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ERUPCIÓN EN LA PALMA

Los familiares de Las Manchas piden recuperar de la lava el cementerio sepultado

El camposanto, donde descansan 3.160 difuntos, acabó engullido por el volcán el 25 de noviembre

Panorámica aérea del cementerio de Nuestra Señora de los Ángeles, en Las Manchas, tras el paso de la lava. I LOVE THE WORLD

Cientos de familias reclaman que en el proceso de reconstrucción de casas, caminos y servicios tras la erupción también se tenga en cuenta la recuperación del cementerio de Las Manchas.

Entre las pérdidas por el volcán causó especial dolor en la sociedad de la isla, sobre todo entre quienes tienen familiares o amigos allí enterrados, lo ocurrido en el cementerio de Nuestra Señora de los Ángeles, donde quedó sepultada parte de su historia familiar. Situado en el barrio de Las Manchas, gran parte de este camposanto está ahora bajo la lava. La colada no arrasó por completo el lugar, pues quedan en pie los módulos de nichos, aunque sí destruyó infraestructuras como el crematorio, el único en la isla. Resistió hasta el 25 de noviembre, cuando la colada que discurría por el sur de la montaña Cogote se adentró en las instalaciones.

Allí, 3.160 difuntos reposan para la eternidad, como otras tantas historias de familias que ven cómo les sigue siendo imposible acercarse al lugar para orar junto a donde reposan sus seres queridos. Familias que en algunos casos expresaron su deseo de exhumar los restos de sus allegados ante la posibilidad de que la lava sepultara el cementerio, como al final ocurrió. Y ahora no quieren renunciar a «abandonar» en esa doble sepultura a sus difuntos.

Uno de ellos es Ricardo Mahía. Su caso es el de un íntimo amigo, fallecido meses antes de la erupción del volcán. Desde el 19 de septiembre comenzó una ardua batalla para evitar lo que terminó por pasar, con requerimientos al Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane para conseguir que los restos de su amistad pudieran salvarse. No lo consiguió entonces, pero ahora no renuncia a seguir batallando para que se recupere el camposanto, incluso poniendo de su bolsillo las cuantías que sean necesarias para que esos trabajos se ejecuten. Mahía lamenta que «aún a día de hoy no se haga nada ni se hable de ese cementerio, dejando a nuestros seres queridos tirados allí». También lamenta que «no hay ninguna prisa ni prioridad por liberarlos de su segunda muerte».

En primera instancia lo solicitó por escrito al consistorio, con una respuesta que califica de «fría, escueta, cruel y desleal, no mostrando ni un ápice de interés en buscar salidas». Después, cuando ya el volcán había ocupado el cementerio, lo hizo con un burofax, al que «se le ha hecho caso omiso, lo que denota una burda indiferencia primero hacia mi persona y por supuesto también hacia la persona fallecida», explica Mahía.

Su objetivo no es otro que el de «ofrecer honra a una persona fallecida que no puede quedar tirada bajo un manto de lava como si no valiese nada», por lo que reclama respeto para su amigo y el resto de difuntos. En este proceso, Ricardo Mahía tampoco renuncia a denunciar la que califica como «tosca y nula actuación de la alcaldía de Los Llanos de Aridane», de quien reclama que «se ha quedado de brazos cruzados esperando a que la lava cubriera el camposanto y sin intentar dar dignidad a quien se quedó bajo la lava».

Ricardo Mahía: «No hay ninguna prisa ni prioridad por liberar a los difuntos de su segunda muerte»

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Además, Mahía está seguro de que hay quien se puede ver reflejado en esta situación: la de tener la necesidad de canalizar la carga emocional acumulada como consecuencia de los trágicos acontecimientos y dar visibilidad e importancia a las personas fallecidas. Por eso recalca que «de ninguna manera pueden convertirse en víctima de la desconsideración, desatención, despreocupación, insensibilidad y, en suma, del olvido».

Perplejidad

Este vecino de la isla bonita, que dice asistir con «perplejidad» a lo que está ocurriendo, ha tenido que contemplar cómo integrantes del grupo de gobierno municipal expresaban tranquilidad y comentaban que no habían recibido peticiones de exhumaciones en el cementerio de Las Manchas, «sabiendo que, además de mí, hubo más voces que han solicitado con tiempo suficiente actuaciones que pudieran prevenir el paso de la lava por el camposanto o la exhumación de los cuerpos».

Ricardo Mahía se refiere a la situación que están sintiendo todas estas familias como una «vivencia terrorífica», que les causa un dolor acrecentado por el desconocimiento sobre posibles actuaciones que permitan recuperar el lugar de recuerdo de sus familiares, por lo que recalca que quiere pensar que se está barajando la retirada de la lava cuando sea posible y dejar así libres los nichos «para que al menos se pueda tener un lugar al que ir a recordar y a rezar».

Mahía insiste, además, en que igual que para otros temas «menos espirituales», como por ejemplo la reconstrucción y construcción de viviendas y otras infraestructuras, ni siquiera se plantea la posibilidad de no excavar en terreno volcánico, «parto de que para algo realmente más importante, como es el no dejar olvidados y tirados a nuestros seres queridos, tampoco existan dudas en ello». Incide en que el deseo de todos los familiares es «en un futuro no muy lejano poder volver a visitar» a quienes reposan allí, y reclama que también está en manos de las autoridades el que esos cientos de personas fallecidas puedan «resucitar» de la lava, dándoles a todas ellas «un descanso eterno mucho más digno».

Por eso Ricardo Mahía pide que en este proceso de recuperación de territorios y de la economía también se acuerden de los que «sin voz ni voto han quedado bajo la lava».

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