Margarita Robles repite al frente de Defensa tras un año y medio familiarizándose con las Fuerzas Armadas, tiempo en el que ha querido poner en primera línea el papel de la mujer e incluso se atrevió a plantar cara a Arabia Saudí paralizando un contrato de venta de armas, un jaque en el que se vio obligada a retirar ficha.

Magistrada de carrera, fue pionera en la incorporación de la mujer al poder judicial y durante los 18 meses en Defensa ha puesto énfasis en la necesidad de aumentar el número de mujeres en los ejércitos.

De hecho, durante su mandato ha podido entregar el fajín rojo de general a la primera mujer en alcanzarlo, Patricia Ortega, en una ceremonia en la que aseguró que se sentía "muy orgullosa del avance de una mujer, porque cuando avanza una mujer avanzamos todas las demás".

El impulso a la presencia y liderazgo de las mujeres en las Fuerzas Armadas y la mejora de las condiciones de vida y, en especial, de las comunicaciones en los cuarteles y destacamentos en el exterior, han sido algunas de las prioridades de la labor de Robles.

También ha impulsado la renovación de material, considerado en muchos casos casi obsoleto tras años de recortes, con el desbloqueo de varios programas de inversión que estaban paralizados y que resultaron en la aprobación, en diciembre de 2018, de un gasto de 7.331 millones de euros hasta el años 2032.

Se refieren a la construcción de cinco fragatas F-110, la compra de 348 vehículos 8x8 Dragón para el Ejército de Tierra (un contrato ahora parado tras problemas con la adjudicataria) y a la actualización del avión de combate Eurofighter.

Con un gobierno en funciones la mitad de ese tiempo, Robles (León, 1957) no ha llegado a abordar la renovación de la cúpula militar -seguramente será una de sus primeras medidas- pero ha dado los primeros pasos para resolver uno de asuntos que más preocupan: la salida del Ejército a los 45 años de los soldados de tropa y marinería, abocados al paro.

Es un problema consecuencia de una ley de 2006 que las asociaciones militares piden derogar y regular en una sola norma que englobe a todos los escalafones, un asunto que se ha llevado ya al Congreso y tiene visos de avanzar esta legislatura.

También tiene sobre la mesa aumentar las retribuciones de los militares, que se quejan de haberse quedado atrás respecto a Policía Nacional y Guardia Civil, y mejorar las condiciones de movilidad geográfica de sus familias para facilitar la conciliación.

En su etapa al mando de Defensa, Robles topó con Arabia Saudí, el tercer país del mundo con mayor gasto militar, en un intento de paralizar la venta de 400 bombas de precisión que sospechaba podrían ser utilizadas contra la población civil en Yemen.

El país árabe respondió amenazando con cancelar la compra de cinco corbetas a la española Navantia y se desató la polémica. Tres días después, el Gobierno cambió de jugada y matizó que suspender la venta era solo "una intención".

Menos de una semana más tarde, el Ejecutivo anunció que mantendría el contrato, un episodio que casi acaba en crisis diplomática y que marcó la trayectoria de Robles como ministra, quien desde entonces optó por mantener un perfil discreto.

Desde ese septiembre de 2018, Robles rebajó sus declaraciones políticas y se centró en su labor al frente del Ministerio, aunque la tercera mujer ministra de Defensa, con fama de enérgica, tuvo que gestionar otras crisis.

Como la del Open Arms, que acabó con el traslado, no exento de polémica, de 15 de los inmigrantes recogidos por la ONG desde Italia a España a bordo del buque de la Armada Audaz porque España "no podía mirar para otro lado".

O la retirada de la fragata Méndez Núñez de una misión de circunnavegación encabezada por Estados Unidos en vista del cambio de planes estadounidense a consecuencia de la tensión entre Washington y Teherán.

La decisión "decepcionó" a Estados Unidos, pero Robles se mantuvo firme y finalmente aseguró que el tiempo, dijo, le había "dado la razón".

Con Robles, el CNI volvió a depender de Defensa y los servicios de inteligencia vivieron una de sus épocas más convulsas, al tener que hacer frente a los continuos ataques del excomisario José Villarejo contra el que hasta hace poco fue su director, Félix Sanz Roldán.

De hecho, la ministra tiene pendiente renovar la cúpula del CNI después de la marcha el pasado junio de Sanz Roldán, que estuvo 10 años en el puesto.

Al frente, de forma interina, quedó Paz Esteban, hasta ese momento secretaria general del centro y una de las candidatas a ser la primera mujer designada para el cargo.