El triunfo electoral de Isabel Díaz Ayuso el pasado mayo insufló al PP ánimos de victoria. La desaparición de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid y la contención de Vox (por primera vez después haber dado el sorpaso a ambos en Cataluña) permitió al partido de Pablo Casado pensar que comenzaba un nuevo ciclo y que el éxito de la madrileña podría extenderse a otras comunidades autónomas. De ahí que la especulación sobre un posible adelanto electoral en Andalucía y Castilla y León adquiriera fuerza. Si el PP conseguía replicar su fuerza en estos dos territorios, sumado a la cuarta mayoría absoluta de Galicia, la formación se posicionaría muy bien de cara a unas generales.

Pero los presidentes de Andalucía y Castilla y León no ven con buenos ojos ese adelanto. Aseguran que en Génova les dejan “las manos libres” para hacer lo que consideren, aunque en la dirección nacional sí hay un ánimo de convocar ante el mínimo riesgo sobre la continuidad de los gobiernos. 

Los casos son distintos. En la comunidad andaluza habrá elecciones en 2022 sí o sí. Están previstas para finales de año y el presidente, Juanma Moreno Bonilla, insiste en que su voluntad es agotar los plazos. La posibilidad de que se adelanten unos meses, para principios de la primavera, tampoco gusta ya al entorno de la presidencia andaluza.

“Para adelantarlas tendría sentido haberlo hecho ahora y que se celebraran antes de que terminara el año. Eso es un adelanto. Hacerlas en primavera no tiene mucho encaje. Son unos meses y no sería fácil de explicar”, aseguran fuentes cercanas a Moreno. Además, en enero está prevista la recepción de los primeros fondos europeos de la recuperación y el PP ve claro que habrá que ponerlos en marcha y que los ciudadanos noten sus efectos. 

Está por ver cómo se solventa el pacto de los próximos Presupuestos, en el que populares y socialistas han acercado posturas. La cuestión es que esta semana llega una reforma fiscal importante al Parlamento, donde el gobierno de PP y Ciudadanos se apoyará de nuevo en Vox. La bajada de impuestos (en IRPF, y el impuesto de sucesiones y donaciones) aleja el entendimiento entre PP y PSOE.

Al presidente de la Junta no le terminaba de entusiasmar el adelanto electoral en términos de pactos. El ejecutivo de populares y naranjas funciona bien en esta comunidad y Moreno se siente cómodo con el partido de Inés Arrimadas. Es uno de los barones regionales que más difícil ve un entendimiento con Vox, y asume que a partir de las próximas elecciones ese será el escenario más probable. “Mientras se pueda dilatar, nosotros estamos mejor con el socio actual. No tenemos prisa en ese sentido”, remarcan. A eso se añade el auge que el presidente andaluz experimenta en las encuestas desde hace tiempo y que, por ahora, no muestra síntomas de estancamiento. “Mientras podamos seguir creciendo no tiene sentido adelantar”, zanjan.

En Castilla y León la situación es otra. Las elecciones están previstas para 2023 como en la mayoría de comunidades autónomas, pero a partir de marzo de 2022 la oposición podría volver a registrar una moción de censura. Alfonso Fernández Mañueco superó la sacudida hace meses, cuando la moción de Murcia se replicó en su territorio con el socialista Luis Tudanca al frente, pero perdió la mayoría absoluta al pasarse una procuradora de Ciudadanos al Grupo Mixto. El margen sigue existiendo gracias a otros representantes en la Cámara autonómica, que no pertenecen a los dos partidos del gobierno, pero que tampoco se alinearon con PSOE y Podemos: Unión del Pueblo Leonés y de Por Ávila. 

El escenario no es tan cómodo como lo era tras el pacto de investidura de 2019 porque PP y Ciudadanos ya no suman juntos la mayoría absoluta, pero en el entorno de Mañueco insisten en que “si no hay riesgo evidente y real de que pueda prosperar una moción”, el presidente no se inclina por convocar. De hecho, su posición actual es que no es el momento y que, como con su homólogo en Andalucía, tiene margen para crecer hasta rozar la mayoría absoluta. Dirigentes cercanos al líder castellano y leonés insisten en las “profundas diferencias” de su comunidad con la madrileña, “donde sí se produjo la implosión de Ciudadanos”. Entienden que en Madrid se daban muchos ingredientes que no existen en su autonomía.

A pesar de las reticencias más recientes con sus socios de gobierno, liderados por Francisco Igea (a causa del plan sanitario para zonas rurales propuesto por Ciudadanos y que el PP decidió no apoyar, uniéndose al PSOE), Mañueco tiene la convicción, en estos momentos, de que el partido naranja está alineado con la estabilidad y que no habrá más sorpresas. También Inés Arrimadas, la líder del partido naranja, mantiene una relación fluida con el presidente castellano y leonés, al que le ha reafirmado su compromiso de agotar la legislatura sin altercados.