemán en Madrid, Wolfgang Dold, el pasado jueves a Melilla ha disparado la hostilidad hacia los dos países en algunos medios de comunicación marroquíes, alguno de ellos importante, como Yabiladi, considerado serio por España.

Este medio considera que el desplazamiento del embajador supone que "la crisis entre Rabat y Berlín está destinada a continuar". Crítica la sintonía entre españoles y alemanes en el seno de la UE y que la Delegación del Gobierno haya permitido la visita a Melilla. Y encuadra lo sucedido en que "el esperado calentamiento de las relaciones entre Rabat y Madrid se ha enfriado".

Le Colimateur, más minoritario, sostiene que Dold ha viajado a una ciudad "ocupada" y lo califica de "grave provocación" y de "acto hostil". "Estos dos países y otros miembros de la Unión Europea creen que Marruecos es una reserva natural del viejo continente", señala. España y Alemania, añade, "que no ocultan sus afinidades con el régimen militar argelino, se degradan tanto como él para volverse ridículos".

En respuesta a estas críticas fuentes de la embajada alemana realizaron ayer unas declaraciones a 'El Periódico de España' en las que explican que los viajes del embajador a distintas regiones españolas son rutinarios y que en este marco y de forma habitual se celebran encuentros con las autoridades locales en los que se abordan temas como la situación política general, la económica y la social. Yabiladi mantiene que Dold "pidió un fortalecimiento de la cooperación de su país con el mando de la Guardia Civil en Melilla, incluido un intercambio de información sobre las redes de migración, tráfico de drogas, blanqueo de capitales y terrorismo". Las mismas fuentes destacan que se trata de una visita que estaba prevista desde hace tiempo y que se había pospuesto varias veces por la pandemia.

Los dos medios lanzan acusaciones contra Madrid y Berlín que fueron muy habituales durante los momentos más álgidos de la crisis diplomática con ambos países. En el caso español, desde la llamada a consultas de la embajadora, en mayo pasado, por la acogida en Logroño del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, hasta prácticamente el verano, cuando Pedro Sánchez sustituyó a Arancha González Laya por José Manuel Albares al frente de Exteriores. Sólo después de ese gesto, reclamado por Rabat, Mohamed VI pareció dar por finalizada la tensión.

Pero, el hecho de que Albares no se haya reunido aún con su homólogo, Nasser Bourita, que no regrese la embajadora y que no se haya puesto fecha a la Reunión de Alto Nivel (RAN) entre los dos gobiernos, prueba que no existen avances. Mohamed VI ha sustentado su mandato en la promesa de que Marruecos recupere su "integridad territorial". Eso supone y es algo que en el Gobierno, en las cúpulas de Exteriores y de Defensa, tienen totalmente asumido, que primero batallarán por el Sáhara Occidental y luego por Ceuta y Melilla.

Rabat ni siquiera lo esconde. En una entrevista con una cadena egipcia, en diciembre de 2020, el entonces primer ministro Saadeddine El Othmani, defendió que las dos ciudades autónomas "son marroquíes como el Sáhara". Y tan conocedor es el Ejecutivo de esta amenaza que la intención de Exteriores en esta nueva etapa era blindar en la relación con Marruecos a Ceuta y Melilla. El Ejecutivo quería impulsar un nuevo marco de cooperación en el que los dos países se comprometan a no realizar ningún acto unilateral que violente la integridad territorial del otro. No se pretende que Rabat cambie sus intereses nacionales pero se intentaba dejar muy claro que los intereses nacionales de España tampoco van a cambiar.

En estos momentos esta pretensión no deja de ser un anhelo. Mohamed VI continúa exigiendo que España dé señales de apoyo a su plan autonomista para el Sáhara y orille su propuesta de una salida negociada entre Rabat y el Frente Polisario y la participación también de Argelia. Fuentes marroquíes reconocen que mientras el Gobierno español no haga más gestos es muy complicado recuperar la comunicación. "Las cosas van mal", aseguran.