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ERUPCIÓN EN LA PALMA

Una pareja de agricultores, en vilo ante su tercera erupción volcánica

«Este no tiene punto de comparación con los anteriores, es mucho más agresivo», dice Toño

Toño y Rosa.

Toño y Rosa es una pareja residente en La Laguna, uno de los barrios más poblados de la periferia de Los Llanos de Aridane. El amor que se tienen -y se demuestran- es el bien más preciado que poseen. Incendios -forestales y urbanos-, pandemia de la Covid-19 y un tercer volcán, ¿qué es eso para dos personas unidas por el destino y que han forjado una alianza eterna?

Escucharon un fuerte estruendo y subieron a la azotea. A Toño le resultaba familiar, y es que, según relata, en sus tímpanos sigue retumbando el San Juan de 1949 y el Teneguía de 1971. Cuando su esposa miró hacia Cumbre Vieja, de la gran columna de humo blanco emergió una negra de cuervos. «Fue impresionante, un choque de realidad», dice Doña Rosa.

«Son momentos terribles, la mejor noticia es que no haya habido muertes. Mucha gente ha perdido toda su vida en este volcán», empieza diciendo.

Su marido lo tiene claro: «No tiene punto de comparación con los dos anteriores, este es más devastador, mucho más agresivo. A todo eso, hay que sumarle la incertidumbre de no saber cuándo terminará».

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Desalojo de viviendas en La Palma debido a la erupción del volcán

Esta pareja de casi ochenta años se dedica al cultivo de verduras y atiende, en una pequeño pajero que linda con su casa, a algunos consejos y gallinas. Con su humilde rutinaria y sacrificada labor producen los productos que vendían cada domingo en el mercadillo del agricultor de Los Llanos de Aridane. «Ya el incendio urbano nos afectó a nuestro terrenito, ahora no sabemos si encontraremos algo, ni siquiera nuestros animalitos», reseña Don Antonio, quien le dejó las llaves de su casa a su hermano para que salve a los mentados animales y a su gato.

«Muchos clientes de nuestro puestito nos han mandado mensajes para ofrecernos su casa, comida y todo lo que necesitemos; no obstante, aquí (por el albergue de Cruz Roja) estamos bien, tenemos cama, comida y seguridad que, visto lo visto, es lo más importante», señala Rosa.

Ambos se lo toman con «calma», pero no por ello dejan de emocionarse. «Aunque no pierdas nada, hay gente que lo ha perdido todo», dice entre sollozos el señor mientras su acompañante de vida le recuerda que «de todo se sale».

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