Cupra ha completado su metamorfosis como fabricante independiente de la matriz SEAT. De la crisálida ha salido el Formentor, un crossover coupé con un estilo herencia de su origen, pero mucho más ambicioso en tacto de conducción y sensaciones. Coherente con una marca que aspira a situarse en ese espacio que hay entre las generalistas y las premium y hecha a medida de clientes que disfrutan al volante. No es un lema, es, como el propio Formentor, una declaración de intenciones.

El kilómetro cero de Cupra viene dado por un vehículo sólido en su diseño y acabados pero, sobre todo, que transmite sensaciones desde el mismo momento en que lo pones en marcha. Lo comprobamos en la presentación que el equipo de esta joven marca organizó en Madrid semanas atrás. Probamos la versión VZ con el motor 2.0 TSI de 310 CV, la más contundente por potencia y equipamiento.

Si se buscan sensaciones por la vía rápida, lo mejor es coger el atajo del Control Dinámico de Chasis (DCC). Es tan sencillo como usar el botón redondo que hay a la izquierda del volante y elegir el modo Cupra. Lo primero que se percibe es el inmediato cambio de la modulación de la ‘voz’ del motor, que deja de ser discreto para hacerse muy presente en cabina. La receta es la misma que en otros vehículos con anhelos deportivos y selectores de modos de conducción: las suspensiones y la dirección progresiva se endurecen y el conjunto que forman motor y cambio DSG se tornan más reactivos.

La electrónica cumple su papel, pero la diferencia del Formentor respecto a otro modelo del mismo palo del Grupo Volkswagen es que la base de su chasis es excelente. La plataforma es la MQB Evo del gigante alemán, pero el Centro Técnico Cupra lo ha moldeado para transmitir en marcha una firmeza espectacular y unas sensaciones que van más allá de lo establecido por la marca en los León, León Sportstourer y Ateca, los tres modelos que conservan esa ligazón con SEAT.

Un dinamismo superior

La gran conquista del Formentor es esa: ofrecer un dinamismo superior respecto a modelos que, por mucho que lleven el emblema de Cupra, son versiones de la marca de la que ahora se desgaja. Como buen crossover, su radio de acción es amplio, pero si quiere disfrutar de él, lo mejor es poner rumbo a una carretera con curvas, muchas curvas.

Es ahí donde brilla una amortiguación cuyo control automático independiente en cada rueda es capaz de neutralizar esos movimientos de la carrocería que lastran otros coches de su tamaño y enfoque. En este sentido, el modo individual del DCC permite ajustar hasta en quince posiciones ese tacto de la suspensión.

Esta versión disponía también de la tracción total 4Drive de tipo Haldex que, en conducción deportiva, controla el reparto de par incluso entre las ruedas de un mismo eje y frenando la rueda que esté perdiendo contacto con el asfalto para no desperdiciar ni una pizca de fuerza de tracción. Acorde con el calibre de su propulsor de 310 CV y 400 Nm y un chasis sobresaliente, los frenos son Brembo con unos discos delanteros ventilados y perforados de 372 x 32 mm y unos traseros ventilados de 310 x 22 mm. El servofreno eléctrico que monta propicia, además, una respuesta más inmediata al pisar el pedal.

Tenía que ser un CUV

La elección de una carrocería crossover coupé (CUV) es una maniobra inteligente de Cupra. Primero, porque es la que está más en boga, especialmente entre las marcas con aspiraciones y los fabricantes auguran un importante aumento de las ventas de este tipo de coches en los próximos años. Segundo, porque la voluptuosidad propio de este tipo de carrocerías da pie a unas mayores florituras de diseño que, en el Formentor, se aprecian en el capó largo y estriado, en los musculosos paneles laterales o en el pliegue tan característico sobre el que se levanta el pilar C. Además, no existe esta configuración en el catálogo de SEAT, lo que ayuda a establecer ese punto y aparte.

La deportividad está latente en muchos elementos de su exterior. En los demás es patente: tomas de aire, taloneras, alerón y difusor trasero son sólo algunos ejemplos. Como en el resto de modelos que Cupra ha lanzado en los dos años que lleva vigente como marca, las llantas tienen una importancia capital en el diseño del Formentor; también los tonos para la carrocería, cuya paleta incluye algunos acabados en mate.

El interior se diferencia en pocos aspectos de un SEAT de última hornada. Difiere, como otros Cupra, en molduras decorativas y revestimientos, muchos de ellos con un pespunte muy aparente. Lo mejor, el volante con botones satélites; los asientos tipo baquet; el tapizado en color negro o azul petróleo; los ribetes en el color cobre que define por completo (y con acierto) todo producto de la marca; y los grafismos del cuadro de instrumentos digital –especialmente con el modo Cupra activado– y la pantalla multimedia.

La luz ambiental no es un mero elemento ornamental. Cubre funciones de seguridad como advertir de la presencia de vehículos en el ángulo muerto mediante una luz de tono naranja intermitente o alerta de un posible peligro al abrir las puertas. 

MOTORES

Amplia base de propulsores

Uno de los aspectos más sorprendentes del Formentor es su gama de motores. Y no tanto por los más potentes o por el hecho de contar con versiones híbridas enchufables, sino por ampliar su base con unidades 1.5 TSI y 2.0 TDI, ambos de 150 CV, para llegar a una clientela mucho más variopinta. Nosotros probamos el 2.0 TSI de 310 CV y 400 Nm con el que acelera de 0 a 100 km/h en 4,9 segundos. Un motor que ya conocemos de otros modelos de altas prestaciones del grupo, pero que en el Formentor deja boquiabierto mediante una progresividad sensacional fruto de una curva de par extraplana. Como el León, ese catálogo de propulsores se completa con dos versiones híbridas enchufables (e-Hybrid) de altas prestaciones con 204 y 245 CV.