Las motos son más que un vehículo que transporta de un lugar a otro. Son una pasión y una forma de vida, que queda patente entre los aficionados a las dos ruedas que acuden a la concentración "Motauros", para reunirse con sus "hermanos" y disfrutar de unos días de sana convivencia.

Una cita que se repite desde hace veinte años, y en la que, por primera vez, en la zona comercial, donde se pueden adquirir todo tipo de productos relacionados con el mundo motero, ha aparecido una original propuesta para que uno pueda despedirse de la vida terrenal oyendo rugir el motor de su fiel compañera.

Un matrimonio de Zaragoza, formado por Laura Sanmartín y Lorenzo Pérez, movidos por esa necesidad de "reinventarse" y mantenerse en el mercado laboral, y por su pasión por las motos, han puesto en marcha una empresa bajo el nombre de "Ráfagas al cielo", que facilita un "último viaje" sobre las dos ruedas.

Con el lema "Llevamos tu pasión hasta el final", esta pareja ofrece un servicio de transporte funerario original, que ha tardado cuatro años en recibir el visto bueno del Ministerio de Industria, pero que ya ha comenzado a rodar, nunca mejor dicho, para hacer realidad el último deseo de los motoristas.

La propuesta llama la atención de todos los participantes de esta cita invernal, que siguen siendo fieles a una concentración en la que prima la calidad sobre la cantidad y que este año aspira a alcanzar los 16.000 inscritos, a pesar de la lluvia que ha caído en las últimas horas.

Cuando uno pasea por la zona de acampada de Valdegalindo, que acoge la reunión motera, puede hallar aficionados a las motos de todas las edades, empezando por Santi, un peque de 6 años que ha llegado con sus padres desde Galicia con su moto en miniatura, que pilota desde los cuatro años.

"Me gusta mucho la moto", asegura este joven motero, que ha cumplido su tercer año en "Motauros" y que, por tanto, garantiza el relevo generacional, aunque en este sentido no existe problema, ya que no hay aficionado a las motos que se pierda el reencuentro con sus amigos, tenga la edad que tenga, siempre que la salud acompañe.

Es el caso de José Jesús Muñoz y Concepción Andújar, dos madrileños que no han querido dejar pasar la ocasión de conocer "Motauros" junto a su perro, "Pistones", un nombre muy apropiado para una pareja que lleva sobre la moto más de 50 años, y que no tiene intención de dejarla.

"Ser motero es una enfermedad que no se cura nunca", han señalado a Efe, y por ello continuarán participando en las diferentes reuniones a las que puedan acudir, como ya hicieran con "La leyenda continúa", en Cantalejo (Segovia), hace unos días, y siempre acompañados del "peludín" de tres años, otro motero más.

Con más experiencia en "Motauros" cuenta Unai Andrés, un vasco afincado en Ávila desde hace 30 años y que lleva 16 acudiendo a Tordesillas, porque asegura que le encanta "el ambiente que hay, la camaradería, la buena música, la gastronomía tanto dentro del recinto como en el pueblo y alrededores y la acogida de la gente".

Según ha confesado, cuando se sube en la moto "se olvida de todo" y, además, considera que es la mejor red social del mundo "porque, cuando viajas solo, siempre encuentras a alguien que te acompaña en algún tramo, que ayuda si hace falta y que te permite compartir las vivencias".

También el vallisoletano Javier García va sumando concentraciones sobre su Suzuki Intruder 800: primero estuvo en "Pingüinos", y estos días participa de "Motauros", aunque prefiere esta última "porque hay menos postureo y, como somos asiduos, nos conocemos todos de otros años, con lo que el ambiente de hermandad es increíble".

Es el mejor resumen para una cita que ha ido mejorando en estos 20 años de vida, gracias al buen hacer del Moto Club Tordesillas, organizador de la misma, y al apoyo del Ayuntamiento de la localidad y de la Diputación, porque no solo llena de vida al municipio, sino que supone una importante inyección económica para esta zona de Valladolid.