El presidente Pedro Sánchez debe hacer frente esta semana a su segunda crisis de Gobierno desde que conformó la coalición con Unidas Podemos en enero del año pasado, a raíz de la decisión de su vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, de dejar su cargo para encabezar la candidatura del partido morado en las elecciones autonómicas de la Comunidad de Madrid. La primera y única remodelación hasta ahora fue hace solo dos meses, por la salida del entonces Ministro de Sanidad, Salvador Illa, también para presentarse a unas elecciones, en su caso, las catalanas.

Estos cambios, que se producirán tras la dimisión el martes de Iglesias, después de participar en su último Consejo de Ministros, consisten, por un lado, en el nombramiento de la ministra de Trabajo como nueva vicepresidenta, aunque ocupará la tercera. La segunda será para la ministra de Asuntos Económicos y hasta ahora vicepresidenta tercera, que ha subido un escalafón, para no quedar por debajo de Díaz.

Unidas Podemos trató en un principio de que la titular de Trabajo conservara la vicepresidencia segunda, en su calidad a partir de ahora de principal representante de Unidas Podemos dentro del Gobierno. Sin embargo, Calviño defendió que, como máxima responsable económica del Ejecutivo y presidenta de la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, no tenía sentido que ocupara un puesto inferior en el organigrama, ya que Díaz también tiene una cartera económica.

La propia Díaz, que tenía claro que no iba a renunciar al Ministerio de Trabajo, ya manifestó entonces que no quería pelear "por lo sillones", por lo que la disputa se resolvió en apenas un día, en lugar de enquistarse, como es habitual en la relación entre PSOE y Unidas Podemos en lo que llevamos de legislatura.

De hecho, este gesto de la futura vicepresidenta fue recibido positivamente por el sector socialista del Gobierno, e interpretado como un signo de que la relación con Unidas Podemos puede ser menos tensa con ella al frente, si decide en el futuro no airear las discrepancias como forma de presión, como en esta ocasión, según explicaron a Europa Press fuentes de Moncloa.

Belarra, negociadora de Podemos y crítica con el PSOE, nueva ministra

Además del cambio en el estatus de Díaz, está prevista también la incorporación al Consejo de Ministros de la hasta ahora secretaria de Estado para la Agenda 2030, Ione Belarra, para ocupar el Ministerio de Derechos Sociales que Iglesias deja vacante, y que ya no irá ligado a una vicepresidencia.

Belarra es una de las principales dirigentes del partido morado y, de hecho, fue quien cogió las riendas de Podemos, junto al portavoz parlamentario, Pablo Echenique, cuando Iglesias y la 'número dos' y ahora ministra de Igualdad, Irene Montero, estuvieron de baja durante dos meses tras el nacimiento prematuro de sus hijos mellizos en el verano de 2018.

La actual secretaria de Estado ya jugó un papel clave como una de las principales negociadoras de Unidas Podemos, primero, para el acuerdo de Presupuestos que pactaron con el PSOE desde fuera del Gobierno en 2019 -cuentas que no llegaron a ver la luz-. Tras las elecciones generales de noviembre de ese año se encargó también de cerrar los detalles del acuerdo de coalición con el secretario general de la Presidencia del Gobierno, Félix Bolaños, tras el pacto sellado por Sánchez e Iglesias, y también participó en la negociación del programa.

Es por ello que durante este primer año de la legislatura se ha convertido también en una de las principales encargadas de negociar con el PSOE los temas más relevantes para Podemos, como la Ley de Vivienda que siguen negociando, además de ser una de los representantes 'morados' del Gobierno más críticas con las reticencias de los socialistas. De hecho, sus reproches a la ministra de Defensa, Margarita Robles, han generado varias polémicas.

Esta segunda remodelación del Gobierno se producirá apenas dos meses después de la que Sánchez acometió a finales de enero tras la salida del entonces ministro de Sanidad Salvador Illa, también por motivos electorales: en su caso, se fue para liderar la candidatura del PSC en las elecciones catalanas del 14 de febrero, tres días antes de que empezara la campaña, e impulsado por Sánchez.

A pesar de que entonces Unidas Podemos, y el propio Iglesias, cuestionaron que Illa se mantuviera en el cargo durante un mes desde que anunció su candidatura hasta que empezó la campaña, Iglesias planeaba hacer lo mismo ahora, y mantenerse hasta mediados de abril, cuando arranca la contienda madrileña.

Salida de Iglesias antes de los previsto

Sin embargo, la ley electoral de la Comunidad de Madrid, en la que los 'morados' no habían reparado hasta el martes, frustró los planes del vicepresidente de apurar hasta el final, ya que la norma impide a los miembros del Gobierno central formar parte de las listas electorales cuando se presentan. El plazo para registrar las candidaturas expira el miércoles 31 de marzo, por lo que Iglesias debe dejar el Gobierno el martes.

Él mismo avanzó, tras caer en la cuenta de las condiciones de la ley electoral madrileña, que el del próximo martes será su último Consejo de Ministros. La previsión es que ese mismo martes presente su dimisión y, tras ello, Sánchez comunique al Rey los nuevos cambios. Por último, se producirá el traspaso de carteras, que será previsiblemente el miércoles, según explican a fuentes gubernamentales.

La salida de Illa se saldó con el cambio de cartera de la ministra Carolina Darias, que pasó de Política Territorial y Función Pública a ocupar Sanidad, con la tercera ola de la pandemia todavía arreciando. Además, supuso la incorporación del líder del PSC, Miquel Iceta, como ministro de Política Territorial.

Y al igual que entonces, la intención de Sánchez es hacer los mínimos cambios posibles, en un contexto todavía de pandemia, con los niveles de incidencia del coronavirus amenazando con subir. Por ello, solo está previsto los ascensos Díaz y Calviño y la incorporación de Belarra.

La sorprendente decisión de Iglesias de abandonar el Gobierno y la vicepresidencia -que ya comenzó a reclamarle a Sánchez en 2015-, que no se esperaban ni en su propio partido y que sólo conocían con antelación sus más estrechos colaboradores, no va a poner en riesgo la estabilidad de la coalición, según han manifestado tanto el PSOE como Unidas Podemos.