Sector primario | La pica del plátano

El plátano colapsa en la Península y obliga a desechar tres millones de kilos

Precios, desmesurada producción y pérdida de mercado llevan a la peor crisis de los últimos años

Un trabajador carga una piña de plátanos en una finca de Los Llanos.

Un trabajador carga una piña de plátanos en una finca de Los Llanos. / Andrés Gutiérrez

La regulación del precio de mercado mediante el desecho de parte de la cosecha es un comportamiento habitual para garantizar un precio justo para los productores. La denominada pica se practica en todas las temporadas, pero la retirada de casi tres millones de kilos en el último mes del mercado peninsular marca un hito negativo en los últimos años de lucha por la supervivencia de este cultivo.

A pesar de la escasez de plátano en el mercado durante el año pasado, por la pérdida de 600 hectáreas de cultivo en La Palma provocada por la erupción del Tajogaite, los productores se están viendo obligados a retirar esta ingente cantidad de kilos, debido a los picos de producción que hubo desde la semana 49 del año 2022.

Hay que tener en cuenta que, en las últimas cuatro semanas del año, la producción estuvo muy por encima del promedio histórico, con más de 8,5 millones de kilos de plátano a la semana, prácticamente dos millones por encima de la media de la última década. Eso provocó que, aunque existió oferta, la producción aumentó y, en un mes no solo hubo suficiente oferta, sino por encima del promedio. Coincidió con la Navidad, época de cambio de hábitos, cuando se consumen otros productos. Como resultado, Asprocan aplicó los mecanismos que utiliza cuando hay una crisis de mercado.

La pica persigue retirar del proceso de comercialización una determinada cantidad de producto y evitar así que el exceso de oferta haga que los precios bajen significativamente. La retirada de frutos está regulada por una normativa comunitaria de 2007 que justifica esta actuación, siempre y cuando concurran circunstancias excepcionales de mercado. Esta tendencia continúa en enero, ya que los productores retiraron 1,8 millones de kilos en las dos primeras semanas. Toda esta fruta sobrante se destina a bancos de alimentos repartidos por toda la geografía española, es retenida en el campo o bien destinada al mercado local.

Una debacle

El presidente de la Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias (Asprocan), Domingo Martín, reconoce que en el último mes se han producido «un par de millones de plátanos más semanalmente de lo que es habitual en esta época». A este contexto hay que sumar el hecho de que la producción de La Palma no se encuentra en este momento al 100%, ni cerca de las cifras anteriores a la erupción volcánica, lo que lleva a Martín a señalar que «si La Palma estuviera en una situación de normalidad, la debacle sería aún mayor».

El momento se ve agravado por «falta de consumo, un incremento notable de los kilos comercializados en diciembre por las elevadas temperaturas que hemos tenido, lo que fuerza la maduración, y la crisis de Ucrania», señala el presidente de los plataneros.

Pérdida de 63 millones

Antes de la erupción, La Palma exportaba una media de 140 millones de kilos anuales, aportando el 32% de los 400 millones de kilos de esta fruta que genera el archipiélago anualmente. De ellos, unos 63 millones es la marca estimada que se perdió durante la erupción volcánica de Tajogaite.

De esta manera, «a medida que La Palma se vaya sumando a la producción va a ser más complejo, ya que el abandono del mercado peninsular ha provocado que las bananas hayan entrado a saco». Entre tanto, se va recuperando la producción palmera que volverá a sumar miles de kilos de fruta durante este año.

«Se ha colapsado el mercado, porque las cantidades de plátano han sido mayores que en periodos anteriores, pero el consumo no ha respondido», justificando de esa manera la retirada de producto para que los precios no sigan bajando. Hasta el momento han sido más de 2,5 millones de kilos, «pero aún no ha terminado la crisis», recuerda Domingo Martín.

Esto provoca que el año comience de manera compleja, porque la falta de producción del año pasado dio lugar a unos precios altos para el consumidor hasta el otoño, «generando que mucha gente se retirase del consumo del plátano». Martín se lamenta de que «todo eso nos hace llegar a la situación actual de colapso de mercado ante la falta de demanda de la alta producción».

El presidente de Asprocan hace hincapié en que «los precios de las cadenas tampoco se han adaptado, ya que tienen una manera burocrática de comportarse en los puntos de venta». Para Martín «no es que sean los culpables», pero tienen unos ritmos de funcionamiento «que no son iguales que los de la producción».

Martín calcula que la producción actual debería estar en niveles próximos a los 5 millones de kilos para que esa fruta se pudiera vender, «y no en los 7,5 actuales».

En esa misma línea se ha pronunciado el secretario general de la Asociación de Supermercados de Canarias, Alonso Fernández, quien recuerda que «lo que le interesa a cualquier establecimiento comercial es vender, porque están diseñados para eso». Además, insiste en que la cadena de distribución aplica sus márgenes a los precios por los que ha comprado las producciones y que, por lo tanto, «es el mercado quien lo determina y no los productores», refiriéndose al precio.

La consejera regional del sector primario, Alicia Vanoostende, aludió a que «en épocas navideñas baja el consumo de frutas en favor de los dulces navideños». A eso se añade que el sistema agrícola palmero, maltrecho por la erupción volcánica, «ha aumentado la producción de plátanos, que se está recuperando». Además, señala que esta situación ha provocado que exista mayor oferta de la estimada, «saturando el mercado».

Unidad en el sector

Uno de los trabajadores de las plantaciones de plataneras, Javier Gutiérrez, insiste en que «nuestro competidor es la banana», lamentando que «encima, en estas fechas, estamos notando las consecuencias de la falta de plátano por la erupción». Gutiérrez subraya que esta situación está provocada por «unos cambios de mercado y la saturación de producción en el mes de diciembre con precios», instalándose unos precios que considera «muy comprometidos para el futuro del negocio».

Reclama el productor unidad en el sector y una oferta concreta que permita vender a precios razonables. Así, señala que «lo que tenemos que conseguir es que se reduzcan los costes del proceso de manufactura» para que repercuta en el precio en el que se vende el plátano en la Península.

También recuerda que «el plátano sigue siendo el 50% del PIB de la Isla», y que en los últimos años se ha evolucionado respecto a las plantaciones anteriores «en el uso de productos ecológicos, consiguiendo un plátano que se vende muy bien, con campañas promocionales fundamentales», pero es realista al reconocer que «es increíble que un peninsular siga comprando plátano de Canarias, que está en el mismo lineal que una banana, con la diferencia de precios que hay». Por todo ello, el platanero palmero reivindica que «nos falta dar un salto que nunca nos hemos atrevido a dar», refiriéndose a una unidad de oferta. «Tenemos que forzar acuerdos de distribución para que nos garanticen un precio». Pero para ello, también es consciente de que es necesario «no lanzar 7 millones de kilos en el puente de diciembre; nos equivocamos», sentencia.

La reconstrucción

Un año después del final de la erupción, las más de 570 familias afectadas por las coladas de lava sobre sus cultivos continúan a la espera de concretar el horizonte de recuperación de su actividad. Este mes de enero es clave para el sector del plátano de Canarias: es el momento de concretar el Decreto Ley para la recuperación agrícola de las más de 300 hectáreas sepultadas bajo la lava.

La Consejería de Agricultura recogió el testigo de las demandas de los productores y ha venido trabajando durante 2022 en la planificación de la recuperación, tanto desde el punto de vista técnico como jurídico. Este último es el que se requiere de forma más urgente, ya que disponer de un ordenamiento que disponga y establezca la superficie de colada destinada a la recuperación de los cultivos, las vías públicas de circulación, acceso y servicios, las cotas y niveles de abancalamiento y las vías de ordenación de las propiedades para los afectados es imprescindible. Dados los plazos de aprobación de decretos leyes y su posterior validación por parte de la Cámara autonómica, los afectados no pueden esperar a la entrada de un nuevo Gobierno para concretar jurídicamente las bases de la reconstrucción.

Los agricultores que cuentan con terreno bajo las coladas han mostrado reiteradamente su deseo de recuperar la zona cuanto antes, al ser una actuación igualmente urgente para la isla de La Palma desde el punto de vista social y económico. Pero a día de hoy, todos ellos siguen pendientes de una hoja de ruta jurídicamente establecida.

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