Los habitantes de La Palma no son los únicos canarios que conocen el rugir de un volcán. Algunos de ellos han vivido hasta tres erupciones en La Palma, la del volcán San Juan, la del volcán Teneguía y la del actual volcán de la zona de Cumbre Vieja. Fuera de Canarias, varios canarios han vivido terremotos o residido en lugares del planeta con altísima actividad vulcanológica y sísmica. Desde Argentina, en plena cordillera de los Andes, Juan Stalles cuenta que los terremotos son tan habituales que «esta semana se registró uno de 5,3 grados y ni me levanté de la cama». Por su parte, Alejandro Fleitas dice que en Japón «es normal tener en casa una mochila con material de emergencia, por si acaso».

Alejandro Fleitas | Japón

"Es habitual tener en casa una mochila de emergencia"

«Siempre se ha hablado de la erupción del Fuji pero a mis ojos lo veo como algo más bien casi mitológico», explica desde Japón el grancanario de 32 años Alejandro Fleitas Armas. «Claro está que cabe la posibilidad, ya que Japón es un país muy activo sísmicamente. Los terremotos son algo de lo más común en el día a día de la gente; aquí se está bastante acostumbrado a este tipo de cosas». Sobre los protocolos de seguridad por riesgos de terremoto o volcanes en el país cuenta que «está todo bastante preparado. Por ejemplo, cuando te mudas a una zona nueva te vienen documentos desde la oficina del distrito o del departamento de bomberos local sobre los refugios de evacuación. Igualmente están señalizados por toda la zona y normalmente suelen ser escuelas que están preparadas para desastres naturales», dice desde la prefectura de Osaka, en la región de Kansai.

 «También las empresas nos avisan en caso de que hayan probabilidades de desastre natural y suelen tener preparadas en las oficinas una mochila para cada trabajador con utensilios esenciales en caso de emergencia como botellas de agua, etcétera. La gente en Asia está acostumbrada y suele tener también este tipo de bolsos preparados en casa para cogerla y salir en caso de emergencia». En ese sentido, Fleitas Armas, que trabaja en Japón en el área visual de merchandiser para el grupo LVMH, dice que «los edificios aquí están separados unos de otros generando estos mini callejones típicos en Japón para que tengan espacio para ‘bailar’ en caso de terremotos». «Yo justamente vine a Japón por primera vez un año después de Fukushima», recuerda Alejandro Fleitas Armas. «Encima la universidad que tenía el convenio de intercambio con la Universidad de Barcelona era Tsukuba University, que está en Ibaraki, cerca de la zona donde la planta nuclear de Fukushima explotó. Cuando estuve en la universidad en Japón hubo también una serie de terremotos en la zona que fueron bastante grandes pero no sucedió nada grave».Sobre La Palma cuenta que el inicio de la erupción le pilló visitando a su familia en Gran Canaria «y en seguida me llegaron mensajes de mis amigos y compañeros de trabajo preguntándome si estaba todo bien y si yo y mi familia estábamos a salvo. Está habiendo mucha cobertura en los medios de comunicación de Japón», concluye desde Japón este joven profesional grancanario.

Javier Pérez

Javier Pérez | Hawái (Estados Unidos)

"Los nativos lo ven como algo sagrado"

Por motivos profesionales, el arquitecto grancanario Javier Pérez Morales residió en la isla de Ohau, en Hawái, un archipiélago que por su origen volcánico «se asemeja mucho a Canarias». Durante su estancia en esa región del Pacífico, «donde la población se concentra en las islas principales», un volcán entró en erupción en la isla de Hawái, una de las menos pobladas. «Lo viví como lo vivimos ahora en el resto de Canarias: sabes que está allí pero directamente no te afecta». «A nivel de construcción», dice, «sí noté, como aquí, que el código técnico tiene previsto en los cálculos de estructura los movimientos sísmicos». Cuenta que el tema de las erupciones «no es un asunto recurrente en las conversaciones de quienes residen» en ese Estado insular de EE UU pero destaca, sin embargo, el carácter «sagrado» que los nativos otorgan a los volcanes. «Veneran sus montañas y su naturaleza», dice.

Jorge Cólogan y González-Massieu

Jorge Cólogan y González-Massieu | Cabo Verde

"La erupción de 2014 provocó 45 millones de euros en daños"

«Desde el año 1500, se han producido alrededor de 31 erupciones volcánicas en la isla de Fogo en Cabo Verde, ubicadas dentro de la caldera del Volcán de Fogo y el Pico de Fogo, cuyos estilos eruptivos fueron esencialmente hawaiano y estromboliano y que tuvieron importantes impactos económicos, sociales y ambientales en la isla. Las más recientes han sido la del año 1995, y la del año 2014, teniendo esta última una duración de 77 días, en los que el volcán expulsó casi 125 millones de toneladas de lava», explica Jorge Cólogan y González-Massieu, natural de San Cristóbal de La Laguna y nacido en 1984.

Diplomado en Relaciones Internacionales y licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Pontificia de Comillas – ICADE de Madrid, e la actualidad reside en Praia y ejerce como Delegado en Cabo Verde de la Fundación Canaria para la Acción Exterior – Gobierno de Canarias. «Llegué a Cabo Verde por motivos profesionales en mayo del año 2018, después de cuatro años viviendo en Marruecos», explica antes de relatar que «la relación de los caboverdianos con el origen volcánico» de su país «es similar a la de los canarios, pues el relieve muy accidentado obliga a cultivos agrícolas adaptados a la orografía del terreno”. Sobre la erupción de 2014 asegura que «no me encontraba en Cabo Verde, de modo que no conocí de cerca la erupción, pero sí lo vivieron muchos canarios establecidos en este archipiélago. Todos hablan de la situación de incertidumbre que generó la erupción y del dolor de ver los pueblos de la caldera arrasados por la lava, al igual que tierras agrícolas y diversas infraestructuras, forzando el desalojo de unas mil personas. Los daños ocasionados ascendieron a un total de 45 millones de euros en pérdidas. Actualmente, el volcán de Fogo está dormido y sin actividad sísmica alarmante. Pero al igual que ha ocurrido en La Palma, no podemos saber lo que nos deparará la Naturaleza».

Desde el punto de vista de la construcción, Cólogan dice que existen «una serie de criterios arquitectónicos que los edificios deben respetar en Cabo Verde, sobre todo en las islas donde hay más probabilidad de movimientos sísmicos, fundamentalmente Fogo y Brava». Sobre el desastre de La Palma, asimismo, reconoce que «los canarios residentes en Cabo Verde seguimos de cerca la situación y asistimos consternados a la incertidumbre que genera el volcán. La erupción ha sido también seguida por las autoridades y medios caboverdianos», concluye.

Juan Stalles

Juan Stalles

Juan Stalles | Cordillera de los Andes (Argentina)

"Es desagradable sentir como cruje la tierra y tu hogar"

En la región argentina de Mendoza, en plena cordillera de los Andes, reside Juan Stalles, quien vivió durante más de 25 años en Gran Canaria. «Aquí todo el mundo sabe mi relación con Canarias y durante esta semanas, a raíz de la erupción en La Palma, muchísimos compatriotas me han preguntado y se han interesado por lo que está ocurriendo en las islas», añade este músico que en las islas trabajó como escayolista. «Te acostumbras a tener constantemente movimientos sísmicos», admite Stalles, que reconoce haber vivido esta misma semana un terremoto de 5,3 grados en la escala Ritcher «y ni me levanté de la cama». Dice que el temblor se registró a las 05.00 horas, «pero aquí no importa cuándo sean porque forma parte de lo cotidiano». «He vivido muchas situaciones por el estilo», recuerda. «De niño, cuando había un terremoto gritábamos ‘un sismo, un sismo’ y nos tirábamos al suelo no por prevención, porque nunca nos habían enseñado nada de eso, sino por oírlo y sentir los ruidos en todo nuestro cuerpo». «No es nada entretenido, en realidad es muy desagradable, escuchar el crujir de la tierra y de tu hogar. Puede parecer simpático, pero en el fondo da mucho miedo y hay personas que se espantan», añade.

Un vecino de carácter inestable

Lucía Matovelle Kolar  | Bali (Indonesia)

"El miedo no te deja calcular si dura tres segundos o minutos"

No olvida la diseñadora gráfica y fotógrafa Lucía Matovelle Kolar su experiencia sísmica en Indonesia. «Durante un viaje a Bali para un retiro de yoga, nada más llegar el chico que lo organizaba nos dijo que por una alerta de terremoto solo íbamos a ser cuatro los asistentes. Al parecer, había salido en las noticias pero yo no me había enterado», cuenta esta gallega, criada en Bilbao y residente en Gran Canaria. Lucía vivía entonces en Singapur y explica que se preocupó «un poco, preguntando a ver qué podía suceder y sobre todo saber qué tenía que hacer; busqué consejos entre los habitantes de la zona», rememora. «Al día siguiente, estando sola en la habitación del hotel, sufrimos un terremoto que la verdad, te quedas con bastante miedo. No voy a negar que me asusté», dice. «Hice lo que me dijeron: ponerme cerca de una columna de la habitación e intentar meterme debajo de una mesa o de algo que te pudiera proteger. No sabría decir cuánto duró pero sí creo que es una sensación tan nueva, al menos en mi caso, que quizá duró tan solo tres segundos pero para mí parecía que habían transcurrido tres minutos. El miedo te paraliza», añade. «Las casitas allí por lo general son bajitas y de madera, por eso suelen verse bastante afectadas», concluye Matovelle.