Las negociaciones para las sucesivas prórrogas del estado de alarma suponían para el Gobierno una experiencia cada vez más agónica, pero la tónica se ha roto en la última solicitud que Pedro Sánchez elevará al Congreso de los Diputados para su votación el próximo miércoles. A diferencia de las ocasiones anteriores, el Ejecutivo encara la semana con los deberes hechos, gracias a los pactos alcanzados con el PNV, para que vuelva a apoyar, y ERC, para que abandone el rechazo y se abstenga. La prórroga ya está asegurada, pero el Gobierno quiere ir más allá, sumando de nuevo a Cs a la última extensión temporal, que acabará el 21 de junio.

El entorno de Sánchez contempla esta posibilidad con optimismo. Fuentes del Ejecutivo señalan que las negociaciones marchan bien, una impresión que ya tenían a mediados de la semana pasada, cuando empezaron a ver los frutos de sus contactos con los nacionalistas vascos y los naranjas, como avanzó este diario.

Un entendimiento que incluya a ERC y a Cs es inusual, las posiciones de ambos partidos son casi siempre antagónicas, pero en la Moncloa creen que esta vez será posible. Fuentes del Gobierno subrayan que su pacto con los republicanos, que ha provocado las quejas de JxCat, su socio en la Generalitat, no dice nada de la mesa de negociación sobre el conflicto político de Cataluña, el organismo que el partido de Oriol Junqueras pactó con el PSOE a cambio de su abstención en la investidura de Sánchez. La inclusión de la mesa en el entendimiento con ERC habría imposibilitado el acercamiento a Cs, pero el papel suscrito incide sobre todo en que los presidentes autonómicos recuperarán sus competencias en el tramo final de la desescalada, la fase 3, algo en lo que los liberales están de acuerdo. También el PNV, que anunció su voto a favor el sábado, poco después de que se conociera el acuerdo con los republicanos.

La relevancia política

Si el Gobierno logra finalmente sumar a la prórroga al partido de Inés Arrimadas, se anotaría un importante tanto político. Cs no resulta necesario para extender la alarma, pero si vota a favor, el PP se quedaría solo con Vox (y grupos más pequeños como JxCat y la CUP) en el rechazo, un resultado parlamentario que Sánchez empleará para transmitir su tesis de que los conservadores han dejado de ser un "partido de Estado". En cualquier caso, el Ejecutivo no contempla que los naranjas voten en contra. Como mucho, anticipan en la Moncloa, se abstendrán.

"Cs va a decidir el voto pensando en la política útil, en ser un partido de centro y en el interés general de los españoles, no en lo que votan el resto de grupos", ha señalado este lunes el portavoz adjunto de la formación, Edmundo Bal, que mantuvo contactos con Sánchez la semana pasada. El presidente del Gobierno ha protagonizado esta vez las negociaciones: fue él quien selló el pacto con Pere Aragonès, 'vicepresident' de la Generalitat y coordinador nacional de ERC.

El Ejecutivo otorga trascendencia a este acuerdo, porque le permite plasmar que, tras la tormenta de las anteriores prórrogas, con algunos de sus aliados tradicionales descolgándose, está reconstituyendo la mayoría de la investidura. Sobre ella, Sánchez quiere erigir los próximos Presupuestos Generales del Estado.