Votantes del 1-O han destacado al tribunal del 'procés' que el punto de inflexión de aquella jornada fue la súbita aparición de las urnas que ninguno ha sabido explicar de donde salieron, más allá de que "una persona disfrazada", "chicos" o "señores" se bajasen de los coches y las entregasen a los vecinos.

Un asunto, el de las urnas, que lleva repitiéndose toda esta semana, en la que los votantes también han destacado que aquel día fue una jornada espontánea donde en realidad nada estaba organizado.

Por eso, ellos tomaron la iniciativa, algunos se designaron a sí mismos voluntarios, otros aportaron ordenadores y tabletas para facilitar la identificación de votantes e incluso hubo quienes se llevaron todo el material electoral a casa de un vecino para hacer el recuento. Pero lo que ocurre con las urnas es diferente.

Ni este jueves ni en los días anteriores, ningún votante ha podido explicar el origen de las urnas, una cuestión que han tratado de pasar por encima aludiendo a "un chico", "unos señores" o aquella "persona disfrazada" que irrumpió a primera hora de la mañana para descargar un material que no era visible para la gente, pero que nadie ponía en duda que se trataba de las urnas.

Casi ninguno vio 'in situ' la llegada del material electoral a pesar de que muchos pasaron la noche encerrados en los colegios, lo que resulta incomprensible a ojos de las acusaciones, que no entienden como las urnas simplemente aparecen.

Y aquellos que sí se percataron de que algo ocurría a primera hora, se han limitado a acotar esta cuestión con alusiones a una serie de personas nunca identificadas que llegaban en coches entre el júbilo y la alegría de las decenas de votantes, que aguardaban poder votar con las primeras luces del día.

Las respuestas a estas cuestiones son siempre ambiguas: "Creo que un chico las dejo allí", "sé que llegaron, nada más" o "llegó un coche con urnas, pero no se quién lo recogió".

Tampoco los votantes han precisado donde estaban los mossos o si desde su posición podían ver cuando se producían estas repentinas apariciones, pese a que los testigos han asegurado que los agentes catalanes estaban siempre alrededor de las 06.00 horas en los colegios, si bien uno ha dicho que "los mossos no fueron conscientes en ningún momento de cuando llegaron las urnas y el material".

A la espontaneidad en la aparición de las urnas se sumó la de los vecinos que decidieron autoorganizarse y dar la cobertura logística al referéndum repartiéndose tareas para realizar la votación, una planificación que arrancó ya desde el día anterior en los colegios.

Según los testigos, la colaboración entre los vecinos era "total" hasta el punto que decidieron facilitar material necesario para la votación como alargadores o tabletas e incluso uno de ellos fue a la churrería del barrio cuando los demás tenían hambre: "Compré una bolsa de churros y lo compartimos entre todos".

Hubo quienes acudieron a casa de un vecino para volcar en su ordenador personal los resultados y los datos de los votantes que figuraban a mano en una hora e incluso otro, como un Policía nacional jubilado, ha explicado que se designó él mismo voluntario para formar una de las mesas que, según gran parte de los testigos, generalmente ya estaban dispuestas cuando ellos llegaban, aunque no han sabido explicar cómo ni cuando.

Presencia de fuerzas de seguridad

En línea con las anteriores jornadas, los testigos han hecho hincapié en la presencia de los mossos en los colegios, donde no pudieron entrar porque los votantes, con su presencia en los accesos se lo impidieron. Era imposible, según la mayoría.

"Evidentemente venían con la intención de ejecutar sus órdenes", ha dicho un vecino de Caldes de Montbui (Barcelona) que habló con dos mossos que "entendieron que forzar una situación de cierta tensión con toda la gente que había allí siendo dos personas era dificultosa".

Otro testigo que ha descrito el 1-O como "un hito colectivo" entendía que "obstaculizando de manera pacífica" su intervención estaban ejerciendo una desobediencia "legítima y de responsabilidad".

Sí que hubo un caso, en Seva (Barcelona), en el que llegaron "cinco furgonetas" de mossos y, tras hablar con los concentrados, incautaron las urnas y se fueron. "Hubo decepción, a la gente le supo mal, estaban tristes", ha relatado la testigo.

Pero lo que han dejado claro todos es que "en ningún caso" hubo violencia en sus centros, por los que no pasó ni la Policía ni la Guardia Civil, a excepción de uno de ellos, el Instituto Quercus, de Sant Joan de Vilatorrada (Barcelona).

Allí, según un policía jubilado que fue a votar, sí que acudió la Guardia Civil que, sin decir "ni una palabra", empezó "a golpear a todo lo que había" hasta que llegaron a la puerta, que rompieron con un mazo pese a que, ha dicho el testigo, estaba abierta.

"Hubo un ciudadano que tiró una silla" a un agente, "que cayó al suelo", ha reconocido el votante, que ha señalado que dentro "no ocurrió nada" porque "tampoco era cuestión de enfrentarse a ellos".