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ERUPCIÓN EN LA PALMA

El Arca de Noé exótica del volcán de La Palma

La Fundación Maroparque ha acogido a 248 animales que tuvieron que ser salvados por sus dueños del avance de las coladas | El centro carece de ayudas públicas

Una de las iguanas recuperadas en una de las viviendas desalojadas. E. D.

Uno de los problemas a los que se ha enfrentado los equipos de emergencia que colaboran en el desalojo de las zonas de exclusión afectadas por las coladas del Tajogaite están siendo los animales de compañía de los vecinos que han tenido que reubicarse y que en la mayoría de los casos no pueden llevarse consigo a sus mascotas.

Animales comunes, como perros y gatos, cuentan con su espacio en el Parque Cornado Hernández de Los Llanos de Aridane, el sector ganadero protege a sus animales en el Recinto Ferial de El Paso, pero en el caso de otro gran número de especies exóticas que convivían con sus propietarios en muchas de las viviendas que han desaparecido bajp la lava del volcán, están siendo dirigidos a la Fundación Centro de Recuperación Maroparque, en Breña Alta.

Una situación límite

Sin ayudas por parte de la administración, el pequeño equipo humano de esta instalación se encarga de sus cuidados. Entre ellos el herpetólogo Rayco Díaz, quien hace hincapié en que su labor del día a día la realiza por los animales, pero también reclama soluciones para una situación que les está ahogando económicamente. Desde el Maroparque, una fundación centro de rescate, «no un zoológico», se destaca, que en la actualidad se encargan del cuidado de 748 animales, de los que 248 han llegado en las últimas semanas siendo también víctimas del volcán. Sin ayudas institucionales, y como fiel colaborador del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), los trabajadores del Maroparque se enfrentan a diario a la recogida, puesta a buen recaudo y cuidado de numerosos animales de otras tantas especies exóticas.

Incluso, denuncia el herpetólogo, casi un 30% de los animales acogidos por la erupción del Tajogaite son especies exóticas invasoras que están prohibidas en Canarias, por lo que Díaz reclama que «la gente tiene que ser más consciente de lo que alberga en su casa».

Agapornis, ninfas, diamantes mandarín, amazonas real, rosellass, karakikis y reptiles como tortugas marinas, pogonas o iguanas, son algunas de hasta 17 especies distintas que acogen actualmente. Incluso, cuentan con una pareja de águila Harris, que a pesar de ser un animal «poco» habitual en un domicilio o propiedad, es legal su tenencia y una especie común de cualquier cetrero, siendo en ocasiones las encargadas de despejar las pistas de aeropuertos de todo el mundo para facilitar el aterrizaje y despegue de los aviones.

Ahora todos estos animales se suman a serpientes, canguros, cocodrilos y tortugas gigantes, además de aves tropicales y otros recogidos a lo largo de 20 años de labor para evitar los daños que cualquier especie invasora puede causar a un entorno que no es el habitual. Eso sí, recalca Rayco Díaz, que todos, siempre que sean especies legales en el Archipiélago, podrán regresar con sus propietarios.

Porque Díaz insiste en que la propiedad de estos animales sigue siendo de quienes los acogían antes de la erupción volcánica, por eso se han visto en la obligación de aclarar que Maroparque ni cede, ni regala, ni vende los animales que alberga, ante las peticiones a ese respecto que han recibido. Insiste el herpetólogo en que estos animales pertenecen a personas que han perdido sus viviendas durante la erupción del volcán, «siendo nuestra labor la de cuidar de ellos» y de los más de 500 que ya albergaba el centro durante los 20 años que lleva trabajando para el bienestar de los exóticos.

Dos águilas Harris, utilizadas para el control de aves en las cercanías de un aeropuerto, forman parte del listado de animales auxiliados. | | E.D.

Por eso, insiste en que quien quiera ayudar puede hacerlo simplemente visitando las instalaciones, que siguen abiertas al público, ya que con el pago de la entrada se está contribuyendo directamente a la alimentación y mantenimiento de las especies acogidas por esta fundación. Esa es la manera más directa para que cualquier ciudadano ayuda para que Maroparque siga desarrollando esta imprescindible y única labor, ya que «ni ventemos, ni regalamos, ni cedemos los ejemplares que acogemos».

Además, Rayco Díaz incide en el hecho de que desde Fundación Maroparque «nos tomamos nuestro trabajo y labor muy en serio», siendo testigos del dolor de sus propietarios al depositar estos animales en el centro debido a la gran tragedia que están viviendo, «por lo que pedimos respeto y no intentar aprovecharse de las circunstancias para conseguir loros, reptiles u otros animales».

También se mezclan las sensaciones de una labor importante en la gestión de la emergencia con el temor de que la erupción siga provocando desalojos. Rayco lamenta que se sigan desarrollando daños en infraestructuras y viviendas, pero después pone la lupa sobre la situación de estos animales, que en muchos casos escapan del control de las administraciones competentes y que, en estos casos, vinculados a desgracias materiales, son en los que aflora la verdadera situación del descontrol existente en las islas de la entrada de animales exóticos que han sido arrancados de sus hábitats. Pero a pesar de su rareza, Rayco Díaz destaca que estos animales también están sufriendo las consecuencias del volcán y, sobre todo, los constantes movimientos sísmicos que se continúan sintiendo en la Isla.

Son ellos con su silencio segundos antes de que se produzca cada temblor los que rompen la dinámica ruidosa del parque, y advierten de la proximidad de cada uno de los sismos.

Rayco Díaz destaca que, durante el confinamiento por la pandemia, tanto el Cabildo insular como el ayuntamiento de Breña Alta, a quienes agradece su implicación, «echaron una mano» permitiendo subsistir durante ese periodo. En los últimos meses, con el repunte del turismo la situación había cambiado, pero de nuevo, a partir de pasado 19 de septiembre, un gran «jarro de agua fría» ha caído sobre esta entidad. Estas semanas han supuesto cero ingresos para Maroparque, con los gastos que supone no solo alimentar a los animales residentes habituales, a los que hay que añadir «248 bocas más», lamenta Díaz. Y es que «el presupuesto se va acabando», porque actualmente han recibido en poco más de un mes a una cantidad de animales que supondría el equivalente a dos años y medio de trabajo.

En las zonas afectadas por el volcán se sigue rescatando a animales que se quedaron atrás durante los precipitados desalojos

En las zonas afectadas por el volcán se sigue rescatando a animales que se quedaron atrás durante los precipitados desalojos Agencia ATLAS

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