Los primeros turistas de la era postcovid han llegado este lunes a España vía Baleares. A partir de la semana que viene, esta circunstancia, que ahora nos parece extraordinaria en un país que hasta la entrada en vigor del estado de alarma disputaba con Francia y Estados Unidos el liderazgo en las estadísticas de entradas de visitantes, retomará su particular "nueva normalidad" para tratar de regresar al escenario anterior a los estragos causados por el coronavirus en uno de los sectores económicos que apuntalan la siempre inestable economía española.

La especie de que abra este lunes todos los informativos un acontecimiento rutinario como la llegada a España de un avión cargado de turistas procedentes de Alemania, lo que hasta hace tres meses ni siquiera era noticia, da cuenta de la importancia que la sociedad civil concede a un hecho que parecen no haber recibido con la misma capacidad de reflejos nuestros gobernantes. Hoy es Baleares, en unos días será Canarias, la Costa Brava, Benidorm o el Camino de Santiago, pero, en cualquier caso, es inaceptable la frivolidad con que algunos miembros del Gobierno y de alguna autonomía han echado arena sobre un negocio que aporta cerca de 200.000 millones de euros al PIB nacional, lo que representa el 15% de nuestro índice de riqueza.

Si el Ejecutivo, de forma acertada, ha arrancado la semana anunciando un ambicioso plan de ayudas a la automoción, que aporta al PIB tres veces menos que el turismo, los planes para reflotar la primera actividad nacional no pueden quedarse atrás. Los 2.500 millones en ayudas de créditos ICO se antojan insuficientes para un sector que fue capaz de capear los efectos de la Gran Recesión de 2008, pero va a encontrar más dificultades para sortear una situación en la que además de enfrentarse a una crisis económica deben garantizarse las condiciones sanitarias de clientes y trabajadores. Un rebrote de la pandemia acarrearía una estocada mortal para la industria. Levantar la actividad turística debe ser considerada una cuestión de Estado y requiere de la máxima unidad entre todos los partidos del arco parlamentario. Sobran, por tanto, veleidades partidistas y declaraciones altisonantes dirigidas en exclusiva al electorado de cada cual. Tómenselo en serio.