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Volcán de La Palma

El turismo, el salvavidas de La Palma cuando acabe la erupción del volcán

Hosteleros del oeste palmero, asfixiados por la falta de turistas, critican que se increpe a los visitantes por venir a ver el volcán

Tareas de vigilancia de las coladas del volcán de La Palma

Tareas de vigilancia de las coladas del volcán de La Palma @UMEgob

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Tareas de vigilancia de las coladas del volcán de La Palma Christian Afonso

Desde que comenzó la erupción volcánica en La Palma, hace ya 48 días, las calles del oeste palmero se vaciaron y dejaron de llegar a La Palma miles de turistas que la eligen por su belleza singular y su naturaleza activa. El volcán de Cumbre Vieja ha supuesto un auténtico drama para las cientos de familias que lo han perdido todo, pero continúa amenazando a otras miles que pueden perder sus negocios o sus trabajos por la falta de actividad. Por ello, los hosteleros del oeste palmero consideran al turismo como el único salvavidas posible a la espera que el volcán deje de escupir materiales y gases a la superficie y se recupere algo de la normalidad perdida.

Las calles de Los Llanos de Aridane y El Paso ya no son las que eran. La vida que rebosaban, sobre todo los fines de semana, ya no existe. No se respira la algarabía habitual. Tras los complicados meses del confinamiento por la Covid-19, ahora es el volcán el que golpea. Y muchos pequeños negocios de ambos municipios se encuentran asfixiados por tantos meses atípicos y de escasa actividad, que ha provocado que algunos de ellos hayan tenido que cerrar sus puertas para siempre. Una situación que dudan que puedan aguantar mucho más tiempo si no se producen cambios y comienza a haber más movimiento de personas. Por ello, lamentan que, en un primer momento, mensajes en contra de la llegada de visitantes para ver el volcán hayan disuadido a muchas personas de acercarse a La Palma y consumir.

«Ese tipo de comentarios extremistas e irracionales, en mi opinión, sobre que los turistas vienen a regodearse en las desgracias del volcán, han provocado una espantada en el turismo», señala Fran, propietario del albergue La casa encantada, en El Paso. Desde su punto de vista, lo que hay que hacer es «sacar adelante» la economía de la isla e incentivar que haya inversión, ya que los visitantes dejarán dinero en los comercios, restaurantes y establecimientos alojativos de La Palma. Este dictamen lo comparten todos los que viven del turista, como María Rodríguez, que tiene una tienda de souvenirs próxima a la plaza central de Los Llanos y que está muy preocupada porque «no se ve a nadie en la calle», ya no solo en las últimas semanas, sino desde hace meses por la pandemia. «Esto no es sino el coletazo final, y tiene pinta que va para largo», añade.

Una familia en la caldera de Taburiente, con el penacho volcánico al fondo

La situación es igual de difícil para la restauración. A la falta de turistas, se añade el hecho de que poca gente quiere salir de sus casas por la ceniza y la tristeza que trae consigo Cumbre Vieja. Handy es el propietario del restaurante El Búnker, en pleno centro de Los Llanos, y asegura que la situación económica por la que atraviesan es «complicada» en todos los sentidos, hasta el punto que no duda en afirmar que el suyo es «el sector más afectado de la Isla» por la erupción. Y además, insiste, tampoco les están llegando las ayudas prometidas, ni a ellos ni a los afectados directamente por el volcán. «No queremos que nos regalen nada, pero sí podría ser útil unas pausas en los recibos e impuestos, porque dentro de nada he de pagar un trimestral y no sé de dónde voy a sacar el dinero», razona el joven desde la terraza vacía de su establecimiento en plena hora del almuerzo.

Los tres también ponen el foco en lo que consideran un «fiasco» como las guaguas lanzaderas que llevan a los visitantes directamente a Tajuya para ver el volcán desde allí. Primero, porque es gratuita, por lo que no se deja dinero en la Isla, sino que es su propia ciudadanía la que les costea la excursión con sus impuestos, en palabras de María Rodríguez. Segundo, matizan Fran y Handy, porque este autocar va directamente desde Breña Alta al mirador y regresa, sin hacer escalas en El Paso, Los Llanos o Tazacorte, por lo que el visitante no consume nada en los pueblos más afectados.

Quizás quien más se está salvando son los pequeños establecimientos hoteleros y extrahoteleros de estos municipios. El albergue de Fran se encuentra, prácticamente todos los días, lleno de visitantes, sobre todo canarios y peninsulares. Por su parte, según la directora del Hotel Benahoare, en Los Llanos, el personal de refuerzo y los periodistas están ocupando, con estancias de larga duración, la mayoría de sus habitaciones. Es un hotel pequeño, por lo que son pocos los huecos para visitantes que existen, y suelen ocuparse sobre todo los fines de semana. Alessandro, que regenta el hostal Vagamundo, en el mismo municipio, también destaca que ha habido «movimiento», y que octubre se ha comportado «mejor que lo que es habitual», con la llegada de muchos mochileros que vienen a la Isla aducidos por el volcán. Sin embargo, esas reservas de muy corta duración -generalmente una noche- y la presencia de ceniza en el ambiente provocan que los hosteleros tengan que limpiar las ropas de cama, toallas y demás enseres casi a diario, incrementando la carga de trabajo habitual en la limpieza.

Una pareja de turistas pasea por el Roque de los Muchachos bajo la mirada de los cuervos

Los mensajes que se vieron en redes y medios de comunicación criticando a los turistas por ir a la isla a ver el volcán, al entender que se regodeaban y celebraban la desgracia de quienes lo perdieron todo, han calado en los potenciales visitantes. Según reconocen Daniel Parra y sus amigos, naturales de Cuenca, y Konrad Lindner, de San Sebastián, sintieron reparos antes de decidirse finalmente por acudir a La Palma estos días. «Al principio, me dio un poco de respeto y pudor en los establecimientos por si la gente me increpaba, pero se me pasó enseguida porque solo encontré buen trato», explica el donostiarra. Por su parte, el grupo castellanomanchego se pensó mucho el presentarse en la Isla Bonita, pese a que tenían muchas ganas de ello, por vergüenza al qué dirán.

Sin embargo, esos reparos se disiparon y finalmente tanto Lindner y sus hijas Ada y Mía, como Parra y sus colegas están en la isla. «Hemos visto el volcán de lejos, yo creía que nos dejarían estar más cerca, pero aun así es una pasada... Esto es algo único en la vida», expresa uno de los amigos conquenses. Por su parte, el vasco quiere enseñarles a sus pequeñas cómo es un volcán de cerca, algo que es «muy educativo para ellas», en su opinión, y de esta forma ayudan, además, al tejido comercial de la Isla «porque sabemos lo mal que lo están pasando y es necesario reactivar la economía».

Julio y Maritxu, también del País Vasco, son asiduos a La Palma, adonde suelen ir todos los años porque están enamorados de sus paisajes y las actividades al aire libre que les ofrece, como la pesca o el senderismo. En esta ocasión, han traído a un amigo, Alfonso, no solo para que vea el volcán, sino para que se enamore también de este territorio: «La Palma, pese a todo, sigue siendo la Isla Bonita, y eso es digno de mostrar».

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