No podía ser un mensaje nuevo, porque corre por la sangre del PSOE desde siempre. Pero sí se revistió con el traje de respuesta nueva por el contexto y el formato. Que los socialistas rechazan la autodeterminación (y la amnistía) es sabido y repetido, pero Pedro Sánchez necesitaba solemnizarlo en el pleno del Congreso, con toda la rotundidad posible, apenas una semana después de conceder los indultos a los presos del 'procés' y unas horas después de entrevistarse en la Moncloa, por primera vez, con Pere Aragonès: "Señorías, no habrá referéndum de autodeterminación. Salvo que quienes lo defienden consigan convencer a las tres quintas partes de esta cámara para que se modifique el artículo 2 de la Constitución española y posteriormente los españoles ratifiquen ese cambio mediante referéndum. Ya les digo yo que el PSOE, del que me honro ser su secretario general, nunca jamás aceptará ese tipo de derivadas".

El presidente no quería dejar rodando la pelota después de que el jefe del Govern insistiera en que el independentismo nunca dejará de exigir la amnistía y el referéndum y el "fin de la represión". La ministra portavoz, María Jesús Montero, ya había advertido que esas cuestiones no habían sido "objeto de debate" de los dos. Sánchez prefirió dar portazo y comprometer su palabra en sede parlamentaria. "Nunca jamás".

El presidente apela al espíritu de concordia constitucional y a la necesidad de "pasar página" tras años "estériles y dolorosos"

Era la piedra angular de su discurso [aquí en PDF] ante el pleno de la Cámara de este miércoles, en el que defendió los indultos casi desde el primer minuto, sin embozarse ni comenzar por resumir las conclusiones de los dos últimos Consejos Europeos, la segunda razón por la que también subió a la tribuna. Apeló al espíritu de concordia constitucional, que sigue "vivo"; subrayó que la medida de gracia es un instrumento legítimo y conforme a la Carta Magna, del que han hecho uso todos los gobiernos -también los de José María Aznar (5.948) y Mariano Rajoy (898)-; resaltó que en 2017 los independentistas quebrantaron la legalidad, actuación que fue "sancionada y corregida" por un Tribunal Supremo cuya sentencia, de 2019, el Gobierno no cuestiona "en absoluto".

Pero "ahora", enfatizó, es el momento de la política, del "reencuentro", de "pasar página" de "años estériles y dolorosos". Porque "la vía judicial no vale por sí sola para garantizar la convivencia en Cataluña", y los dirigentes políticos, mantuvo, tampoco pueden hacer "descansar en los tribunales" su responsabilidad.

"Caballo de Troya"

A Sánchez le sucedió un furibundo y tremendista Pablo Casado, que de paso anunció la presentación de su recurso ante la medida de gracia. Ve al presidente como "un caballo de Troya" de los que quieren romper España, se lo imagina como una "matrioska" que esconde "a los independentistas y batasunos dentro". "Y ya no está Pablo Iglesias para echarle la culpa. El radical es usted", sentenció. "El pago de estos indultos será su finiquito como presidente y el epitafio del PSOE constitucional", auguró, sin mencionar en un solo momento la posibilidad de presentar una moción de censura, algo a lo que le animaron tanto Santiago Abascal (Vox) como Inés Arrimadas (Ciudadanos). Incluso Sánchez lo hizo, no sin cierto sarcasmo: que dé ese paso, y vea qué apoyos tiene -es la "única alternativa cabal" a una labor de "oposición destructiva"-, o deje de bloquear ya la renovación de los órganos constitucionales (Consejo General del Poder Judicial, el Defensor del Pueblo o el Tribunal de Cuentas).

En ERC indican que Rufián tenía que contestar a la aseveración de Sánchez. Y en el Gobierno minimizaban la frase del portavoz republicano

La derecha no se creyó el compromiso solemne de Sánchez de que no habrá referéndum. Para ellos, al líder del PSOE solo le guía su deseo de "mantenerse en el poder". Pero tampoco los independentistas. "También dijo que nunca habría indultos, así que denos tiempo", mordió Gabriel Rufián, portavoz de ERC. Una frase que de inmediato fue usada por PP, Cs y Vox como prueba de cargo contra un presidente "mentiroso" al que hasta sus socios le "humillan". El líder socialista optó por no polemizar con el dirigente republicano, pero sí le envió un recado: es "más inteligente hacer política, no instalarse en posiciones maximalistas", hacer política es "arriesgarse a que a uno le llamen traidor".

Según indicaban después fuentes de ERC, Rufián respondió con la misma dureza que le supuso a él escuchar que los catalanes nunca van a poder votar si quieren ser independientes. El portavoz, añadieron, también estaba hablando a su propia parroquia. En el Gobierno restaban importancia a la aseveración del diputado: habla "para los suyos", sufre la competencia con sus aliados de Junts, y "cambia de registro según el día". "La gran diferencia -apuntaban en el círculo de Sánchez- es que los indultos son legales, y la autodeterminación no". Es decir, que el PSOE no va a ceder. Ni ahora, ni después.

"Cuando gobernaba el PP"

En las réplicas, el debate ganó viveza. El presidente, que en las sesiones de control del último mes advertía de que no respondería a las "provocaciones" de Casado, este miércoles hizo recaer sobre él una somanta de palos. Aunque los "máximos responsables" de la ruptura de la ley fueran los independentistas, el Gobierno de Rajoy, dijo, hizo "poco" por impedirlo.

Recordó cómo, desde 2012, cuando "gobernaba el PP" -repitió, de manera machacona-, los separatistas fueron avanzando en su escalada: la consulta del 9-N, las leyes de desconexión, el referéndum ilegal del 1-O, la declaración unilateral de independencia.

Y, mientras, denunció, el Ejecutivo activó la 'policía patriótica' para "fabricar" escándalos contra sus rivales políticos mientras trataba de "encubrir" sus delitos (o sea, la 'Kitchen'). Esa sombra, dijo, persigue al PP actual, ya que ni siquiera "abre expediente a [María Dolores de] Cospedal". "¿Qué es lo que tienen que ocultar, qué es lo que temen?", espetó a Casado.

Casado augura que habrá nueva declaración de independencia y vuelve a exigir a Sánchez que dimita y convoque elecciones

Sánchez acabó por acusarle de "no respetar al Rey" al introducirle de lleno en el debate de los indultos, a través de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso -la "jefa" del PP, para Rufián, como este es el "jefe" de Sánchez, en palabras de Casado-. Y de paso, reclamó a la cabeza de la oposición que se retractase de sus palabras sobre la Guerra Civil, cuyo origen retorció, al equiparar a los dos bandos: fue un enfrentamiento, señaló el diputado conservador, entre quienes querían la democracia sin ley y la ley sin democracia". En el Ejecutivo aducían que si Casado había sido tan "desabrido" y tan hiperbólico era porque "quería tapar a Cospedal" y su reconocimiento de los "pagos por cortesía" al comisario jubilado José Manuel Villarejo.

"Máxima firmeza"

Todo ello mientras seguía apremiando a los conservadores a que desbloqueen las instituciones. Pero no lo harán. El líder del PP se aferró a su "dimita, disuelva el Parlamento y convoque elecciones, solo así podrá indultarle la historia". Una "cantinela" que repitieron antes Aznar y Rajoy a los presidentes socialistas cuando aún estaban en la oposición, recordó Sánchez. "Es el hombre de paja de los nacionalistas. Por su culpa volverán a declarar la independencia", pronosticó Casado. Pero ya antes, en su primera intervención, el jefe del Ejecutivo había avisado de que no toleraría una nueva ruptura: "El Gobierno seguirá actuando, en todo momento, con la máxima firmeza. Para defender la convivencia que se materializa en el respeto a las leyes, el Estatuto de autonomía y la Constitución española".

El presidente da casi por imposible tramitar la reforma de la sedición, porque "no hay consenso en este Parlamento"

"¡Vaya ruido!", exclamó un Aitor Esteban, portavoz del PNV, cansado del tono bronco de un debate largo, de siete horas y media. Sánchez pidió, en su último turno, "dejar a un lado las veleidades partidistas" para arrimar el hombro, ayudar a la "convivencia" en Catalunya y tomarlo como un "asunto de Estado". Pero está claro que los indultos, y la política de diálogo con el independentismo atravesará la segunda parte de la legislatura y certificará la voladura de puentes con la derecha.