Tres meses y una semana después finaliza el estado de alarma con el que se decretó en España el confinamiento de la población para hacer frente a una mortífera epidemia de coronavirus que sigue siendo una amenaza.

La pandemia, que ha sembrado el temor y el desconcierto y ha paralizado la economía y la vida de millones de personas, exige control y protección en los países que han logrado frenar la transmisión comunitaria, ante la aparición de nuevos brotes y la posibilidad de una segunda oleada, a la espera de un tratamiento terapéutico o una vacuna.

Sanidad ha actualizado finalmente este viernes las estadísticas y ha cifrado las muertes atribuidas directamente a la Covid-19 en 28.315, con lo que las incrementa en 1.179 respecto al número total que estaba "congelado" desde hace doce días para su revisión por las comunidades autónomas, pero el exceso de mortalidad de estos meses deja abierto de par en par este capítulo.

Ahora todo conduce a la movilidad, la que han estrenado este viernes cántabros y vascos para cruzar el límite de sus respectivas comunidades, la que han experimentado los barceloneses al salir de su conurbación y la que desde la medianoche del sábado al domingo estará al alcance de todos los españoles para desplazarse sin restricciones.

La nueva normalidad de la epidemia

España se dispone a entrar de pleno en la "nueva normalidad" con mascarilla y distancia física, con límites de aforos y sistemas de turnos, con responsabilidad y paciencia, mucha paciencia, porque la epidemia de coronavirus no ha terminado, es más, en otras partes del mundo "está acelerando", como ha advertido el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom.

El número global de nuevos contagios ha vuelto a marcar máximos diarios, casi la mitad en el continente americano, y ya son más de 8,6 millones los infectados por el SARS-CoV-2 y 460.000 los fallecidos, según los últimos datos de la Universidad Johns Hopkins.

La epidemia de coronavirus no ha terminado tampoco en España, pese al control de la transmisión comunitaria, que es la que propaga de manera exponencial el virus y que obligó a decretar confinamientos generalizados. El coronavirus sigue circulando, pero el estadio más complicado parece que ya quedó atrás, en las entrañas de esas jornadas críticas de abril con más de 900 muertos diarios y los hospitales de Madrid y Barcelona literalmente colapsados.

A los 98 días de estado de alarma por decreto le sucede ahora una "nueva normalidad" también decretada, en la que se podrá hacer casi todo, pero de otra manera, se podrá hasta votar en julio en el País Vasco y Galicia, ir de vacaciones y hasta soñar, pero también de forma distinta, porque distinta es la realidad, llena de cauciones, de "no te precipites" y de "espera un poco".

En esa realidad sobrevenida, el peligro en los países que han superado la etapa más virulenta se llama nuevo brote, repunte o rebrote, como los 34 que, según ha informado el Ministerio de Sanidad, se han registrado en el último mes en España con 928 infectados: nueve en mataderos y otros en hospitales o residencias, en una granja de visones en Teruel o entre profesionales que viajaron a Portugal y temporeros que se desplazaron a Francia.

El ministro Salvador Illa ha señalado que quedan activos nueve brotes con 95 afectados y que todos están controlados con las 40.000 pruebas PCR que se hacen de media al día y que permiten detectar muchos más casos que antes, más de la mitad asintomáticos, el gran problema en la génesis de la rápida difusión de esta epidemia.

Estadísticas provisionales

De la evolución de la covid-19 en España a punto de entrar todo el país en la nueva normalidad dan cuenta otros datos aportados hoy, como el de hospitalizaciones, menos de 2.000 frente a las más de 40.000 de la segunda semana de abril, o el de ocupación de unidades de cuidados intensivos, 312 cuando llegó a haber en esas mismas fechas 5.500, el 85 % del total, con las ucis desbordadas y los sanitarios clamando protección y reclamando respiradores.

Las muertes se sucedían, con el foco puesto en las residencias de mayores. A falta de menos de 48 horas para que finalice el estado de alarma, Sanidad ha actualizado las cifras de muertes atribuidas directamente a la covid-19 y las ha fijado en 28.315, con lo que las incrementa en 1.179 respecto al número total "congelado" desde hace doce días para que fuera revisado por las autonomías, tras ajustes pasados que hicieron "desaparecer" hasta 2.000 defunciones.

En ese nuevo recuento no se incluyen los casos sospechosos sin pruebas de diagnóstico PCR, a la espera de posteriores recuentos, como pide ahora la OMS, a partir del registro del Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) en España que registra durante los meses de pandemia unos 43.000 fallecimientos más de los esperados.

El director del Centro de Coordinación de Emergencias y Alertas Sanitarias, Fernando Simón, ha señalado que el total de fallecidos se irá revisando más adelante, si bien entiende que la diferencia de unas 14.000 muertes del MoMo no se puede atribuir de forma global al coronavirus, porque considera que hay casos de fallecidos por otras causas, también de personas que tardaron a ir al hospital por temor durante el pico de la pandemia.

"Intención de ocultar muertos no ha habido nunca, en ningún momento. Sí que ha podido haber errores", ha subrayado Simón, en una comparecencia junto al ministro Salvador Illa, ante las acusaciones en ese sentido del PP reiteradas hoy por algunos de sus dirigentes.

Con la actualización de estos datos tras su validación por las comunidades, que han puesto fecha de fallecimiento a cada defunción, se ha recompuesto también la serie, una vez que el pasado 11 de mayo se cambiara el sistema de aportación de datos. En la última semana la secuencia ha sido la siguiente: 9 el pasado viernes 12 de junio, 6 el sábado, 8 el domingo, 15 el lunes, 5 el martes y 2 el miércoles. Este viernes, ya en nuevo formato, se ha informado de dos muertes en las últimas 24 horas y 154 nuevos contagios, 44 de ellos en Madrid y 32 en Cataluña.

Movilidad a velocidad controlada

Las estadísticas de fallecidos, denuncias y tribunales de por medio, seguirán dando que hablar y más en los actuales tiempos de polarización, pero antes la gente cogerá el coche para traspasar los límites de su comunidad, como hoy han hecho centenares de cántabros y, sobre todo, de vascos, después de que sus presidentes, Miguel Ángel Revilla e Iñigo Urkullu, escenificaran con una foto el fin anticipado del estado de alarma.

También muchos catalanes, sobre todo barceloneses, se han apresurado a salir de sus cercanía para llegar en muchos casos a sus segundas residencias, tras decretar la Generalitat el fin de la desescalada y el estreno de lo que ha llamado de forma diferencial "etapa de represa" (reanudación).

La reapertura en Cataluña se ha hecho en un fin de semana muy especial, el de las verbenas de Sant Joan, pese a que esas multitudinarias celebraciones, como no podía ser de otra forma, han sido suspendidas con la petición a los ayuntamientos de que no abran esa noche las playas, del mismo modo que se han adoptado medidas llenas de cautela.

Similares precauciones ha decidido adoptar la Comunidad de Madrid que, tras su beligerancia para comenzar a toda costa la desescalada, ha dado paso a una actitud templada que la ha llevado a aprobar un decreto para la "nueva normalidad" con estrictos controles de aforo y sin ocio nocturno hasta el 5 de julio y con una moderada ampliación sucesiva a partir del día 6.

La limitación del ocio nocturno, en concreto de las grandes discotecas, dejará a la isla de Ibiza sin uno de sus grandes reclamos durante todo el verano, después de que Baleares haya acordado limitar el horario de apertura de los locales de ocio nocturno hasta las 2 de la madrugada, siempre con la pista de baile inhabilitada, y un aforo de hasta 300 personas. Malos tiempos para la lírica.