La sombra de elecciones en Andalucía comienza a convertirse en una amenaza real para la izquierda andaluza, que atraviesa un momento convulso por la falta de un liderazgo consolidado en el PSOE andaluz, unido a la fuerte fragmentación a su izquierda. Los socialistas miran a Yolanda Díaz como la única opción para favorecer acercamientos entre las tres fuerzas que hoy se disputan ese espacio. El objetivo es evitar que se pierdan votos progresistas y favorecer que las papeletas se traduzcan en unos escaños que, en un momento dado, podrían llegar a ser aliados.

El PSOE-A asume ya que tendrán que afrontar unos comicios en primavera tras la prórroga de las cuentas de la Junta de Andalucía, tal como adelantó EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario que pertenece a este grupo, Prensa Ibérica, y son conscientes de su frágil situación, con un PP al alza. Todas las encuestas publicadas en los últimos meses encumbran a Juanma Moreno Bonilla con unos resultados próximos a la mayoría absoluta.

Según la última encuesta de Centra publicada el 18 de octubre, el presidente de la Junta obtendría entre 47 y 51 diputados, muy cerca de los 55 representantes que fijan la mayoría absoluta en el Parlamento Andaluz. La subida sería, en este caso, de más de 20 escaños respecto a los 26 cosechados por el PP en las elecciones de diciembre de 2018.

El presidente popular conseguiría sumar a sus filas la mayoría de los votos que entonces fueron a parar a Ciudadanos, que en 2018 consiguió 21 escaños y ahora quedaría en una posición muy discreta, con siete dirigentes, siempre según esta encuesta.

Los socialistas perderían hasta nueve diputados, pasando de los 33 actuales a una horquilla de entre 24 y 27 escaños. A la izquierda del PSOE el escenario no es más halagüeño. En 2018, la candidatura morada liderada entonces por Teresa Rodríguez consiguió 17 representantes.

Tres años después, la situación ha cambiado notablemente, con un espacio fragmentado en tres partidos distintos que, debido a la ley electoral, complicarían la traducción de votos en sillones del Parlamento Andaluz. La suma en escaños de Unidas Podemos por Andalucía, Adelante Andalucía y Más Andalucía, según la actual proyección electoral, llevaría al espacio a perder hasta un cuarto de representación institucional. Podemos pasaría a tener entre 12 y 14 escaños, Más Andalucía se quedaría fuera y Adelante Andalucía disputaría por lograr un diputado.

Una aritmética que complica aún más el difícil escenario para los socialistas andaluces, que cosechan unas pobres expectativas electorales y que observan cómo la extrema división a su izquierda puede debilitar aún más su posición, pudiendo quedar sin margen no sólo para gobernar sino para disputar medidas en el Parlamento. "La división beneficia al partido mayoritario, ya que sólo obtienen representación quienes superen la barrera del 5% del voto", detallan voces socialistas, convencidas de que "tanta división supondrá tirar votos de la izquierda".

"Quizá las nuevas formas de Yolanda Díaz sean capaces de sumar a gente distinta", sugieren estas fuentes, que ven extremadamente difícil que la izquierda pueda sumar una mayoría. El propio PSOE que ahora alienta la reunificación de la izquierda fue uno de los actores necesarios para la fractura definitiva entre Teresa Rodríguez y el partido morado coordinado en Andalucía por Marina Velarde y Toni Valero (IU), puesto que apoyaron al segundo en la reforma del reglamento de la Cámara para permitir la expulsión del grupo de los diputados afines a Rodríguez.

Ese movimiento llegó a los dirigentes de Adelante Andalucía a quedar en el grupo de no adscritos, sin los recursos que brindaba el grupo propio, y a desatar una batalla descarnada en lo político y en lo judicial. Ahora, ante la escasa incidencia electoral de la marca de Rodríguez y de la nueva federación andaluza de Iñigo Errejón, los socialistas ven una nueva alianzas como una fórmula de -hacer contrapeso a una derecha pujante.

Las elecciones, el termómetro de Yolanda Díaz

En el caso de Rodríguez, la ruptura comenzó en febrero de 2020, cuando publicó un vídeo junto a Pablo Iglesias anunciando un 'divorcio' amistoso que con los meses terminó en una ruptura total, después de la expulsión de Rodríguez y sus afines del grupo parlamentario andaluz. Ahora este sector planea ir a las urnas bajo las siglas de Adelante Andalucía, la marca que en las anteriores elecciones recogían a Podemos -entonces con Rodríguez- y a Izquierda Unida, dos actores que ahora volverán a concurrir juntas pero bajo las siglas moradas.

El tercer actor en discordia es Más Andalucía, la incipiente federación del partido de Iñigo Errejón. El dirigente madrileño presentó lista propia en todas las provincias ya en las últimas generales de 2019 y contó con una candidatura en cada ciudad andaluza con ex dirigentes destacadas de Podemos como Esperanza Gómez, que fuera diputada morada en el Parlamento andaluz, o Ana Terrón, diputada por Granada en el Congreso. Ahora será Gómez, profesora de Derecho Constitucional en la Universidad de Sevilla, será quien encabece la candidatura del partido para las elecciones autonómicas andaluzas, aunque las expectativas son discretas y las encuestas no contemplan su entrada en el Parlamento.

El papel de Yolanda Díaz en el escenario andaluz es, a día de hoy, de mera expectadora. Si bien Teresa Rodríguez siempre ha sido bien considerada por la vicepresidenta segunda -hay voces impulsoras de su plataforma que abogan por tenderle la mano-, la ministra no ha dado ningún paso ni está previsto que vaya a hacerlo en el corto plazo, por varias razones.

La principal es una razón de tiempos: el proyecto de Díaz no abrirá su etapa de contactos oficiales hasta el próximo año, una vez se eche a andar la reforma laboral a la que está encomendada desde marzo, que prevé aprobarse antes de finales de año pero que ahora podría complicarse tras el choque en el seno del Gobierno.

Un adelanto electoral en Andalucía reduciría los tiempos para una eventual aproximación que, sin embargo, tampoco tiene visos de producirse. Entre los principales impulsores del proyecto de Díaz hay quien considera que Rodríguez representa una línea incompatible con el resto de agentes que aspiran a participar de la candidatura, como Ada Colau, Mónica Oltra, Mónica García, o la propia Díaz.

Todas ellas comparten -o hubieran compartido, si hubieran dado los números, como en el caso de García- un Gobierno con el Partido Socialista. Y ésta es precisamente una línea roja para Rodríguez que, de corte anticapitalista, se opone frontalmente a cualquier alianza con los partidos del establishment, manteniéndose en el discurso de oposición al 'Régimen del 78' que tuvo el Podemos de 2014, previo a su entrada en las instituciones.

Sin embargo, el factor que hace dudar sobre una aproximación a Teresa Rodríguez es precisamente el termómetro electoral. Hay voces que comparten la tesis, en las últimas semanas respaldada por las encuestas, de que la líder anticapitalista, más allá del carisma y del capital político que todavía alberga, no sabrá traducir valor político en escaños. Un batacazo en los comicios le convertiría en un actor de escasa relevancia a nivel nacional.

Además, este acercamiento supondría también un trauma a nivel interno dentro de Podemos que, después de meses pugnando por la ruptura, se vería obligado a una reconcialición forzosa. Bien es cierto que la formación morada andaluza apenas tiene referentes conocidos, más allá de su portavoz parlamentaria, Inmaculada Nieto, ya que su actual líder, Velarde, es una absoluta desconocida.

Es por esto que hay quien considera que Díaz sólo 'rescatará' de Andalucía su relación con Izquierda Unida, que sí mantiene una fuerte implantación territorial en cientos de ayuntamientos. Una alianza que, de darse, se prevé para unas eventuales elecciones generales, pero que no está previsto para las andaluzas.