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El Día
Ver galería >José Ramos tenía clarísimo que por encima de todo quería votar ayer. Una reciente operación de cadera no se lo iba a impedir, tal y como contaba por la mañana a El Día en su casa mientras tomaba el primer café de la jornada. Convenció a su mujer, Carmen, y a su hija, Desireé, para que llamaran al teléfono que ofrecía Cruz Roja esta semana para facilitar a las personas discapacitadas o con movilidad reducida su acceso a los colegios electorales. Sentado en su silla de ruedas esperó hasta la llegada de los voluntarios. Como él, hasta otras doce personas se beneficiaron en el municipio capitalino del servicio gratuito que ofreció hasta el cierre de la fecha electoral la institución humanitaria.
José Ramos tenía clarísimo que por encima de todo quería votar ayer. Una reciente operación de cadera no se lo iba a impedir, tal y como contaba por la mañana a El Día en su casa mientras tomaba el primer café de la jornada. Convenció a su mujer, Carmen, y a su hija, Desireé, para que llamaran al teléfono que ofrecía Cruz Roja esta semana para facilitar a las personas discapacitadas o con movilidad reducida su acceso a los colegios electorales. Sentado en su silla de ruedas esperó hasta la llegada de los voluntarios. Como él, hasta otras doce personas se beneficiaron en el municipio capitalino del servicio gratuito que ofreció hasta el cierre de la fecha electoral la institución humanitaria.
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