Con cara de cansado pero visiblemente contento, Pedro Sánchez compareció ayer a las seis de la mañana ante la prensa en Bruselas, para anunciar que, pese a las dificultades en la negociación, España había mantenido la cifra de 140.000 millones de euros que el Gobierno español esperaba recibir del fondo de reconstrucción de la Unión Europea. Un pacto de los Veintisiete que le asegura al presidente la elaboración de los Presupuestos de 2021, al evitarle una negociación con estrecheces pese a las graves consecuencias económicas y sociales que la pandemia está provocando.

Con este acuerdo, la coalición de Sánchez y Pablo Iglesias logra un salvoconducto para poder casi completar una legislatura que se topó, cuando apenas cumplía 50 días, con una crisis sanitaria que amenazó su supervivencia. El Gobierno anima al PP a sumarse a la negociación de las Cuentas, en una estrategia que quiere dar cobertura al posible apoyo de Ciudadanos y, de paso, rebajar el precio del hipotético respaldo de ERC. «No es un Presupuesto más, es el de la recuperación», le dijo ayer al PP la titular de Hacienda y portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, tras el Consejo de Ministros.

Cinco días y cuatro noches

«Se ha escrito una de las páginas más brillantes de la historia de la Unión Europea y, como profundo europeísta que soy, permítanme que les traslade mi profunda emoción por el momento que estamos viviendo», dijo el presidente del Gobierno tras cinco días y cuatro noches de negociación.

El pacto le protege en la Moncloa y también le da argumentos ante una oposición, sobre todo representada por el PP, que estas últimas semanas había mostrado poca confianza en que España pudiera conseguir 140.000 millones de euros (72.700 en ayudas que no deberán ser devueltas) de sus socios. Los populares, Vox y también Cs argumentaron que Sánchez no tenía credibilidad en Europa por los pactos firmados con Podemos, Bildu, ERC y los nacionalistas.

La reforma laboral

El presidente del PP, Pablo Casado, llegó a colocarse cerca de los países «frugales» o tacaños, que han dificultado la negociación por sus presiones para recortar el monto de las transferencias (al final 390.000 millones en vez de 500.000) y la defensa de condiciones estrictas para poder acceder a ellas. En este aspecto, Casado defendió hace semanas que la inyección a España dependiera de que Sánchez olvidara la derogación de la reforma laboral. En el acuerdo no se llega a ese detalle, pero fuentes socialistas del Gobierno admiten que la realidad se acabará pareciendo más a lo que quiere Casado que a lo que el PSOE y Podemos dijeron que harían con los aspectos «más lesivos» de la normativa.

En todo caso, estas semanas Casado no llegó a romper nunca con el Gobierno y siempre añadía alguna frase que mostraba su interés por que los Veintisiete lograran un acuerdo. El líder del PP ha convivido con la paradoja ideológica de que Sánchez ha tenido como socia en su batalla a la cancillera alemana, Angela Merkel, la dirigente más poderosa del PP europeo. La muestra de esas ambivalencias es que Casado tiene hilvanado en el Congreso un acuerdo en sanidad y otro en políticas para defender en la UE que se cerrarán hoy.

Ayer, al ver el acuerdo, Casado siguió con su estilo y celebró el «buen acuerdo» aunque lo vio una «enmienda» a la política de Sánchez «en cuanto a sus pactos» con Podemos, Bildu y los nacionalistas.

Aviso de ERC y PNV

ERC y PNV subrayaron que las ayudas no resultarán gratis y expresaron sus sospechas de que comportarán recortes. Gabriel Rufián opinó que el Gobierno tendrá más fácil aprobar los Presupuestos con Cs que con ellos. Un deseo de los naranjas, que reclamaron a Sánchez que negocie las reformas que hagan falta con ellos y con el PP y no con los «populistas y nacionalistas».

El jefe del Ejecutivo acudirá probablemente la semana próxima al Congreso a dar cuenta del pacto europeo y, antes de que acabe el mes, reunirá a los dirigentes autonómicos en una Conferencia de Presidentes en la que se empezarán a ver las aspiraciones que cada comunidad tiene en el fondo europeo.