Una casa a los Reyes Magos

Aún son centenares los vecinos del Valle de Aridane que continúan alojados en instalaciones hoteleras o viven de prestado

Varias personas observan uno de los edificios desalojados tras la erupción del Tajogaite. | | E.D.

Varias personas observan uno de los edificios desalojados tras la erupción del Tajogaite. | | E.D. / Ramón Pérez

Más de 7.000 personas tuvieron que salir de su casa el 19 de septiembre de 2021, momento en que comenzó un periodo de desarraigo en el que algunos han podido regresar a sus hogares, pero en el que también otros muchos siguen viviendo alejados de lo que podría definirse como una morada estable.

Aún son centenares los vecinos del Valle de Aridane que siguen estando alojados en instalaciones hoteleras, otros viven de prestado y muy pocos consiguieron una vivienda de alquiler.

En uno de los días más mágicos del año, en el que se cumplen los deseos de quienes dicen haberse portado bien, son centenares de afectados por el volcán Tajogaite los que no van a poder disfrutar de esa ilusión, ya que su principal petición, la de poder contar con un hogar o regresar a él, tendrá que seguir esperando.

La erupción rompió con el trabajo de quienes durante una vida construyeron una casa, abandonándola a la suerte durante 85 fatídicos días. Muchos están pudiendo regresar a ella paulatinamente, pero otros, la mayoría, la perdieron bajo la lava del volcán o solo pueden acceder a ella por cortos periodos por las afecciones de gases en la costa del Valle de Aridane.

Por eso, en muchas de esas cartas que Sus Majestades los Reyes Magos recibieron durante la noche pasada, la petición mayoritaria fue la de una casa, un nuevo hogar en el que reiniciar la vida de estas familias.

Por ahora, muchos sobreviven de alquiler, otros repartidos y separados de los suyos en habitaciones prestadas y también, quizás los que podrían considerarse con más suerte, en una habitación de un hotel de cuatro estrellas del que, a pesar de las máximas comodidades que tienen a su disposición, también han llegado a cansarse.

Aquel 19 de septiembre fueron más de 7.000 vecinos del Valle de Aridane los que tuvieron que salir corriendo con una pequeña maleta o incluso con lo puesto tras producirse la erupción pasadas las 15:00 horas de la tarde de aquel domingo.

Después de 85 días de estruendo y lava, llegó el silencio con más de 1.600 viviendas destruidas y otras tantas familias sin tener a donde regresar. Ahora, de las casi 600 personas que fueron trasladadas a hoteles de la Isla, aún quedan 130 que aún no tienen una respuesta habitacional y no han tenido acceso a una de las viviendas públicas que se están gestionando para recibirles o no pueden regresar a la suya, aún en pie, pero en las zonas de exclusión de Puerto Naos o La Bombilla, donde los gases impiden hacer habitables esos espacios por el perjuicio que provocan a la salud.

Entre esas personas están quienes reivindican la oportunidad de regresar a su casa, quienes esperan que les lleguen las ayudas públicas para poder comenzar un nuevo proyecto de vida, pero también quienes están deseando marcharse de La Palma, lejos del Tajogaite, al que consideran un demonio llegado desde los confines de la tierra.

Viviendas sociales

Pero sí reclaman certidumbres, certeza de lo que va a pasar, de ese plan de reconstrucción del que todo se habla y, sobre todo, del futuro de esos espacios que ahora siguen sin poder ser ocupados por los vecinos. Hasta el momento, uno de los grandes problemas al que se siguen enfrentando las administraciones es la resolución del problema habitacional. Tras 16 meses y medio, solo se han podido realojar a 220 familias que perdieron su única vivienda. De ellas, 140 fueron a viviendas ya construidas en municipios de Tazacorte, Fuencaliente, Los Llanos y El Paso, así como otras 121 viviendas modulares o tipo contenedor en Los Llanos y El Paso.

Las ayudas al alquiler también son un alivio para estas unidades familiares, a la que se están acogiendo 510 familias desplazadas.

Una de estas afortunadas es María de las Nieves Julia. Doña Nieves perdió su vivienda en los primeros días del volcán. Hasta ahora vivía en el Barrial, en El Paso, una zona mucho más fría y donde sufría por esta circunstancia. Hace unas semanas se pudo trasladar a una de las viviendas prefabricadas situadas en El Paso. Pero esta afectada no perdía la ilusión por una nueva casa donde «poder volver a vivir». Reconocía que «aunque no sea mi casa terrera, me da mucha felicidad la nueva casa que tengo». Su nueva morada, una casa prefabricada, le permite también tener vistas hacia el pico Bejenado.

Entre las promesas incumplidas con estas personas que han perdido sus hogares está la realizada por el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, quien el 12 de marzo pasado se comprometió a hacer efectiva una ayuda de 30.000 euros, complementaria a la aportación del Estado, y que a día de hoy no ha sido abonada.

Así, siguen a la espera de que se materialice esa ayuda que en muchos casos permitirá afrontar la compra de una nueva vivienda o acceder a una de las licencias que permiten la construcción de edificaciones en terrenos que han sido recalificados para tal fin.

Una de esas familias es la de Yoli González. Vecina de Todoque, ha reiniciado esa apuesta por una nueva casa, en un solar cedido por un familiar. Ahora el dinero se les ha terminado, tras recibir la compensación del seguro y la ayuda estatal. Por eso, reivindica que con esos 30.000 euros del Gobierno de Canarias podría concluir la estructura y poder trasladarse a vivir allí. Mientras tanto, prosigue separada del resto de los integrantes del núcleo familiar, aunque ese proyecto se convierte ahora en su nuevo sueño, haciendo hincapié en que «tenemos que hacerlo con algo para poder seguir adelante», logrando nuevos retos y la sensación de que «desde que comenzamos a fabricar estamos un poco más contentos».

Gases mortales

Para quienes los efectos del volcán aún no tienen fecha de caducidad son los vecinos de Puerto Naos y La Bombilla. Las emanaciones de gases hacen que estén aún muy alejados de poder retornar a sus viviendas. Son además dos importantes zonas turísticas, generando importantes pérdidas económicas para el tejido productivo insular.

Ellos, más de 1.500 afectados, se sienten en «desamparo absoluto». Para defender sus intereses han creado la Plataforma Jaraco, con la finalidad de luchar unidos para volver a sus propiedades.

Esta Plataforma, cuya presidenta es Conchi Jaén, denuncia «desamparo de las administraciones, falta de información, carencia de humanidad y mentiras sucesivas sobre la realidad de los gases de CO2» que se encuentran en estas zonas.

Suscríbete para seguir leyendo