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La Suerrrrte de don Alfonso en La Palma

El colaborador de EL DÍA, Alfonso González Jerez, no parece haber quedado muy satisfecho de su reciente visita a La Palma. En su columna da buena cuenta de su frustrada estancia y no deja títere con cabeza en general y, en particular, cuando se refiere a la infraestructura turística, hostelería y restauración. No desmiento sus argumentos, que deben ser tomados como un estímulo para dichos sectores, pero permítame decirle, don Alfonso: ni tanto ni tan calvo. No niego que su «suerte» será refrendada por algunos, muchos quizás, pero generalizarla para toda una Isla parece un pelín exagerado:

Para Jerez una suerte,

para La Palma desgracia,

sin la menor diplomacia

a los palmeros da muerte.

Sabemos que nuestro fuerte

no puja en restauración,

y al turismo de montón,

como bien dice su escrito,

lo tratamos de delito

por mala reputación.

Jócamo, 21.VIII.2022.

La Palma y los palmeros, como ha pasado en todas las Islas Canarias, ha tratado de ir buscando su futuro en los sectores que mejores oportunidades han brindado a sus residentes en las diferentes coyunturas históricas, primando hasta finales del siglo XX el sector primario. Para los palmeros que viven «en y de su isla», por suerte o desgracia ha sido así, hasta que la decadencia de dicho sector, por razones que no viene a cuento analizar aquí, ha motivado un descoloque innegable en los servicios y muy especialmente en la locomotora turística que tira de la economía en el Archipiélago, hasta el extremo de correr el riesgo de descoyuntarla por monotemática. Ojalá no sea así, pero se vislumbran nubarrones en el horizonte.

Volviendo a La Palma, relacionado con lo anterior está el estancamiento y envejecimiento de la población insular, pues somos muchos los palmeros que hemos debido buscarnos la vida fuera de la realidad geográfica insular. Somos más lo que salimos, para volver de vacaciones o ya jubilados, que los que regresamos a la isla, tras el necesario periodo de formación, debido a la falta de oportunidades laborales. Y eso se nota y se paga a la larga.

Usted ha puesto el dedo en la llaga, hasta el extremo de convertir en caricatura, por mor de la exageración imaginaria, la realidad que padecemos, que lejos de una suerte es una verdadera desgracia.

Como palmeros, entonamos el mea culpa, pero solo en la cuota que nos corresponde, no cargue en nuestro debe las carencias motivadas por la ausencia de una verdadera política global para las ocho islas, la principal razón de ser de una región y de un gobierno autónomo, porque para gobernar las islas ya nos bastaban los cabildos Insulares con sus ayuntamientos.

Usted, como yo, vive en una isla capitalina y se beneficia de las infraestructuras y servicios propios de su situación y nivel de desarrollo, que no puede comparar ni exigir cuando viaja a las islas menores o periféricas (en la provincia occidental también llamadas verdes), que han permanecido al margen del boom turístico por motivos geográficos (carencia de playas y limitaciones en la conectividad aérea con el exterior, fundamentalmente). No por ello significa que todo sea negativo, pues también son muchos los turistas (canarios o foráneos) que aprecian precisamente ese factor diferencial, pero sí es una situación diferente que lleva aparejados, entre otros, los defectos o deficiencias que usted denuncia.

Le agradecemos sinceramente todo lo que tiene de aprovechable su crudo escrito, pero no nos maltrate, que ya bastantes problemas tiene La Palma, para que además de lava derrame sobre ella su ácida mala suerte.

Queda bien claro que la peste sulfurosa de Tajogaite, con olor a huevos podridos –tan natural en un volcán como sus ventosidades en el váter– no le sentaron bien. Lo sentimos de verdad y en nombre de todos los palmeros de bien, le pedimos disculpas por los defectos relatados. No lo dude extraeremos provecho de su escrito. Los palmeros siempre hemos sabido sacar fuerzas de flaqueza y en su próxima visita a la Isla le deseamos mejor suerte. Lo esperamos con los brazos abiertos y procuramos ser generosos con los visitantes, aunque a veces no sepamos expresarlo.

www.pedroluisperezdepaz.es

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