La intervención que Gabriel Rufián trazó en la investidura fallida del pasado julio, absolutamente vehemente en favor de un pacto PSOE-Podemos que no se produjo, fue ampliamente criticado internamente en ERC. Sobre todo tras el bajón en los resultados del 10-N en que algunos feudos republicanos. Ayer, con el pacto en el bolsillo, Rufián retomó un tono más duro, sin perder nunca de vista el grado de acuerdo existente. Si acaso invirtiendo el viejo lema del líder de ERC, Oriol Junqueras, el "suave en las formas, duro en el fondo'.

Como previamente había hecho Laura Borrás, Rufián tiró de hemeroteca y expuso las contradicciones discursivas de Pedro Sánchez a lo largo de los últimos meses. Luego, el socialista negaría la mayor, sobre todo con la controvertida definición de lo que sucede en Cataluña. Si una crisis de convivencia, como dijo una vez, o un conflicto político, como apuntó después. Sánchez aseveró que ambas alocuciones son compatibles.

"¿Qué creen que ha pasado para que Sánchez haya cambiado?", se preguntó el republicano. "El miedo y el acomplejamiento ante esta gente", se respondió el republicano señalando con su diestra a la no menos diestra bancada del hemiciclo, la que une sin solución de continuidad a los diputados del PP , Vox y ciudadanos.

"Algún gurú de la demoscopia", prosiguió Rufián, "le dijo que usando Cataluña como arma arrojadiza ganaría les elecciones. No pasa nada. Le ha pasado a todos los presidentes de este país. Pero lo que no le recordó es que nunca un presidente del PSOE había ganado sin Cataluña y mucho menos contra Cataluña", arremetió. Y como guinda, acaso porque se la guardaba desde la campaña, el portavoz de ERC afirmó que "los insultos y criminalizaciones de los medios y la escuela pública catalanas fueron e una enorme miopía e irresponsabilidad".

Compromiso electoral

Se jactó entonces de que el acuerdo PSOE-ERC, que negó que fuera secreto, es simplemente un compromiso electoral de ERC. "Hemos atornillado al Gobierno a una mesa de diálogo", dijo, parafraseando su promesa en los mítines previos al 10-N.

Con todo, vino a decir que el trabajo de ERC ya había acabado y que ahora serían los gobiernos, "de igual a igual" los que dirimirían las diferencias. Eso sí, tras preguntarse, aventado sus dudas sobre la palabra del PSOE ("cómo hacemos que los socialistas cumplan"), advirtió, o más bien amenazó, que si no la mesa no se desarrolla conforme a lo pactado "no habrá legislatura. Y ERC ya lo ha hecho antes, en defensa de los derechos civiles de Cataluña", en referencia a la no aprobación de los presupuestos, en la primavera del 2019, que llevaron a las primeras elecciones del año pasado. "Si esta vez el pueblo catalán vuelve a ser estafado no se estará estafando a ERC, se estará estafando a un pueblo, otra vez", dijo de nuevo en tono de advertencia.

Sánchez no torció en ningún momento el gesto. Es más, su tono sí fue de guante blanco. "Es evidente que hay un conflicto político" o bien que la situación de Junqueras es la consecuencia "de la deriva judicial".

El cierre de esta parte del debate versó sobre la violencia. Renegó Rufián, como suele, de toda violencia, también la que pudiera haber en el campo independentista, pero cerró su alocución afirmando que "la única violencia inequívocamente constatable" que se ha producido alrededor del 'procés' fue la de la policía "el 1-O".