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Erupción en La Palma | La ciencia que vigila la erupción
Juan Carlos Carracedo Vulcanólogo

Juan Carlos Carracedo: «La erupción de este volcán de La Palma es la más destructiva de Canarias»

«El volcán lleva ya casi tres semanas en actividad y ha entrado en una fase de relativa estabilidad», indica el vulcanólogo

El experto en vulcanología de Canarias, Juan Carlos Carracedo. E. D.

La erupción de Cumbre Vieja es la tercera que el vulcanólogo Juan Carlos Carracedo ha podido vivir. Carracedo asegura que el volcán se encuentra en una fase de «relativa estabilidad» y que los peligros actuales son mucho menores, dado que la colada de lava ya ha esculpido los lugares por los que correrá.

¿Cómo ve la evolución del volcán actualmente?

La erupción del volcán que se ha situado en el flanco oeste de la dorsal de Cumbre Vieja lleva ya casi tres semanas en actividad y ha entrado en una fase de relativa estabilidad. En la cual se supone que seguirá emitiendo piroclastos y lavas hasta que finalmente el sistema se debilite y la erupción cese en un futuro que no se puede determinar.

Se está comportando según lo esperable, pero ha expulsado mucha más lava que otros volcanes en menos tiempo.

Efectivamente, sigue las pautas normales de este tipo de erupciones, lo que pasa es que bastante más grande de un orden de magnitud mayor en todos los aspectos que el Teneguía y el San Juan, que fueron las últimas erupciones. Hasta el punto de que ya ha emitido más materiales al exterior que las dos anteriores juntas y eso que probablemente todavía esté a medias en el transcurso de la erupción.

¿Y a qué se puede deber esto?

Los volcanes los hay desde muy chiquititos –por ejemplo el Chinyero–, otros más grandes, enormes y algunos que son supervolcanes que amenazan al planeta entero. En el índice de explosividad volcánica, que es como clasificamos las erupciones volcánicas, en una escala de 8, el de La Palma tendría un 2. Como se ha venido diciendo siempre, las erupciones históricas en Canarias han sido siempre muy moderadas y tranquilas. Se limitan a formar uno o varios conos de piroclastos y a emitir lava que corre por el terreno. Lo que pasa es que, lógicamente, si en su curso encuentran casas y tierras de cultivo, se la llevan por delante y no deja de ser una desgracia difícil de compensar para la gente que ha hecho sus casas y ha cuidado sus tierras durante tantísimo tiempo.

Usted asegura que esta es una de las erupciones más destructivas que ha vivido Canarias, ¿por qué lo dice?

Sí, claro, es la más destructiva. Hay que tener en cuenta que todas las erupciones tienen un nivel de peligro parecido. Es como una granada de mano, todas tienen el mismo peligro. Sin embargo, no todas efectuarán el mismo daño. Si yo tiro una granada en el mar o en un desierto no hace daño ninguno, pero si la arrojo en un cine abarrotado de gente, se pueden producir centenares de muertes. En este tiempo Canarias ha ido evolucionando. Han pasado 50 años desde el Teneguía y se ha ido poblando más, se han construido más casas, y existen más zonas de cultivo. Además, hay que tener en cuenta que el Teneguía se localizó en el extremo sur de la isla donde no había ni tierras ni casas, por tanto no hizo ningún daño material pero sí murieron dos personas. Esto, por otra parte, es un indicativo de lo bien que se ha manejado la crisis actual. Pues, gracias a las correspondientes evacuaciones preventivas no ha habido daños para las personas, pese a que es mucho más importante.

En Canarias realmente las víctimas mortales han sido muy pocas, tan solo 24 en estos casi 600 años.

Ha habido pocas víctimas porque ocurren en zonas despobladas, en la cumbre de las dorsales. En Tenerife por ejemplo ocurren en la dorsal oeste y noroeste, como el Chinyero, la de Güímar o Garachico. Pero así y todo Garachico hizo mucho daño. No hubo víctimas humanas, pero taponó el puerto, que era el principal recurso de comunicación en el tráfico comercial entre América del Sur e Inglaterra. Al taponar el puerto, cesó gran parte de la razón de ser de Garachico y el puerto se trasladó a una aldeita muy pequeñita llamada Santa Cruz. Es decir, un solo volcán cambió totalmente la infraestructura de una isla como Tenerife modificando incluso la capitalidad, que estaba en aquel momento en La Laguna y pasó a Santa Cruz. Fue un volcán el que acabó con todo eso.

¿Cree que en los últimos años los canarios nos hemos olvidado del vulcanismo y el crecimiento poblacional nos ha hecho más vulnerables?

Es sorprendente el hecho de que uno va a Hawái y la gente vive el volcán. Son más conscientes de que viven en una zona volcánica activa que, además tiene sus grandes ventajas, como paisajes maravillosos que suponen un atractivo turístico importante y una fuente de recursos económicos. En Canarias es como si pasaran olímpicamente. No se enseña ni se cultiva el conocimiento y no hay museos, ni infraestructura que enseñe o divulgue entre la población lo que supone los aspectos positivos y negativos de vivir en una zona volcánicamente activa. Ahora, con el volcán palmero tenemos una especie de sobresaturación de información sobre el tema de la erupción pero seguramente, cuando pase la ola informativa, la población volverá a estar en esa fase de poco contacto con su medio natural. Esperemos que no. Nosotros estamos haciendo todos los esfuerzos posibles por la divulgación científica de los volcanes.

Hay precedentes. Las crónicas del pasado cuentan que en los años posteriores a las erupciones los canarios eran muy conscientes pero como existe esta ventana tan amplia sin erupciones, se olvidan.

Exactamente. Hawái tiene sus erupciones prácticamente continuas y allí el volcán es omnipresente. Está hasta en los menús de los restaurantes. Aquí, efectivamente, los periodos eruptivos muchas veces son muy dilatados. Ahora en La Palma ha pasado medio siglo, pero en Tenerife no tenemos ninguna erupción desde 1909. Eso da lugar, además, a que haya muy poca base de datos científica para poder hacer predicciones más o menos estadísticamente fiables. Por esta razón se acaban produciendo rumores y falsas alarmas sobre posibles erupciones que luego no suceden y que en nada ayudan a la tranquilidad de la población ni a la credibilidad que debe tener la ciencia. Me estoy refiriendo, por ejemplo, al episodio de octubre de 2004 que se decía que el Teide iba a reventar o las referencias a que si la mitad de la dorsal de Cumbre Vieja cae al mar va a crear un tsunami que llegue a Estados Unidos. Todo eso son exageraciones, alarmas injustificadas que se basan en el desconocimiento bastante severo que la población tiene desde la naturaleza de sus propias islas. La única manera de poder, de alguna manera, sobrepasar esas falsas alarmas y tonterías es precisamente teniendo un conocimiento. Nos ha pasado lo mismo con la covid. Nos pilló a todos desprevenidos y al principio tuvimos mucho miedo pero luego la dificultad mayor ha sido la de controlar a la población para que no hicieran cosas que iban en contra de la seguridad sanitaria.

¿Usted esperaba en algún momento encontrarse con la erupción de otro volcán?

Nos podemos encontrar con un volcán en cualquier momento. No pueden hacerse predicciones, porque, además, las Islas tienen su propio sistema de alimentación bastante independiente. Puede darse el caso que Canarias tenga una erupción en los próximos años. Con mucha más probabilidad será de nuevo en La Palma, en la dorsal Cumbre Vieja pero también podría ser en la dorsal de Tenerife. En esta ocasión vemos que ha pasado medio siglo, pero esta erupción futura podrá ser dentro de 10 , 15 o 150 años. De hecho, en La Palma tenemos ejemplo, como el volcán del Charco en 1712, en el que pasaron más 230 años para que hubiera otra erupción. Cuando pasó de nuevo, la población se había olvidado. Estos son aspectos muy interesantes, pero luego para establecer previsiones científicas no se cuenta con una evidencia suficiente.

Bueno, usted fue uno de los que predijo que después de la erupción de El Hierro (2011) ocurriría una en La Palma.

Pero eso no estaba ni en una bola de cristal ni yo tenía un conocimiento superior. Esa predicción se basaba en el hecho de que la mayoría de las erupciones históricas han ocurrido en las dorsales tanto de Tenerife como de Cumbre Vieja, y especialmente en esta última. Por lo tanto, las probabilidades de que hubiera una erupción cuando fuera, que yo no dije el año, eran mayores en Cumbre Vieja en La Palma, como así ha sido. Vamos, que esta erupción sigue el guión de libro.

¿Hay alguna razón por la que justamente esa parte de La Palma sea tan activa en vulcanismo?

La Palma se alimenta de una especie de bolsa de magma a una profundidad de varias decenas de kilómetros que, además, está asociada a un penacho de magma que arranca de gran profundidad desde la base del manto a miles de kilómetros y que, periódicamente, rellena esa bolsa más superficial y tiende a salir a la superficie con una serie de terremotos. A veces, esos temblores acaban en nada y otras veces, como ha pasado ahora, consigue romper la corteza y salir a la superficie produciendo una erupción volcánica que será de mayor o menor magnitud dependiendo de la cantidad de magma que se haya acumulado entre 10 y 20 kilómetros.

¿Ahora mismo el volcán se está alimentando de bolsas de magma que se encuentran a esa profundidad?

Lo hace desde un poco más profundo. Los sismólogos están tratando de resolver el enigma de qué significan esos terremotos. Con toda probabilidad sean simplemente la realimentación de la cámara magmática que está actualmente produciendo la erupción. Periódicamente se va vaciando y rellenando conforme bajan las presiones en el interior del sistema. Se rellena con nuevo magma y eso es lo que puede estar generando esos terremotos.

Entonces, como el volcán se está realimentando de manera continua, ¿puede tardar esta erupción más de lo previsto?

El Estrómboli lleva más de 3.000 años de actividad, pero eso no va a pasar aquí. Para decirlo me baso en el hecho de que las erupciones históricas, sobre en Cumbre Vieja, no han durado mucho tiempo. El Teneguía estuvo activo 24 días y todos suelen durar solo unas cuantas semanas.

Excepto la de Timanfaya en Lanzarote que duró seis años.

La de Lanzarote es una erupción muy especial. Es una isla muy antigua, que ha tenido pocas erupciones históricas, solo dos. Cabe remarcar que, mientras la de 1730 duró seis años, la de 1824 fue una erupción pequeña que solo formó tres conitos y una pequeña colada. Esto son variables grandes, muy pocos conocidas y que requieren un conocimiento de lo que hay ahí abajo y la ciencia aún no dispone de instrumentos para saber lo que está pasando ahí debajo. Mientras no lo sepamos, solo podemos hacer predicciones temporales con poca base científica.

¿Siente que a veces van algo a ciegas a la hora de hacer predicciones?

La incertidumbre sobre la duración de la erupción es correcta, pero es exagerada en cuanto a la peligrosidad de la misma. El peligro más importante de la erupción, y los palmeros lo saben bien, es saber dónde sale el volcán. Una vez que sé donde entra en erupción ya sé más o menos el daño que va a hacer. En función del sitio donde sale el volcán ya se puede saber posibles casas y núcleos de población que puede afectar. Como esto ya ha ocurrido en esta fase de dos semanas de erupción, pues ya se ha estabilizado pues las lavas correrán más o menos por los terrenos ya inundados por coladas anteriores. Por eso no se debe preocupar ni asustar a la gente sobre lo que hay ahí abajo, dado que lo que hay va a salir igual que lo ha hecho hasta ahora. Y con toda probabilidad, cuando se agote la energía del sistema, cesará para siempre.

Respecto al nombre, aún se debate cómo se debe llamar, se ha propuesto Tajogaite, Cabeza de Vaca o Cumbre Vieja, ¿cuál estima que podría ser?

Hay muchos nombres que pueden ponerse pero eso lo deben decidir los palmeros porque es su volcán. Puede ser Cabeza de Vaca por la zona que estaba ahí, igual que al Teneguía se puso por los roques del Teneguía o Tajogaite porque es un nombre guanche y empieza por ‘T’ como la mayoría de volcanes. Pero como eso tiene una importancia más simbólica que real que sean los palmeros que elijan el nombre que así lo llamaremos todos.

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