Una conducta “autoritaria y violenta” salpicada de agresiones físicas y verbales de la que fueron víctimas su esposa, sus dos hijas y su suegra enferma de Alzheimer. Todos tenían que hacer lo que él quería y de la manera que él lo imponía. Ya condenado en 2018 por las agresiones y la explotación a la que sometió a la menor de sus hijas cuando solo era una adolescente, este lunes se sentó de nuevo en el banquillo en Vigo por los malos tratos a su ya exesposa, con la que convivió 24 años en Gondomar.

El caso se resolvió con un acuerdo y este maltratador eludió la prisión. Condenado a un año y 9 meses de cárcel, a 112 días de trabajo en beneficio de la comunidad y a 8 años de alejamiento con respecto a su exmujer, se le suspende la pena de prisión condicionado a que no se acerque a la víctima, le abone 5.000 euros de indemnización, no delinca en tres años y se someta a un programa formativo de violencia de género. La fiscal se pronunció a favor de la suspensión del encarcelamiento al no ver riesgo de reiteración delictiva: las conductas violentas cesaron "hace años" y el agresor "ya no vive" con la víctima.

Casados desde 1993, durante prácticamente toda la convivencia este hombre obligó a su mujer a hacer las tareas domésticas y la comida “como él quería”: si no le gustaba, tiraba al suelo loza y cristalería y la obligaba a cocinar de nuevo "hasta que estuviese a su gusto". La forzaba también a hacer con él las tareas del campo y de cuidado de los animales, golpeándola a puñetazos, patadas o hasta con una azada "si entendía que no las ejecutaba bien". Dejaba a la víctima sin tiempo para salir o relacionarse, llegando a decirle que no le gustaba "que hablase con los vecinos".

Junto a humillarla con frases como "eres un montón de mierda" o "no vales nada", llegó a obligarla a comerse una fuente de chicharrones porque se le habían quemado. Al vomitar la comida, dice la fiscal, "le obligó a comerse su vómito". Otra vez la conminó a comerse crudo el tocino y otro día le hizo beber una botella de vino hasta emborracharla. Por miedo, cuando tras las agresiones la mujer iba al médico, ella alegaba que se había caído o eran golpes fortuitos. Trababa de ocultar los moratones con ropa y maquillaje. Finalmente todo salió a la luz en 2017, cuando cesó la convivencia.

Ya fue sentenciado por golpear y explotar a su hija de 12 años

La violencia que desplegaba este hombre en el domicilio familiar de Gondomar ya derivó en otra condena. La que en 2018 se le impuso también en un juzado de Vigo por maltratar y explotar con tareas impropias para niñas a su hija de 12 años. La menor vivió un auténtico infierno, siendo continuamente humillada por su padre, que la golpeaba casi a diario. Los hechos se descubrieron en 2017, al mismo tiempo que se destaparon también los malos tratos del hombre hacia su esposa. Pese a la corta edad de la menor, su progenitor la obligaba a realizar trabajos que además requerían de un enorme esfuerzo físico como levantar postes con grúa, cortar leña o hacer otro tipo de tareas en el campo. Cuando todo salió a la luz el juzgado instructor decidió dictar un auto de suspensión provisional de la guarda y custodia durante la tramitación de la causa, siendo nombrada defensora judicial la hermana mayor de la niña, con la que al menos entonces se fue a convivir.