La Palma acumuló magma durante diez años antes de entrar en erupción
Un reciente estudio, en el que han participado la ULL y el IGN, ayudará a afinar los modelos estadísticos para estimar la recurrencia del vulcanismo en Canarias

Imagen de archivo en el que se observan a varios operarios de las brigadas forestales contemplando la erupción del Tajogaite. / Andres Gutiérrez

La Palma sufrió una intrusión silente de magma en su base al menos una década antes de que el Tajogaite entrara en erupción. En concreto, la isla recibió varios aportes de magma durante los diez y quince años previos a emerger a la superficie sin que nadie se percatara de ello.
Así lo ha hecho público este lunes un grupo internacional de científicos liderados por el Instituto de Ciencias de la Tierra de Orleans (Francia), en colaboración con la Universidad de La Laguna (ULL), el Instituto Geográfico Nacional (IGN) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), tras llevar a cabo un exhaustivo análisis petrológico de los minerales que fueron expulsados por el Tajogaite durante su feroz erupción en 2021.
El estudio, publicado en Journal of Volcanology and Geothermal Research, demuestra que la lava que finalmente emergió por la superficie de La Palma en los primeros días de erupción, se estuvo acumulando de manera paulatina a unos 12 kilómetros de profundidad durante más de una década. "Hemos encontrado evidencias de que al menos se produjeron cuatro aportes de magma en este área de acumulación en ese tiempo", indica el vulcanólogo del IGN y uno de los autores de este estudio, Stavros Meletlidis.
Cada uno de estos aportes generó cambios en los minerales, en las rocas y en la propia estructura del cuerpo magmático. "Cada vez que entra un nuevo aporte magma se produce un aumento de las temperaturas y de la concentración en gases, lo que presuriza el cuerpo", revela el investigador, que recuerda que una erupción no empieza de manera inminente porque el magma necesita tener la presión suficiente como para hacerse un camino entre las rocas.
El magma decidió moverse a la superficie cuando aquella zona alojada bajo la base de la isla Bonita se le hizo pequeña. "El cuarto aporte fue crucial para provocar una erupción a corto plazo, pues ya fue capaz de empezar a subir hacia la superficie", reseña el investigador. Esto demuestra que la erupción se empezó a gestar mucho antes de lo que creían los científicos. "Las erupciones en Canarias no solo consisten en la actividad sísmica que se produce la semana o los años previos a la erupción; tenemos que asumir que hay una parte que, por mucha instrumentación que tengamos, no la vamos a ver", insiste Meletlidis.

Volcán Tajogaite, en La Palma. / El Día
De hecho, como explica, en La Palma había una estación sísmica en Fuencaliente desde la erupción de Teneguía, que "no registró nada" en todo ese tiempo. Y es que es probable que estos aportes hayan sido "asísmicos" porque el camino entre el manto y la corteza "ya estaba abierto".
Estudio de los cristales
Para llegar a esta conclusión, los investigadores estuvieron trabajando con distintas muestras recogidas en las coladas del Tajogaite. El objetivo era estudiar el crecimiento de los minerales así como sus cristales, composición y texturas para, posteriormente, tratar de recrear las condiciones de presión y temperatura que tuvo que tener el magma para acabar en dicho estado. "Cada vez que hay un aporte de magma se producen cambios en la composición de los minerales y esa es la huella que tenemos de esas fases preeruptivas iniciales", indica Meletlidis.
Con esta información también pudieron concluir que el cuerpo magmático tenía diferentes temperaturas: en la parte superior, el magma era más frío (1.065 grados centígrados) y contaba con un mayor aporte de agua, mientras que en la parte inferior era más caliente y seco (hasta 1.135 grados centígrados). Esta diferencia de temperatura de los magmas explicaría por qué la lava en la segunda mitad de la erupción era más caliente y fluida, generando diversos flujos de lava de baja viscosidad con un avance más rápido y un alcance mayor, según el estudio.
Refinar las probabilidades
Los datos de este estudio podrían ayudar entender mejor el vulcanismo de Canarias e incluso a refinar los modelos probabilísticos para estimar cuándo puede haber una nueva erupción en el Archipiélago. No en vano, si se trasladara la metodología a toda Canarias, "se podría conocer la evolución que ha tenido el magma y reconstruir las condiciones que se tienen que dar para que ocurra una nueva erupción", destaca el vulcanólogo.
En La Palma, por ejemplo, este estudio puede ayudar a saber cuántos volcanes han surgido del mismo aporte magmático. "Podríamos asociar erupciones entre sí", insiste. Con esta información, Canarias podría mejorar sus modelos predictivos, y tener una estimación mucho más precisa de cómo funcionan las islas. "Sabiendo cuándo fue la última erupción, podemos calcular cuánto tiempo requiere una zona de acumulación para empezar a ascender y provocar una erupción", sentencia.
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