Mazda sigue confiando en el diésel. Este carburante, víctima de una demonización sin precedentes cargada de electoralismo, demagogia y populismo, ve como su cuota de mercado se reduce sin parar, con contados repuntes, y es sepultado mes a mes por la gasolina, gran vencedora en un reparto en el que los alternativos presentan batalla, pero acostumbran a perder. 

Pese a quien le pese, el diésel es el combustible tradicional más eficiente y el que menos emisiones genera y, por eso, es el más adecuado para los SUV, sobre todo los de gran tamaño como el CX-60. Mazda lo sabe y por eso anuncia la llegada de una versión diésel para su todocamino, que llegará a principios de 2023.

La firma de Hiroshima propone un nuevo motor e-Skyactiv D de seis cilindros y 3.3 litros que entregará al SUV 200 CV de potencia con tracción trasera o 254 CV con tracción total a través del sistema Mazda i-Activ AWD. El propulsor se combinará con un sistema híbrido ligero de 48 voltios, con lo que pegará la etiqueta ‘ECO’ en el parabrisas del CX-60, y contará con tecnologías de reducción de emisiones como el DCPCI -el encendido por compresión-.

El resultado es un consumo medio de 5,3 litros para el motor de 254 CV, con unas emisiones de 137 gramos de CO2 por kilómetro y de 4,9 litros y 127 gramos de CO2 por kilómetro para el de 200 CV. Solo por ofrecer una comparación, un Mazda CX-5, más pequeño y ligero, con motor de gasolina Skyactiv-G de gasolina de 194 CV presenta un consumo medio de ocho litros y unas emisiones de 182 gramos de CO2 por kilómetro. Las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) están casi equiparadas gracias a las tecnologías de neutralización de emisiones del motor diésel. Saquen sus propias conclusiones.

Mazda promete que los seis cilindros le permite ofrecer menos vibraciones y mejorar su confort con una marcha suave y silenciosa sin prácticamente incrementar el peso del motor respecto al 2.2 Skyactiv-D de cuatro cilindros.

Estrategia multiopción

¿Quiere decir esto que el diésel es mejor que la gasolina o viceversa? No. Sino que el diésel sigue siendo una gran opción para descarbonizar la movilidad hasta que lleguen eléctricos e híbridos más asequibles. Mazda cree en todas las opciones y por eso este CX-60 llegó como híbrido enchufable, recibe ahora el motor diésel microhíbrido e-Skyactiv D y pronto sumará a su oferta un propulsor microhíbrido de gasolina. Opciones para todos y para cada tipo de uso en una estrategia que mantendrá durante los próximos tres años con cinco nuevos coches, entre ellos el CX-80, un SUV todavía más grande que el CX-60, basados en su plataforma multisolución.

Esta es la estrategia hasta que, “más allá de 2025”, Mazda lance su plataforma escalable Skyactiv VE para coches eléctricos de todos los segmentos, en el que llegará su verdadera ofensiva eléctrica en su camino para ser una marca neutral en emisiones en 2050.