El tribunal del "procés" ha conocido este martes la "cara B" de lo que ocurrió en el referéndum del 1-O con los testimonios de casi una veintena de votantes que han destacado su actitud "ejemplar", "pacífica" y reivindicativa y han denunciado la violencia "extrema y gratuita" de las fuerzas de seguridad.

Una versión que contradice, punto por punto, a la de casi un centenar de agentes que durante semanas han relatado el hostigamiento con el que fueron recibidos en los colegios, con agresiones, lanzamientos de objetos, insultos, amenazas y resistencia a su actuación.

Nada más lejos de la realidad, según los votantes citados por la defensa del exvicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras y el exconseller Raül Romeva. En su mayoría representantes públicos de ERC, han asegurado que en aquella jornada de "ilusión" reinó la actitud pacífica de unos vecinos que únicamente buscaban manifestarse por el "derecho a votar".

Fueron las fuerzas de seguridad quienes les "apalearon", "arrinconaron" y "abrieron las cabezas". Una actuación que han descrito con detalle.

"Al amigo Agustí lo vi salir con la cabeza ensangrentada", ha dicho un testigo, que ha recordado también a "López siendo apaleado sin ningún tipo de justificación, con las manos en alto".

Además de esta "violencia extrema y gratuita" y de las cargas "desproporcionadas", Jordi Salvador y Laura Castel, entonces diputado y senadora de ERC, respectivamente, que revalidaron sus escaños el domingo, han asegurado que fueron empujados y zarandeados por los agentes en Tarragona cuando les presentaron sus credenciales oficiales.

En Lleida, el abogado Ramon Antoni Forteza llegó a ponerse la toga para intentar pasar a un local electoral y defender a varias personas retenidas dentro, pero, según ha apuntado, le "dieron de palos"; y en varias ocasiones.

Aunque unos pocos han reconocido que hubo insultos a los agentes en respuesta a la actuación policial, ninguno ha admitido haber visto puñetazos o patadas a las fuerzas de seguridad, si acaso "movimientos" de piernas y brazos "para protegerse de la agresión de la Guardia Civil".

Tampoco lanzamientos de piedras que "no cabían en una mano", como denunció un agente que intervino en San Carles de la Rápita (Tarragona). "Yo allí no estaba, lo condeno si pasó, por supuesto, pero después de ver que a nuestros amigos le abren la cabeza, entiendo que alguien perdiera los nervios en un momento dado", ha dicho un vecino.

A la denuncia de la Guardia Civil del lanzamiento de una silla a un agente en Dosrius (Barcelona), otro vecino ha reconocido que lo vio en un vídeo, pero que el agresor no era del pueblo y no les "representa".

Ha habido también testigos de incidentes en Sabadell (Barcelona), Sant Esteve de Sesrovires (Barcelona), y Sant Julià de Ramis (Girona), donde estaba previsto que votase el expresident Carles Puigdemont.

Según su alcalde, Marc Puigtió, "la Policía fue directamente a buscar a todos los vecinos"; "vinieron a por nosotros" o "nos apalearon", han refrendado vecinos de otros pueblos.

Y es que los votantes han llegado a utilizar metáforas militares cuando se referían a la llegada de la Guardia Civil, como Eloi Hernández, alcalde de Fonollosa (Barcelona), que vio cómo 80 antidisturbios entraban como "un ejército" por la calle principal de la localidad, de 1.400 habitantes.

Han coincidido además en asegurar que los agentes empezaron a "sacar" a los vecinos de los colegios "sin aviso y sin decir nada" y que, tras la intervención policial, en la inmensa mayoría de ellos la votación transcurrió con normalidad.

Del origen de las urnas ninguno ha sabido dar explicaciones. Algunas veces los agentes conseguían requisarlas y otras no, como sucedió en Fonollosa, que la escondieron detrás de la iglesia.

La lista de efectos intervenidos, según varios testigos, también la engrosaron disfraces, juguetes y comida para celíacos.

A quien ha podido no beneficiar sus declaraciones es a los Mossos, descritos por varios testigos como la cara amable de aquel día.

Tras los testimonios de los votantes, el exdirector del Servicio Catalán de Salud David Elvira ha relatado que el secretario general del Ministerio de Sanidad llamó la mañana del 1-O a su homólogo en el Departamento de Salud de la Generalitat interesándose por las atenciones a votantes heridos y ofreciendo su "colaboración".

Elvira ha ratificado que hicieron 1.066 asistencias como consecuencia del 1-O, entre ellas cinco a pacientes graves, aunque ha precisado que la cifra no incluye las intervenciones en los centros privados a los que acudieron guardias civiles y policías.