Desde hace diez días, la población canaria ha ido familiarizándose con algunos conceptos vulcanológicos empleados con frecuencia por los científicos pero que hasta ahora habían sonado incomprensibles para la mayoría.

Así fue desde el inicio de la erupción del volcán de La Palma, el pasado 19 de septiembre, cuando los expertos se refirieron al proceso como una erupción estromboliana. Días después llegaba una nuevo conceto: la erupción hawaina y desde ayer la palabra empleada es "fase efusiva". ¿Pero qué implica?

Según la clasificación de los volcanes según su erupción, hay seis tipos en función de varios parámetros. Explosiones, emisiones, gases, dispersión, tipo de colada de lava... Atendiendo a estos aspectos, el volcán Tajogaite se encuentra dentro del tipo hawaiano, conocido así porque es frecuente en las islas del estado americano.

Entre sus características se encuentra que presenta lavas muy fluidas y que se desarrollan sin que tengan lugar desprendimientos gasesosos explosivos. Precisamente, esta último aspecto es lo que los expertos denominan fase efusiva o tranquila. Tal y como explicaba esta misma semana el portavoz Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), David Calvo, el nuevo volcán de La Palma  tendrá menos explosiones y el cono principal tendrá menos protagonismo, de forma que la expulsión de la lava se concentra en una boca que está fuera del cono.

El volcán de la Palma entra en "fase efusiva"

El volcán de la Palma entra en "fase efusiva" Agencia ATLAS | EFE

Según Calvo, era lo "esperable" para el nuevo volcán palmero, una vez que la erupción dejó el modo más virulento en cuanto a gases del tipo estromboliano. De hecho, el nuevo aspecto de la lava, poco viscosa y con gran movilidad, es lo que implicó el cambio de tipo.

Esta fase efusiva, además, ha sido protagonista de algunas de las erupciones de Canarias, según un documento divulgativo elaborado por el Instituto Geográfico Nacional (IGN). En el texto, en el que se hace alusión a las erupciones hidromagmáticas con un magma pobre en gas, que produciría una erupción efusiva tranquila pero que si incorporan agua pueden convertirse en más explosivas. Así ha ocurrido en volcanes de Lanzarote (El Golfo), Gran Canaria (Bandama) o Tenerife (Caldera del Rey).

Y así ha ocurrido también ahora en La Palma, donde en su avance por la ladera de los municipios de El Paso, Los Llanos y Tazacorte la colada de magma se ha ido encontrando con elementos que han elevado su explosividad y sus emisiones.

Eso sí, sigue estando en el nivel más bajo de riesgo según el Índice de Explosividad Volcánica (IEV), una escala similar a la conocida como de Ritcher que antiguamente se empleaba para clasificar los terremotos según su intensidad. En ese sentido, rara determinar la magnitud de las erupciones, los vulcanólogos han creado esta escala que va del 0 al 8, siendo el 8 de mayor magnitud o más potente, considerando el volumen total de los productos expulsados por el volcán (lava, piroclastos y ceniza volcánica), la altura en la atmósfera que alcanza la nube, la duración de erupción, la inyección de productos hacia la tropósfera y estratósfera, y otros factores del nivel de explosividad.

Así, el IEV de la erupción hawaiana en fase efusiva se sitúa en el nivel cero. Arroja menos de 10.000 metros cúbicos de material y la erupción no supera los 100 metros de altura aunque con una frecuencia contínua de emisión.