La colada de magma que expulsan los volcanes es muy destructiva y deja un legado en forma de "cicatrices en el territorio", que pueden durar miles e incluso millones de años, explica el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Fernando Valladares.

Sin embargo, y a pesar de que son "extraordinariamente colosales", las coladas tienen un impacto topográfico limitado, explica en declaraciones Valladares, para detallar que hay zonas que, pese a estar a pocos metros de ellas se salvan de la destrucción para transformarse en refugios naturales, desde los que se inicia la re-colonización del territorio con sorprendentes resultados.

Este domingo, y tras más de 25.000 pequeños seísmos en la isla canaria de La Palma, y casi 50 años después, el magma que empujaba bajo el suelo se abrió camino a las 15:13 horas en un área de la Cumbre Vieja provocando una nueva erupción.

El investigador señala que la ceniza es otro de los elementos a destacar en las erupciones volcánicas: Con ella se produce un rejuvenecimiento de la dinámica de los ecosistemas, donde algunos paisajes con suelos empobrecidos se verán renovados por el aporte de minerales, pero, indudablemente una erupción de este tipo es "infligir una gran herida, un golpe duro al ecosistema".

En esta línea, el experto denuncia que la necesidad de espacio del ser humano y las infraestructuras existentes imponen fuertes limitaciones al territorio: "Cada vez hay más presión sobre los espacios protegidos y se requiere de una revisión para crear zonas de amortiguación y corredores naturales que propicien la colonización de zonas dañadas".

"Es necesario cambiar de la ordenación del territorio, de cara a como nos organizamos los seres humanos".

A su juicio, episodios como la erupción del volcán en La Palma reflejan la "tremenda vulnerabilidad del ser humano ante las catástrofes, no somos imbatibles", incide el investigador del CSIC, quien urge medidas de prevención ante estos sucesos.

A la tecnología hay que ponerla en su justo lugar, es imprescindible, pero no suficiente, y eventos como la pandemia, el cambio climático, inundaciones o la erupción de este volcán en el complejo de la Cumbre Vieja nos recuerdan que nunca estaremos por encima de ellos a pesar de creernos imbatibles, señala Valladares, doctor en Biología por la Universidad Complutense de Madrid.

Para el investigador, el ser humano tiene un amplísimo abanico de posibilidades "antes, durante y después" de eventos extremos y catástrofe naturales, aunque, sin embargo, la mayoría de las ocasiones no se ponen en marcha labores de prevención, solo se reacciona cuando ocurren las catástrofes, en una palabra, "se improvisa".

Y aunque es verdad, que cada vez se improvisa "más rápido y mejor" con planes de evacuación y emergencia, la situación real -observa Valladares- es que las actuaciones se posponen hasta el momento en el que ocurren: "No podemos quedarnos de brazos cruzados".

Para ello, hace un llamamiento a la importancia de elaborar, adaptar y poner en práctica sistemas integrados para combatir las catástrofes naturales y el cambio climático, entre otros ejemplos, mediante equipos inter-disciplinares integrados por matemáticos, médicos, biólogos, geólogos, científicos (...), concluye Valladares.